Ecuación de las rayas de la cebra

Generación de patrones en la naturalez

Generación de patrones en la naturalez

A Alan Mathison Turing

La tristeza,
singular como las rayas de la cebra,
arruga las fronteras en los mapas.
Embelesa la pupila,
la amolda a la curva suave de las dunas.
Arrastra hasta el pelaje
el trazado sinuoso de los deltas,
la línea de la costa.
El oro de los tigres,
la plata de los gatos,
el azabache del pez ángel
fluye en ecuaciones,
sedimenta en los genes,
se dispersa en desiertos felinos.
Todos los pigmentos de trazos singulares
en pieles del paisaje,
en paisajes de piel.
Tigres imitando los surcos de la arena,
archipiélagos copiando las escamas,
jirafas cartógrafas con mapas de las Cícladas,
Polinesia emergiendo en el lomo del guepardo.

A veces el álgebra fascina al ADN.

Sometimes algebra fascinates to DNA
Alan Mathison Turing

Sadness,
singular as zebra stripes,
wrinkle borders on maps.
Enchants the pupil,
molds her to the smooth curve of the dunes.
Drag until the fur
the winding path of deltas
the coastline.
The gold of the tigers,
the silver of the cats,
the deep jet black of angelfish
flows in equations,
settles in the genes
dispersed in feline deserts.
All pigments of singular strokes
in furs landscape,
in landscapes skin.
Tigers imitating the sand furrows,
archipelagos copying the flakes,
cartographer giraffes with maps of the Cyclades,
emerging Polynesia on the back of the cheetah.

Sometimes algebra fascinates to DNA

En Las bases químicas de la Morfogénesis (1952), Alan Turing propuso el origen y desarrollo de las formas en la naturaleza con modelos matemáticos y las describió mediante ecuaciones diferenciales.

En la Ciencia de la Mula Francis explicación sobre la teoría de Turing para la generación de patrones en sistemas biológicos gracias a la morfogénesis.

In The chemical basis of morphogenesis (1952), Alan Turing proposed the origin and development of forms in nature with mathematical models and described by differential equations.

Mapa de la Antártida de los Pelo Pantones

MAPS

Atlas ilustrado por Aleksandra Mizielinska y Daniel Mizielinski

A la isla de Ross en la distancia

I

A más de mil millas del Egeo
está el mar de Ross, la cordillera de Edsel,
Cabo Coleck.

Dardanelos y Mac Murdo
y las islas de Naxos y la isla de Coulman
a millones de nudos de distancia.

Laberintos de luz, filamentos de hielo,
tan lejos del mar Jónico,
de Samos de Leucade
en las grutas perdidas de isla Sturge.

Estrechos, cabos, islas, bahías y volcanes
me recuerdan tu cuerpo y la distancia,
que es amor para mí como la Antártida
tan fríamente bella.

II

Y la isla de Ross, espejismo de hielo
entre las aguas,
y las aguas del mar de Ross, espejismos de tierra
en el océano,
y el glaciar de Beardmore, espejismo de lava
austral en las planicies,
y el volcán Erebus y el cabo Evans,
y la isla de Coulman y Mac Murdo.

Y tus piernas en las calas de Ross
y tus labios en la isla de Ross con fuerte viento,
y los surcos trazados en tus manos
en el glaciar de Beardmore
y en el Erebo.

Y la distancia tan cruel que nos separa
en valles silenciosos tras cristales de nieve
cegadores.
Y nos quiebran la voz marmóreos arrecifes,
hirientes angosturas y parajes
de nieves arenosas.

Y la bruma que me oculta
el indicio atrapado entre las rocas,
el rastro casi glaciar de tus cabellos,
la serena huella de tus pasos
que me habla aquí de tu presencia en la isla de Ross,
en las costas del Sur, en cabo Evans.

Un indicio de ti que me haga creer
después de tanto silencio en sortilegios.

Es tan triste cobijarse en la noche polar en las cavernas
tan blancas y profundas
y pensar en el día aquél en que fuimos sin fin
en otros mares
en algas que no llegaron jamás a estas banquisas.

¿Qué quedó amor del oráculo de Delfos
en estas aristas, simas, precipicios sin fin,
en el silencio inquietante de estas calas?

¿A qué Dios ofrendar el petrel de las ventiscas?
¿A qué divinidad sacrificar
las entrañas sagradas del albatros?

A quién aullar si los gemidos se deslizan
remotos en glaciares,
a muchas millas de distancia de la costa,
muriendo finalmente con las focas,
con los lobos de mar, con los rorcuales.

Sin embargo tus piernas continúan en las calas
de Ross, en cabo Evans,
en el cráter activo del Erebo.

¡Qué Ítaca tan inhóspita el Erebo,
que me priva de Circe y de tus brazos,
de las islas del Sol y los hechizos!

Pero aquí, amor, desde Mac Murdo
en bahías brumosas, resguardadas,
en ciudades de hálito de hielo,
tu cuerpo y la mar tan hostil
y la isla de Coulman me acompañan.

III

El nuestro es tan sólo un amor de encrucijadas
consumido, amada, en lugares donde los caminos
se bifurcan
donde las sendas se destrozan y desgarran.

Y ha de ser así, mujer enclave
que encalles en mi cuerpo,
mientras la oscuridad a golpes se desliza.

Y ha de ser así como te acerques
sigilosa a mis calas
como una nave cargada de amaranto
que ansiosa llegara desde Anafi
oscura como el vino, incierta en sus vaivenes
como el nácar.

Elena Soto

El número Pi de Wislawa Szymborska

Número irracional que pertenece a los números reales y se representa por 3,14 en su forma más sencilla. El poema de  Wislawa Szymborska,  la historia de Ramanujan y otras curiosidades de este número.

El admirable número Pi
tres coma uno cuatro uno.
Las cifras que siguen son también preliminares
cinco nueve dos porque jamás acaba.
No puede abarcarlo seis cinco tres cinco la mirada,
ocho nueve ni el cálculo
siete nueve ni la imaginación,
ni siquiera tres dos tres ocho un chiste, es decir, una comparación
cuatro seis con cualquier otra cosa
dos seis cuatro tres de este mundo.
La serpiente más larga de la tierra suma equis metros y se acaba.
Y lo mismo las serpientes míticas aunque tardan más.
El séquito de digitos del número Pi
llega al final de la página y no se detiene,
sigue, recorre la mesa, el aire,
una pared, una hoja, un nido de pájaros, las nubes, hasta llegar
directo al cielo,
perderse en la insondable hinchazón del cielo.
¡Qué breve la cola de un cometa, cual la de un ratón!
¡Qué endeble el rayo de un astro si se curva en la insignificancia
del espacio!
Mientras aqui dos tres quince trescientos diecinueve
mi número de teléfono la talla de tu camisa
el año mil novecientos sesenta y tres sexto piso
el número de habitantes sesenta y cinco céntimos
dos pulgadas de cintura una charada y un mensaje cifrado
que dice vuela mi ruiseñor y canta
y también se ruega guardar silencio,
y se extinguirán cielo y tierra,
pero el número Pi no, jamás,
seguirá su camino con su nada despreciable cinco
con su en absoluto vulgar ocho
con su ni por asomo postrero siete,
empujando, ¡ay!, empujando a durar
a la perezosa eternidad.

Wislawa Szymborska (Prowent, 1923 – Cracovia, 2012)

piwislava