Kaneko Misuzu, poemas

Kaneko Misuzu_poemas

Estrellas y dientes de león

En lo profundo del cielo azul
como guijarros en el fondo del mar,
yacen las estrellas invisibles a la luz del día
hasta que llega la noche.
No puedes verlas, pero están ahí.
Aunque las cosas sean invisibles, siguen ahí.

Los dientes de león marchitos y sin semillas
escondidos en las grietas de las tejas
esperan en silencio a la primavera,
sus fuertes raíces no se ven.
Aunque sean invisibles, están ahí.
Las cosas, aunque no se vean, siguen ahí.

Stars and dandelions

Deep in the blue sky,
like pebbles at the bottom of the sea,
lie the stars unseen in daylight
until night comes.
You can’t see them, but they are there.
Unseen things are still there.

The withered, seedless dandelions
hidden in the cracks of the roof tile
wait silently for spring,
their strong roots unseen.
You can’t see them, but they are there.
Unseen things are still there.

Kaneko Misuzu (1903-1930)

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Gran captura

Al amanecer,
maravilloso amanecer
¡Es una gran captura!
¡Una gran pesca de sardinas!
En la playa, es una fiesta
pero en el mar,
se celebran funerales
por las decenas de miles de muertos.

Big catch

At sunrise, glorious sunrise

it’s a big catch!

A big catch of sardines!
On the beach, it’s like a festival

but in the sea, they will hold

funerals

for the tens of thousands dead.

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Maravilla

Me pregunto por qué
la lluvia que cae de las nubes negras
brilla como la plata.

Me pregunto por qué
el gusano de seda que come hojas verdes de morera
es tan blanco.

Me pregunto por qué
la flor de la luna que nadie cuida
florece sola.

Me pregunto por qué
a todos los que pregunto
sobre estas cosas
se ríen y dicen: «Así son las cosas».

Wonder

I wonder why
the rain that falls from black clouds
shines like silver.

I wonder why
the silkworm that eats green mulberry leaves
is so white.

I wonder why
the moonflower that no one tends
blooms on its own.

I wonder why
everyone I ask
about these things
laughs and says, “That’s just how it is.”

Kaneko Misuzu. Poemas en inglés y japonés
Kaneko Misuzu (1903-1930), cuyo verdadero nombre era Kaneko Teru, nació en Nagato, un pequeño pueblo pesquero de la provincia de Yamaguchi. Huérfana de padre a los tres años, se crio al cuidado de su madre, que trabajaba en una librería, por lo que desde niña se familiarizó con la lectura. A los 20 años, publicó sus primeros poemas en revistas literarias, pero su carrera se trunca por un matrimonio concertado con un hombre que la obliga a renunciar a la literatura, prohibiéndole escribir.
De esta unión nace una niña y comienza su desgracia; su marido le contagia una enfermedad venérea y, cuando decide divorciarse, le reclama la custodia de su hija. Sumida en la depresión, la víspera del día establecido para que la entregara a su marido, Misuzu se suicida, dejando un mensaje en el que pide que la pequeña quede al cuidado de la abuela. Tenía 26 años.
Su hermano guardó sus cuadernos con más de 500 poemas. que no se pudieron publicar, y su obra cayó en el olvido.
En 1966, el poeta Setsuo Yazaki mientras hojeaba un libro, se topó con «Gran captura», un poema que le impactó y quiso saber más sobre su desconocida autora, pero se encontró con un vacío casi total. Comenzó a tirar del hilo y, tras 16 años, dio con el hermano de la poeta, que todavía conservaba sus manuscritos. En 1982 Setsuo Yazaki dio a conocer la existencia de tres cuadernos con 512 poemas escritos a mano por la propia Kaneko. La totalidad de la colección fue publicada en la antología “Obras completas de Kaneko Misuzu”, (1984).
La obra de Kaneko pertenece al género dōyō: canciones y poemas con aire infantil que, tras su aparente ingenuidad, transmiten las profundidades del alma humana.

Poema a Sibylla Merian

Maria Sibylla Merian murió en Ámsterdam el 13 de enero de 1717 y fue enterrada unos días más tarde, el 17 de enero, en lo que entonces era el cementerio Leidse Kerkhof, en el centro de la ciudad. Persiste el mito de la tumba de indigente, pero la inscripción en el registro funerario es clara: Maria Sibylla Merian invirtió cuatro florines antes de morir para que 14 portadores del féretro la condujeran a su última morada. El cementerio donde fue inhumada se cerró en 1866.
En su memoria, he escrito un poema para una lápida imaginaria, donde pueda reposar con todas las criaturas que tanto amó. Si viviera hoy en día, Merian visitaría los cementerios para observar a las mariposas y dibujar su fragilidad. Recientes estudios han constatado que estos espacios son los últimos refugios para muchas especies de flora y fauna, reconociendo su papel como protectores de la biodiversidad. El limbo de no sepultura de Sibylla Merian ha sido la inspiración para este poema.

Mariposas en el limbo

A Sibylla Merian

Cuando la luz extiende sus alas entre las mariposas,
las medioluto del norte
vuelan hasta el cementerio de Leidse
guiadas por la Parca.
Las lanzas del lirio guerrero
custodian una lápida sin nombre,
donde las flores de centaura parpadean
atrayendo a las errantes.
Las escamas flotan,
como povisas de nieve sobre el mármol,
descienden lentamente y se posan,
dibujando un damero para Sibylla Merian.

Anochece, en el santuario de difuntos sin nombre,
las polillas lunares funden sus alas
con el liquen de las alas de los ángeles
y las pavones gigantes vigilan en la oscuridad
la tumba donde centellean las luciérnagas,
adornada con una diadema de destellos luminosos.

Los que llamaban engendros del Averno
acuden a su reunión secreta con las plantas.
Selenias y saturnias alzan vuelo,
agitan la memoria de la noche
despertando el sueño de las flores;
son fantasmas que arrebatan con el polen
imágenes oníricas
para que Sibylla Merian las pinte en sus estampas,
-de la natividad a la resurrección-
«La oruga, maravillosa transformación y extraña alimentación floral»

Línea a línea, con un trazo suave,
tan frágil como el polvo de sus alas,
las bestias mutan en criaturas celestiales
sobre el pergamino.
Merian las amaba,
sabía que no eran entelequias,
«Todas las orugas emergen de sus huevos».
A veces las nutría,
anotaba sus costumbres,
observaba los sudarios de seda suspendidos de los árboles,
los cofres colgando como extraños frutos de los tallos,
descubría mandorlas enterradas en el suelo o entre hojas.
Crisálidas esperando a que la luz revele
los colores impresos en sus genes.

Sibylla Merian, la iluminadora de las mariposas

«En mi juventud me dediqué a buscar insectos. Empecé con los gusanos de seda de mi ciudad natal de Fráncfort. Después establecí que a partir de otras orugas se desarrollaban muchas de las bellas mariposas diurnas, como lo hacen los gusanos de seda. Esto me llevó a recoger todas las orugas que podía encontrar para observar su transformación».
Uno de los fenómenos más fascinantes de la naturaleza es la metamorfosis que, en algunas criaturas como la mariposa, es espectacular. La transformación que experimentan no es exclusiva de estos animales, ocurre en muchos otros, pero en el caso de las mariposas es de tipo completo produciéndose grandes cambios fisiológicos y estructurales, que van desde el nacimiento hasta que alcanzan su madurez. Las cuatro etapas de este proceso (huevo, larva, crisálida e imago) han sido objeto de todo tipo de especulaciones dando pie a las más variadas creencias y concepciones místicas.
El Renacimiento trajo consigo avances notables de la mano de los naturalistas que comenzaron a alejarse de la dimensión simbólica de los insectos y a describirlos, sentando las bases de la entomología moderna. Gracias a sus observaciones y a las de siglos posteriores se comenzó a conocer cómo era la metamorfosis de muchas espacies.
Una de las figuras más notables en este campo es la de la naturalista y pintora alemana Maria Sibylla Merian (1647-1717) que dedicó toda su vida al estudio de los insectos, especialmente de las mariposas. «Cuando me di cuenta de que las mariposas y las polillas se desarrollaban más deprisa que otras orugas, recogí todas las orugas que pude encontrar para observar su metamorfosis», escribió sobre de su trabajo. «Me retiré de la sociedad humana y me dediqué exclusivamente a estas investigaciones. Además, aprendí el arte de dibujar para poder trazarlas y describirlas tal como son en la naturaleza».
Pero, además de la metamorfosis, Merian también añadió numerosos detalles de la evolución y vida de los insectos, mostrando, por ejemplo, como cada oruga depende de ciertas plantas para su alimentación y que este es el motivo por el que ponen los huevos cerca de ellas.
Tras perder a su padre a los tres años de edad, se educó con su padrastro, el artista Jakon Marell, que le enseñó pintura, dibujo y grabado y con 13 años ya realizaba imágenes de las plantas e insectos que observaba. A los 18 años contrajo matrimonio con el arquitecto y pintor Johann Andreas Graff y se trasladó a Nuremberg, donde siguió con sus observaciones e ilustraciones, centrando su investigación en las mariposas y dibujando detalladamente su metamorfosis. Estos apuntes serían la base de su libro La oruga, su maravillosa transformación y su extraña alimentación con flores, en el que reúne una serie de grabados que ilustra una gran variedad de ejemplares botánicos.
Pero la parte más apasionante de su investigación comenzó en 1685, cuando tras separarse de su marido emprendió un viaje en solitario de investigación y observación de la naturaleza que la llevaría a Surinam, en la Guayana holandesa, para estudiar las plantas, frutos e insectos de la región y enriquecer su investigación y su obra gráfica. Viajó acompañada de una de sus hijas y se dedicó en cuerpo y alma a dibujar insectos y plantas autóctonos hasta que la malaria la obligó a volver a Europa.
Los viajes científicos eran bastantes desconocidos en esta época y sus contemporáneos, por supuesto hombres, cuando se desplazaban a las colonias era para hacer colecciones o para instalarse y prosperar. Ninguna mujer iba a la otra punta del mundo a estudiar animales y su proyecto fue considerado una excentricidad. Merian recolectaba orugas, las alimentaba con las hojas de las plantas donde las encontraba y observaba su transformación, comprobando que dos que parecían idénticas, tras la metamorfosis, eran muy distintas (dimorfismo sexual). Realizaba sus exploraciones acompañada por nativos que le contaban todo lo que sabían de los animales y las plantas (nombres, usos medicinales…), en una de las láminas de este libro dedicada a la planta Flos Pavonis (Caesalpinia pulcherrima) comenta que «Los los esclavos la emplean para no tener hijos».
«He creado la primera clasificación de todos los insectos con crisálida, las capillas que vuelan de día y las lechuzas, que vuelan de noche. La segunda clasificación es para los gusanos, orugas, moscas y abejas. Conservé los nombres de plantas, ya que eran utilizados en América por los habitantes y los indios».
A su vuelta de Surinam, publicó su obra magna Metamorphosis Insectorum Surinamensium, en holandés y latín, un tratado con el que estableció los fundamentos de la entomología moderna, además de presentar especies desconocidas para naturalistas europeos. Pero sus estudios no fueron aceptados por la comunidad científica de la época. Maria Sibylla Merian continuó observando la naturaleza y dando clases de dibujo hasta poco antes de su muerte pues sus publicaciones no le daban para vivir.
Sus años de investigadora la convirtieron en la primera naturalista enfocada por completo en la transformación de los insectos. Su clasificación de las mariposas de Surinan es utilizada aún hoy en día. Desafortunadamente, su trabajo fue ignorado durante muchos años. En Alemania, la trayectoria de la entomóloga fue reconocida públicamente en el siglo XX. Además del interés científico, sus dibujos son considerados como obras de arte y coleccionados por aficionados de todo el mundo.
El poema dedicado a la naturalista Maria Sibylla Meria participa en el tema Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia de Hypatiacafe @hypatiacafe.

ENLACES DE INTERÉS
María Sybilla Merian: conquistadora de lo imposible de Alejandra Olguín.
Maria Sibylla Merian, una valiente entomóloga, de Carolina Martínez Pulido, publicado en Mujeres con ciencia.
Maria Sibylla Merian, intrepid traveler, de Theresa Thompson

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Poem to Sibylla Merian

Maria Sibylla Merian died in Amsterdam on January 13, 1717 and was buried a few days later, on January 17, in what was then the Leidse Kerkhof in the center of the city. The myth of the pauper’s grave persists, but the inscription in the burial register is clear: Maria Sibylla Merian invested four guilders before her death for 14 pallbearers to carry her to her final resting place. The cemetery where she was buried was closed in 1866.
In her memory, I have written a poem for an imaginary tombstone, where she can rest with all the creatures she loved so dearly. If she were alive today, Merian would visit cemeteries to observe butterflies and sketch their fragility. Recent studies have found that these spaces are the last refuges for many species of flora and fauna, recognizing their role as protectors of biodiversity. Sibylla Merian’s no-burial limbo has been the inspiration for this poem.

Butterfly limbo

When the light spreads its wings among the butterflies,
the northern half- mourner fly to
the Leidse cemetery
guided by the Reaper.
The lances of the warrior lily
guard a tombstone without a name,
where the centaury flowers flicker
attracting the wandering ones.
The scales float,
like snow povises on marble,
slowly descend and land,
drawing a checkerboard for Sibylla Merian.

Night falls, in the shrine of the nameless dead,
moon moths fuse their wings
with the lichen of the angels’ wings
and the giant peacocks keep watch in the darkness
the tomb where the fireflies sparkle
adorned with a tiara of luminous flickers.

Those they called the begets of the Avernus
come to their secret meeting with the plants.
Selenies and saturnias take flight,
shake the memory of the night
awakening the dream of the flowers;
They are ghosts that snatch with the pollen
dreamlike images
for Sibylla Merian to paint in her prints,
–from the Nativity to the Resurrection-
The Caterpillar’s marvelous transformation and strange floral food.

Line by line, with a soft stroke,
as fragile as the dust on its wings,
the beasts mutate into celestial creatures
on the parchment.
Merian loved them,
she knew they were not entelechies,
«All caterpillars emerge from their eggs
Sometimes she nurtured them,
noted down their habits,
She watched the silk shrouds suspended from the trees,
the chests hanging like strange fruits from the stems,
She discovered mandorlas buried in the ground or among leaves.
Crysalides waiting for the light to reveal
the colors imprinted in their genes.

La naturaleza salvaje de Marosa Di Giorgio

MAROSA_DI_GIORGIO_papeles_salvajes

El gladiolo es una lanza con el costado lleno de claveles, es un cuchillo de claveles; ya salta la ventana, se hinca en la mesa; es un fuego errante, nos quema los vestidos, los papeles. Mamá dice que es un muerto que ha resucitado y nombra a su padre y a su madre y empieza a llorar.

El gladiolo rosado se abrió en casa.
Pero ahuyéntalo, dile que se vaya.
Esa loca azucena nos va a asesinar.

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Me acuerdo de los repollos acresponados, blancos, -rosanieves
de la tierra, de los huertos-, de marmolina, de la porcelana más
leve, los repollos con los niños dentro:
Y las altas acelgas azules.
Y el tomate, riñón de rubíes.
Y las cebollas envueltas en papel de seda, papel de fumar, como
bombas de azúcar, de sal, de alcohol.
Los espárragos gnomos, torrecillas del país de los gnomos.
Me acuerdo de las papas, a las que siempre plantábamos en el
medio un tulipán.
Y las víboras de largas alas anaranjadas.
Y el humo del tabaco de las luciérnagas, que fuman sin reposo.
Me acuerdo de la eternidad.

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Me encantan la magnolia amarilla,
y la magnolia rosada y amarilla,
y la magnolia blanca como un estrella,
y la magnolia con rayas grises,
ésa parece una pájara del bosque,
una polla con las alas abiertas.
Pido a papá que me traiga la magnolia que nadie tiene;
y él va y la corta en el minuto preciso,
y la trae al medio de la pieza,
y ella abre los grandes pétalos perfumados,
y le cuelga la cabecita gris sangrando.

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Traemos una hoja parda, una hoja de violeta, una hoja redonda, una hoja estriada.
Sobre la mesa, las violetas con su delicado tentáculo, su melenita azul. Ese perfume y ese color son del trasmundo, del submundo, de donde viene el Señor, el Negro, el mariposa de plata, de muchísimas alas, apoyándose en una, en otra.
Todos quieren matarle, deshacerle, pero resulta imposible, porque es inmortal, y se desliza con un raro barullo; le siguen antiguos niños, papeles rotos, y violetas.

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Las margaritas abarcaron todo el jardín, primero, fueron como
un arroz dorado; luego, se abrían de verdad; eran como pájaros
deformes, circulares, de muchas alas en torno a una sola cabeza
de oro o de plata. Las margaritas doradas y plateadas quemaron
todo el jardín. Su penetrante perfume a uvas nos inundó, el pe-
entrante perfume a uvas, a higo, a miel, de las margaritas, que-
mó toda la casa. Por ellas, nos volvíamos audaces, como locos,
como ebrios. E íbamos a través de toda la noche, del alba, de la
mañana, por el día, cometiendo el más hermoso de los pecados,
sin cesar.

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Me libré de los jazmines. Antes, en diciembre, crecían
anchos como viñas. Era casi imposible ir al colegio; mamá,
igual,me ponía el vestido de organdí blanco y los moños, y
me empujaba entre aquellas flores que no admitían otra cosa
que su locura, su brío, su vida apasionada e inmaculada. El
perfume era tal, que se podía tocar como si fuera un tul o una
espuma; a veces, de tan blanco, se volvía plateado, y hasta
celeste. Una vez el organdí se me deshizo; era imposible
andar o detenerse; quedé desnuda entre aquellas copas
velatorias; se formaban desesperadamente, y, a la vez, no
tenían ningún interés por mí; no sé cómo pude salir viva de
aquella vida, del rosal siniestro del Jazmín del Cabo.

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Las avispas eran finísimas. Como los ángeles, cabían muchas en un punto. Todas parecían señoritas, maestras de baile. Imité su murmullo bastante bien. Rondaron sobre las flores blancas del manzano, las ocres del membrillo, las duras rosas rojas del granado. O en las fuentecitas, donde mi prima, mi hermana y yo las mirábamos con la mano en el mentón. Ante ellas fuimos gigantes, monstruos. Pero lo más pasmoso era los cartones que fabricaban; casi de golpe, aparecían sus palacios de grueso papel gris, entre las hojas y, adentro, platos de miel.
Mientras, proseguía el lagarto cazando huevos de gallina, calientes golosinas; cruzaban las víboras azules como el fuego, subían claveles labrados y rizados, iguales a copas de arroz y de frutilla.
El mundo, por todas partes, acuciante, encantador.
Y una cara, separada, sólo pintada, iba entre las hojas, ojos bajos, boca abierta y roja.
Y cuando ya había pasado, pasaba una vez más.

Marosa Di Giorgio (Salto, Uruguay, 1932- Montevideo, 2004). Su obra poética, reunida bajo el título de Los Papeles Salvajes, se le otorgó el I Premio Internacional de Poesía en lengua castellana, convocado por el Festival Internacional de Poesía de Medellín. Algunos de sus libros publicados son: Poemas (1954); Humo (1955); Druída (1959); Historial de las violetas (1965); La guerra de los huertos (1971); Clavel y tenebrario (1979); La liebre de marzo (1981); Mesa de esmeralda (1985); La falena (1989); y Membrillo de Lusana (1989). En prosa, publicó Misales (Calicanto, Montevideo, 1993); Camino de las pedrerías (Planeta, 1997) y Reina Amelia, su primera novela
(Adriana Hidalgo, 1999).

La representación de la naturaleza en el arte es una vía de acercarnos a la poesía de Marosa di Giorgio, de entrar en su mundo de una naturaleza alucinada y a la vez domesticada. Di Giorgio siempre subraya el ambiente natural, un mundo de la chacra de su infancia donde los vegetales comunes –la calabaza, las arvejas, la cebolla– se entremezclan vertiginosamente con flores venenosas, con frutos mágicos, en campos por donde se mueven familiares, vecinos, animales, la Virgen, y seres nocturnos que seducen y asustan.
La abundancia campestre de este mundo se tiñe a veces de algo enfermizo, casi como si hubiera algo que infectara las raíces de las plantas para que nunca llegaran a su plenitud. A veces el escenario se parece a un Edén domesticado, pero siempre al borde de lo salvaje. La evocación de la naturaleza de esta manera es a la vez una nostalgia teñida de amenaza.

La naturaleza irresistible e intolerable de Marosa di Giorgio de Gwen Kirkpatrick.

Christmas de poesía y ciencia

El tejo y su fruto (las babas de ángel), Kepler y el copo de nieve de seis ángulos, la brumación o es un estado de aletargamiento de los reptiles y el demonio de Maxwell, cuatro christmas para despedir 2023 y recibir 2024 con algo de ciencia y poesía.

Christmas_TEJO_postal

«Aquí tenemos algo más pequeño que cualquier gota, pero con forma geométrica. Este es el regalo de Año Nuevo perfecto para un amante de la Nada, lo mejor que puede ofrecer un matemático, que nada tiene y nada recibe, ya que viene del cielo y parece una estrella». Strena seu de nive sexángula, Johannes Kepler (1611).

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«Et mox
bruma recurrit iners».
(y pronto
retorna el inerte invierno.)
Oda 7 del libro IV de Horacio.

christmas_brumación-culebraesculapio

¿Qué pasaría si hubiera una criatura
lo suficientemente pequeña para ver cada molécula y seguirla?
Nunca sabremos si lo que fuera que imaginó Maxwell
era un demonio, un elfo
o un cancerbero de gases con derecho de admisión;

Christmas_DEMONIO_Maxwell
Postales navideñas

postales_Navidad_ciencia_Christmas

Las cazadoras de setas

cazadoras_setas_hongos

Las cazadoras de setas

La ciencia, como sabes, mi pequeña, es el estudio
de la naturaleza y del comportamiento del universo.
Se basa en la observación, en la experimentación, en la medición,
y en la formulación de leyes para describir los hechos revelados.

Antiguamente, se decía, que los hombres ya venían con cerebros
diseñados para perseguir a las bestias de carne a la carrera,
para lanzarse a ciegas hacia lo desconocido,
y luego encontrar el camino de vuelta a casa cuando se perdían
transportando entre todos  el cuerpo de un antílope.
O, en un día malo de caza, nada.

Las mujeres, que no necesitaban perseguir a sus presas,
tenían cerebros que localizaban puntos de referencia y trazaban rutas entre ellos
a la izquierda en los arbustos de espinas y atravesando las peñas
mirando en el hueco del tronco del árbol medio caído,
porque allí a veces hay setas.

Antes del garrote de sílex, o de las herramientas de carnicero de sílex,
el primer utensilio de todos fue un cabestrillo para el bebé
para tener las manos libres
y también como recipiente para bayas y setas,
raíces y hojas buenas, semillas e insectos.
Luego un mortero de sílex para aplastar, triturar, moler o romper.

Y a veces los hombres perseguían a las bestias
en la profundidad de los bosques ,
y nunca regresaron.

Algunas setas te matarán,
mientras que otras te mostrarán dioses
y otras saciarán el hambre de nuestros estómagos. Identifíca.
Otras nos matarán si las comemos crudas
y nos matarán de nuevo si las cocemos una vez,
pero si las hervimos en agua de manantial, y tiramos el agua
y luego las hervimos una vez más, y volvemos a tirar el agua,
entonces podemos comerlas con seguridad. Observa.

Observa los partos, mide la hinchazón de los vientres y la forma de los pechos,
y a través de la experiencia descubre cómo traer a los bebés al mundo de forma segura.

Obsérvalo todo.

Y las cazadoras de setas repasan las rutas que recorren
y observan el mundo, e interpretan lo que observan.
Y algunas con éxito se lamen los labios,
mientras que otras mueren agarrándose el estómago.
Así se hacen y se dictan leyes sobre lo que es seguro. Formula.

Las herramientas que creamos para construir nuestras vidas:
nuestra ropa, nuestra comida, nuestro camino a casa…
todas estas cosas se basan en la observación,
en la experimentación, en la medición, en la verdad.

Y la ciencia, recuerda, es el estudio
de la naturaleza y del comportamiento del universo,
basado en la observación, la experimentación y la medición,
y la formulación de leyes que describen estos hechos.

La carrera continúa. Una científica primitiva
dibujó bestias en las paredes de las cuevas
para enseñar a sus hijos, ahora bien alimentados de setas
y de bayas, lo que sería seguro cazar.

Los hombres siguen corriendo tras las bestias.

Las científicas caminan más lentamente, subiendo a lo alto de la colina,
bajando hasta la orilla del agua, atravesando el lugar por donde fluye la arcilla roja.
Llevan a sus bebés en los cabestrillos que hicieron,
liberando sus manos para recoger las setas.
Las cazadoras de setas (Mushroom Hunters), poema de Neil Gaiman.

The Mushroom Hunters

Science, as you know, my little one, is the study
of the nature and behaviour of the universe.
It’s based on observation, on experiment, and measurement,
and the formulation of laws to describe the facts revealed.

In the old times, they say, the men came already fitted with brains
designed to follow flesh-beasts at a run,
to hurdle blindly into the unknown,
and then to find their way back home when lost
with a slain antelope to carry between them.
Or, on bad hunting days, nothing.

The women, who did not need to run down prey,
had brains that spotted landmarks and made paths between them
left at the thorn bush and across the scree
and look down in the bole of the half-fallen tree,
because sometimes there are mushrooms.
Before the flint club, or flint butcher’s tools,
The first tool of all was a sling for the baby
to keep our hands free
and something to put the berries and the mushrooms in,
the roots and the good leaves, the seeds and the crawlers.
Then a flint pestle to smash, to crush, to grind or break.

And sometimes men chased the beasts
into the deep woods,
and never came back.

Some mushrooms will kill you,
while some will show you gods
and some will feed the hunger in our bellies. Identify.
Others will kill us if we eat them raw,
and kill us again if we cook them once,
but if we boil them up in spring water, and pour the water away,
and then boil them once more, and pour the water away,
only then can we eat them safely. Observe.

Observe childbirth, measure the swell of bellies and the shape of breasts,
and through experience discover how to bring babies safely into the world.

Observe everything.

And the mushroom hunters walk the ways they walk
and watch the world, and see what they observe.
And some of them would thrive and lick their lips,
While others clutched their stomachs and expired.
So laws are made and handed down on what is safe. Formulate.

The tools we make to build our lives:
our clothes, our food, our path home…
all these things we base on observation,
on experiment, on measurement, on truth.

And science, you remember, is the study
of the nature and behaviour of the universe,
based on observation, experiment, and measurement,
and the formulation of laws to describe these facts.

The race continues. An early scientist
drew beasts upon the walls of caves
to show her children, now all fat on mushrooms
and on berries, what would be safe to hunt.

The men go running on after beasts.

The scientists walk more slowly, over to the brow of the hill
and down to the water’s edge and past the place where the red clay runs.
They are carrying their babies in the slings they made,
freeing their hands to pick the mushrooms.

Las islas Mergui de Gertrud Kolmar

Las islas Mergui

Las islas Mergui son huevas.
Simiente vertida ante el muslo de la rana,
que, Birmania azul, Siam amarilla, Annam verde,
se agacha y bracea, hundiendo el pie palmeado de Malaca
en las aguas de China.

No.
Mis islas Mergui no se bañan cantando en el océano índico.
Ellas surgen del mar de la noche, emergen en silencio
de la penumbra perpetua, sin día,
protuberancias con mechones de un negro verdoso, lomos
de búfalos inmensos que en las profundidades marinas
pastan un fuco castaño.
En sus ollares bulle la espuma.
La oscuridad brama en sus flancos. Pálido fuego sin llamas,
un relámpago
escapa tembloroso del cuerno arqueado.
Se extingue…

Bajo la maleza espinosa de la cima
se acurrucan pájaros sin alas con crines de caballo,
no identificados aún por naturalista alguno.
En un calvero rocoso
el ojo dorado de luna de la serpiente gris pizarra,
enroscada, inmóvil, se yergue en la noche eterna.
Pero en las grutas calcáreas.
cuyas paredes son devoradas por los hocicos de las olas,
roídos por los dientes de las gotas,
las iguanas marinas en gala nupcial verde malaquita
celebran lúbricos esponsales,
un buitre negro con la cara pelada, de un rojo azulado,
devora un pez de aletas púrpura,
de los orificios salen, veloces, oscuras golondrinas,
con las alas pardas, terrosas, el pecho
de un violeta sombrío,
florecen corales del color del clavel y del azafrán, aspirando
ya la presa, desplegando hacia ella el abanico
de sus tentáculos,
un gran caracol se envuelve en su manto de porcelana
con manchas de leopardo.
Y dormita.

Las naves fueron dispersadas por el viento.
Dispersadas… Despedazadas… Tablas a la deriva, jirones
del mundo que porta el cincel del artesano y el lápiz
del que escribe y el arado y el peso y la balanza
del comerciante,
mil ruedas impetuosas, mil palabras farfulladas
y el dinero. Aquí, en el inconstelado, se agazapa
el mudo crepúsculo,
lejos del tierno lamento lunar, de los cantos del sol
abrasadores, resplandecientes.
La tierra sueña, envuelta en el murmullo de los belfos
goteando sal de una nodriza viejísima.
Un resplandor mate, blancuzco, medita.
Sólo animal y planta.
Extraña rata de las cavernas, que incuba un huevo
del color de la turquesa, jaspeado de gris,
belladona, cuyas bayas de tinta
sumen a quien las come en el sueño de la muerte,
durante todo un año…
pero nadie se molesta en recogerlas.
Silencio. Ser todavía, sin hacer.
Allí donde los pámpanos prendidos con magros brazos
estrangulan los tallos minúsculos, imbricados,
bajo el plumaje de la acacia
el fruto solitario surge de la vaina verde profundo,
largo y redondeado, enhiesto, hinchándose en desnudo,
carnal, rubor.
Espera,
hasta que unos labios de aliento dulce, sensual,
susurrando, palpan entre la espesura, tocan,
se estremecen, envuelven:
tiembla,
y las vetas ocultas en la carne del fruto
derraman la semilla procreadora.

Gertrud Kolmar. Las islas Mergui del poemario Mundos. Edición de Berta Vías Mahou. Quaderns Crema, S. A. Acantilado.

Gertrud Kolmar, era el seudónimo de la poeta y escritora alemana Gertrud Käthe Chodziesner (Berlín, 10 de diciembre de 1894 – Auschwitz, marzo de 1943), detenida y deportada como judía en el campo de concentración de Auschwitz, donde murió víctima de la solución final nazi.

Información sobre la poeta y su obra:
Gertrud Kolmar (1884 – 1943: hedonismo y quimera en los territorios interiores. Dolors Sabaté Planes.

Gertrud Kolmar: un paraíso perdido, Radio Sefarad

Babas de ángel

Por su longevidad, el tejo es un árbol que desde la antigüedad se ha relacionado con la eternidad. Sus hojas, madera, corteza y semillas son tóxicos, solo el arilo (envoltura roja que rodea la semilla) es comestible. A estas falsas bayas, en algunos lugares se las conoce como ‘babas de ángel’.

 Babas de ángel

Al final del camino, junto a la ermita,
se alza el Tejo del Paraíso,
el Edén sombrío creado por la materia amorosa de los hongos.
Quien prueba su fruto adquiere la ciencia de la tierra sabia
y por un instante intercambia su saliva con los ángeles
comulgando con la fracción de vida de la muerte
porque sus semillas esconden el misterio del retorno.
Quien come de sus bayas quiebra la fugacidad de toda huella
porque su pisada arraiga
y se convierte en vestigio
alcanzando la vida de tres cuervos, tres lobos, tres serpientes,
y desciende
tres ciervos, tres caballos, tres toros,
y desciende tres generaciones atrás
hasta llegar a las trece eras desde la creación.

Elena Soto, poema de Invierno sin corazón (Kernlose winter)
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Molécula de taxol

El conocimiento sobre la toxicidad del tejo se pierde en la noche de los tiempos. El escritor latino Silio Itálico en su descripción sobre las costumbres de los cántabros relata cómo el suicido era una práctica habitual entre los guerreros capturados por el enemigo, que se envenenaban con pócimas elaboradas con las semillas de este árbol.
A comienzos de la década de los 60 el botánico Arthur Barclay participaba en un proyecto del Instituto Nacional del Cáncer (Estados Unidos) que buscaba descubrir propiedades antitumorales de las plantas. Entre las más de 30.000 muestras que se recolectaron, Barclay recogió 15 libras de ramas, agujas y corteza del tejo del Pacífico; posteriormente, Monrroe E. Wall y Mansukh C. Wani aislarían, a partir de la corteza, el ingrediente activo paclitaxel (Taxol), considerada una de las sustancias anticancerígenas más importantes de los últimos años.
Pero este principio tenía que ser extraído de su fuente natural, la corteza y agujas de un tejo. Para obtener un sólo gramo de paclitaxel se requerían entonces 10 kilos de corteza de tres árboles centenarios, que morían después del descortezamiento.
La primera síntesis completa de Taxol en el laboratorio fue realizada en 1994. Por su complejidad esta molécula fue todo un reto para la química orgánica. Ahora se sabe que el paclitaxel está presente en prácticamente toda la planta y en todas las especies de tejos. El desarrollo de nuevos métodos de producción, como la síntesis parcial, a partir de precursores que se encuentran en el follaje, o el cultivo de células de tejo ‘in vitro’ o con microorganismos, parece que está dando un respiro a la especie.
The Yew Fortingall (Taxus baccata) es un tejo milenario en el cementerio de la pequeña localidad de Fortingall en Perthshire (Escocia).

En el alfabeto Ogham, un sistema de signos en cada muesca o grupo de incisiones representa una letra, era común que éstas se relacionasen con los árboles. Idad, Tejo “el más viejo de los árboles”.
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Murciélago magueyero

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‘Leptonycteris yerbabuenae’ murciélago magueyero menor

Murciélago magueyero

Malcolm ayuda a bien morir a un murciélago herido
en su pecho late todavía el corazón del agave.
No hay mezcal que acalle el salmo de los grillos.
Aunque no es pan de muertos,
un último trago alivia la partida.
Malcolm le echa el aliento
y el hocico del ángel reconoce en el vaho
el aroma almizclero de las flores.
Bajo el volcán, hay licores santos
que empujan al espíritu a salir de las grietas,
a vagar buscando el agua vegetal,
a vagar buscando el polen.
Los sonidos son ecos de cuevas y tabernas
y el coro de los grillos ya es un miserere,
Malcolm busca un sudario,
este ser alado es hermano de noche,
en cálices y copas han bebido tinieblas,
apurado el néctar del maguey mezcalero
bajo las estrellas, hasta ver la cruz.

El murciélago magueyero menor (Leptonycteris yerbabuenae) es el principal polinizador de los agaves de donde se obtienen el mezcal y la tequila. Visitan las plantas durante la noche cuando las flores producen más néctar.

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“La historia de los murciélagos nectarívoros y de los agaves surgió en un mismo momento y lleva millones de años entrelazada. Si perdemos a uno es muy probable que los perdamos a los dos. Las poblaciones de murciélagos se han estado empequeñeciendo debido a la pérdida de sus hábitats y la cada vez más creciente industria del mezcal también ha diezmado a las poblaciones de agaves. Si no tenemos cuidado podríamos perder a estos dos seres cuya historia parece que no se puede escribir separada”.

El agave y el murciélago Agustín Ávila Casanueva

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El murciélago magueyero menor (Leptonycteris yerbabuenae) es el principal polinizador de los agaves de donde se obtienen el mezcal y la tequila. Visitan las plantas durante la noche cuando las flores producen más néctar.
El magueyero estuvo al borde de la extinción y el investigador Rodrigo Medellín, tiene mucho que ver en la recuperación de esta especie. A Medellín, profesor de Biología de Vertebrados de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), su trabajo de conservación e interés por los murciélagos le han valido el nombre del «Batman de México”.
Protagoniza el documental, producido por la BBC y Windfall Films, «The Bat Man of Mexico» que busca acabar con la mala fama que tiene el murciélago, un animal que contribuye al control de plagas, dispersión de semillas y polinización de árboles y plantas.

Los hongos nacen en silencio…

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Los hongos nacen en silencio…

Los hongos nacen en silencio; algunos nacen en silencio; otros con un breve alarido, un leve trueno. Unos son blancos, otros rosados, ése es gris y parece una paloma, la estatua a una paloma; otros son dorados o morados. Cada uno trae -y eso es lo terrible- la inicial del muerto de donde procede. Yo no me atrevo a devorarlos; esa carne levísima es pariente nuestra. Pero, aparece en la tarde el comprador de hongos y empieza la siega. Mi madre da permiso. Él elige como un águila. Ese blanco como el azúcar, uno rosado, uno gris. Mamá no se da cuenta que vende a su raza.

De «Los papeles salvajes» de Marosa di Giorgio (1932, Salto – 2004, Montevideo)

Marosa di Giorgio Médici (Salto, 16 de junio de 1932 – Montevideo, 17 de agosto de 2004)

A mitad de camino entre el reino animal y el vegetal, el reino Fungi o reino de hongos, está formado por criaturas extrañas y misteriosas de las que sabemos muy poco. Son organismos heterótrofos, es decir, como los animales dependen de otros para sobrevivir, pero no pueden moverse para buscar el alimento, por lo que han desarrollado sus propias estrategias; por un lado, tienen un poderoso sistema enzimático que les permite degradar casi todo; por otro, digieren el alimento fuera de su cuerpo para después ingerirlo por absorción y, además tienen la capacidad de crear relaciones con todo tipo de organismos, animales y vegetales. La mayoría de las plantas de nuestro planeta no podrían vivir sin los hongos que llevan asociados que les ayudan a absorber los nutrientes necesarios.

Líquenes crustáceos

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Los líquenes son organismos formados por la simbiosis de un hongo y un alga. El hongo aporta al alga agua y sales minerales y el alga realiza la fotosíntesis, cediéndole materiales orgánicos. Su estrecha unión les permite sobrevivir en las condiciones ambientales más adversas.

Líquenes crustáceos
Aferrados a la roca, los líquenes
recuerdan la mirada desvalida de los perros
la caricia frágil de los vagabundos
esbozando sobre el lomo con ternura
los contornos de lo inhóspito.
Con la pasión de los seres que se saben imperfectos,
hongos y algas se aman sin condiciones,
se estrechan,
comparten su mendrugo de rocío y luz
y van creciendo lentos
Hay quien dice que se miran a los ojos
absorben su agonía
y boca a boca, dulcemente, la transforman
en latidos silenciosos
que penetran la piedra.
Bajo pieles minerales
los líquenes disuelven la carne arenosa
en abstracción lírica
como el jinete azul disuelve
la calma invariable del paisaje.
Hay quien dice que son una quimera
en el espinazo de las rocas,
colores cabalgando en un reino sin reino.

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El jinete azul (Der blaue reiter), Wassily Kandinsky (1903)

Los líquenes crustáceos son el grupo más numeroso. Fuertemente adheridos al sustrato y en muchos casos penetrándolo, tienen un crecimiento muy lento —unos pocos milímetros por año—. La mayoría son saxícolas (viven sobre la roca).
Para comprobar sus reacciones al espacio exterior, se envió a la Estación Espacial Internacional una maleta con organismos vivos, entre ellos líquenes, que no solo sobrevivieron durante 18 meses a la exposición directa al espacio, sino que de vuelta a la Tierra ‘despertaron’ y continuaron creciendo. La recuperación de su actividad biológica ha sido “sorprendente” y en algunos casos mostraron tasas fotosintéticas incluso superiores a las que poseían antes de su viaje espacial.

La vida secreta de los líquenes:

Esta entrada fue publicada originalmente en la sección de ciencia y poesía de Tam Tam Press