Kaneko Misuzu, poemas

Kaneko Misuzu_poemas

Estrellas y dientes de león

En lo profundo del cielo azul
como guijarros en el fondo del mar,
yacen las estrellas invisibles a la luz del día
hasta que llega la noche.
No puedes verlas, pero están ahí.
Aunque las cosas sean invisibles, siguen ahí.

Los dientes de león marchitos y sin semillas
escondidos en las grietas de las tejas
esperan en silencio a la primavera,
sus fuertes raíces no se ven.
Aunque sean invisibles, están ahí.
Las cosas, aunque no se vean, siguen ahí.

Stars and dandelions

Deep in the blue sky,
like pebbles at the bottom of the sea,
lie the stars unseen in daylight
until night comes.
You can’t see them, but they are there.
Unseen things are still there.

The withered, seedless dandelions
hidden in the cracks of the roof tile
wait silently for spring,
their strong roots unseen.
You can’t see them, but they are there.
Unseen things are still there.

Kaneko Misuzu (1903-1930)

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Gran captura

Al amanecer,
maravilloso amanecer
¡Es una gran captura!
¡Una gran pesca de sardinas!
En la playa, es una fiesta
pero en el mar,
se celebran funerales
por las decenas de miles de muertos.

Big catch

At sunrise, glorious sunrise

it’s a big catch!

A big catch of sardines!
On the beach, it’s like a festival

but in the sea, they will hold

funerals

for the tens of thousands dead.

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Maravilla

Me pregunto por qué
la lluvia que cae de las nubes negras
brilla como la plata.

Me pregunto por qué
el gusano de seda que come hojas verdes de morera
es tan blanco.

Me pregunto por qué
la flor de la luna que nadie cuida
florece sola.

Me pregunto por qué
a todos los que pregunto
sobre estas cosas
se ríen y dicen: «Así son las cosas».

Wonder

I wonder why
the rain that falls from black clouds
shines like silver.

I wonder why
the silkworm that eats green mulberry leaves
is so white.

I wonder why
the moonflower that no one tends
blooms on its own.

I wonder why
everyone I ask
about these things
laughs and says, “That’s just how it is.”

Kaneko Misuzu. Poemas en inglés y japonés
Kaneko Misuzu (1903-1930), cuyo verdadero nombre era Kaneko Teru, nació en Nagato, un pequeño pueblo pesquero de la provincia de Yamaguchi. Huérfana de padre a los tres años, se crio al cuidado de su madre, que trabajaba en una librería, por lo que desde niña se familiarizó con la lectura. A los 20 años, publicó sus primeros poemas en revistas literarias, pero su carrera se trunca por un matrimonio concertado con un hombre que la obliga a renunciar a la literatura, prohibiéndole escribir.
De esta unión nace una niña y comienza su desgracia; su marido le contagia una enfermedad venérea y, cuando decide divorciarse, le reclama la custodia de su hija. Sumida en la depresión, la víspera del día establecido para que la entregara a su marido, Misuzu se suicida, dejando un mensaje en el que pide que la pequeña quede al cuidado de la abuela. Tenía 26 años.
Su hermano guardó sus cuadernos con más de 500 poemas. que no se pudieron publicar, y su obra cayó en el olvido.
En 1966, el poeta Setsuo Yazaki mientras hojeaba un libro, se topó con «Gran captura», un poema que le impactó y quiso saber más sobre su desconocida autora, pero se encontró con un vacío casi total. Comenzó a tirar del hilo y, tras 16 años, dio con el hermano de la poeta, que todavía conservaba sus manuscritos. En 1982 Setsuo Yazaki dio a conocer la existencia de tres cuadernos con 512 poemas escritos a mano por la propia Kaneko. La totalidad de la colección fue publicada en la antología “Obras completas de Kaneko Misuzu”, (1984).
La obra de Kaneko pertenece al género dōyō: canciones y poemas con aire infantil que, tras su aparente ingenuidad, transmiten las profundidades del alma humana.

Año 1990 de Nuestro Señor, en el punto azul pálido

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Año 1990 de Nuestro Señor, en el punto azul pálido

Ante un mundo atónito,
en noviembre de 1989, cae el muro de Berlín.
A unos 4.700 millones de kilómetros de la Tierra,
se cierran los ojos de la Voyager 2
tras haber sobrevolado Neptuno
y su excéntrica luna Tritón.
Mientras la multitud se agolpa en la Puerta de Brandeburgo,
la Nasa desactiva las cámaras de la nave
y, a ciegas, la sonda viajera
continúa su travesía hacia los confines del Sistema Solar.

El sueño del “Grand Tour” comenzó el verano de 1961
con una computadora de IBM
y un matemático programando series de ecuaciones
para resolver el problema de ‘los tres cuerpos’.
La pesadilla del muro comenzó también ese mismo verano
con la «Operación Rosa»,
un anillo de alambre de espino rodeando Berlín,
para resolver el problema del éxodo
de los muchos cuerpos que querían atravesar a occidente;
En Pasadena, Michael Minovitch
se enfrascó en la mecánica celeste,
dibujando trayectorias y rutas
para futuras misiones espaciales.
Nadie lo escuchó.
En Berlín los soldados levantaron bloques de hormigón,
cegaron ventanas, electrificaron vallas…
Un muro partió la ciudad en dos.
La población quedó dividida.
Nadie la escuchó.

En 1977, cuando los planetas se alinearon
y las Voyager partieron rumbo al infinito,
Berlin Este siguió bajo el influjo de astros infaustos,
tapiado el horizonte por un telón en blanco y negro.
Desde el espacio, a todo color,
llegaban a la tierra miles de imágenes
-Una Gran Mancha Roja abría sus pétalos
en el hemisferio sur de Júpiter;
sobre el limbo de Ío
se elevaba la pluma azul de Prometeo-
-Corría el año 1979 de Nuestro Señor el gigante gaseoso-
Los dioses volvieron a ocupar su lugar en el panteón celeste.

De la Europa celeste de las Voyagers
a la Europa de los estados satélites soviéticos,
de las grietas de su corteza helada
a las de la segunda guerra fría.
Mundos extravagantes
en los que orbitan imágenes icónicas,
como la del beso fraterno entre Brezhnev y Honecker
o la de la gran luna Ganimedes, una bola navideña en el espacio.
Pero todavía tendremos que esperar una década
hasta que el muro se derrumbe
y las Voyagers tomen el “Retrato de la familia” del Sistema Solar.

El año 1990 de Nuestro Señor, en el punto azul pálido,
la historia se acelera y el tiempo nos alcanza.
«Free, free Nelson Mandela» gritan en Ciudad del Cabo,
en todo el país repican las campanas y
ondean las banderas del Congreso Nacional Africano.
«Somos un pueblo», gritan en Berlin,
pidiendo la reunificación alemana.
El Pacto de Varsovia comienza a disolverse,
a su manera, con la doctrina Sinatra…
Aunque pocos lo saben,
la Vogager 1 se dirige hacia el espacio interestelar,
y antes de que apaguen sus cámaras, se gira
para echar un último vistazo a nuestro loco mundo
desde seis mil millones de kilómetros.

Mientras el muro se fragmenta en miles de pedazos,
en un punto del pixel,
Dimitri Vrúbel hace bocetos para el recuerdo
inspirados en la foto del beso socialista,
«Dios mío, ayúdame a sobrevivir a este amor mortal»
se titula el mural.
Era el 14 de febrero de 1990.

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Entre el 9 de noviembre del año 1989, día en el que cayó el muro de Berlín, y la primera quincena del mes de febrero del año siguiente, transcurre un trimestre frenético cargado de acontecimientos que cambiaron el mundo. El 9 de febrero de 1990 comienzan las obras de derribo del muro, al día siguiente, Gorbachov da el visto bueno para la reunificación alemana, que se producirá este mismo año. El 11 de febrero, en Sudáfrica, Nelson Mandela es puesto en libertad, tras 27 años en prisión, -era el principio del fin del apartheid-.
La cascada de acontecimientos se sucede, el Sóviet Supremo se plantea la disgregación de las repúblicas de la Unión Soviética y los países del bloque del Este inician un rápido proceso de democratización. Esta vorágine, que acabará con la disolución de la URSS y la desaparición del Pacto de Varsovia, desembocará en el final de la Guerra Fría y la construcción de un nuevo orden mundial.

En el cosmos, entre el otoño de 1989 y el invierno de 1990, las sondas Voyager marcaron un hito en la exploración espacial, al concluir el Grand Tour por los cuatro planetas gigantes en menos de una década. Tras la visita de la Voyager 2 al sistema de Neptuno, se apagaron sus cámaras, nunca más volvería a tomar imágenes de ningún cuerpo estelar.
La primera quincena de noviembre, la Voyager 1 sobrevoló Saturno y algunas de sus lunas, pero antes de iniciar su misión Interestelar realizó una última secuencia de 60 fotografías, era la última oportunidad de hacer un «Retrato de la familia del Sistema Solar» . En este mosaico de imágenes, la Tierra, apenas es un punto azul pálido en la inmensidad del espacio. Media hora más tarde de retratar a nuestro planeta, las cámaras de la Voyager 1 se apagaron. Estas serían las últimas de las más de 67 000 imágenes tomadas por la misión.

En su travesía por el espacio interestelar, Voyager 2 ya está a 20.000 millones de kilómetros de la Tierra y Voyager 1 a más de 24.000, aunque desde hace unos meses su unidad de telecomunicaciones comenzó a fallar y la NASA tiene problemas para repararla.

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Esta entrada, dedicada al punto azul pálido, participa en polidivulgadores de Hypatiacafe @hypatiacafe.

Las viajeras estelares

El 5 de septiembre de 1977 se lanzó desde Cabo Cañaveral la sonda Voyager 1. Su hermana gemela, Voyager 2, había despegado 16 días antes, el 20 de agosto, 47 años después, se han convertido en los objetos fabricados por el hombre que han viajado más lejos de nuestro planeta.
En la segunda mitad del siglo XX comenzó la carrera espacial, la rivalidad entre Estados Unidos y la Unión Soviética por la conquista del espacio hizo volar la imaginación de buena parte de la población mundial. En la década de los 70, millones de personas estaban enganchados por la exploración del cosmos y el estreno de la primera película de la saga ‘La Guerra de las Galaxias’, en 1977, desató la fiebre por la ciencia ficción.
En este contexto de misiones espaciales y contiendas estelares comenzaron su travesía las naves Voyager, que viajan con un disco de oro titulado «Los sonidos de la Tierra«, un compendio de datos elaborado por un comité presidido por Carl Sagan, que lo denominó una “botella en el océano cósmico”.
Pero en esta época los astros estaban también en sintonía; los planetas exteriores del Sistema Solar se alinearon a finales de la década de los 70 y su colocación era idónea para la asistencia gravitacional. Este efecto tirachinas permitió a las naves viajar a gran velocidad sin apenas consumir combustible. La sonda Voyager 2, por ejemplo, aprovechando sucesivamente el tirón de Júpiter, Saturno y Urano alcanzó Neptuno en 1989, sin este efecto hubiera tardado unos 30 años más. La fecha de lanzamiento no fue casual, los científicos sabían que los planetas no volverían a estar situados en esas posiciones concretas hasta el 2152. Pero ¿quién había llegado a esas conclusiones?
Para viajar a los planetas exteriores hace falta escapar de la fuerza gravitacional que ejerce el Sol y, en los años 60, la NASA no podía asegurar vida útil a una sonda más allá de unos meses, en esta época un joven matemático, Michael Minovitch, que realizaba el doctorado en el Jet Propulsion Laboratory (JPL), decidió dedicar su tiempo libre a resolver el problema de “los tres cuerpos”, programando en la nueva computadora IBM series de ecuaciones que le ayudaran a resolver la incógnita. Obtuvo una información bastante exacta sobre las posiciones de los planetas y demostró que si una nave pasa cerca de un planeta que orbita alrededor del Sol puede apropiarse de parte de la velocidad orbital de ese astro y acelerar en dirección opuesta al Sol sin utilizar el combustible de propulsión.
Intento por convencer a la Nasa de la importancia de su descubrimiento, dibujó a mano numerosas trayectorias de hipotéticas misiones, entre ellas una ruta específica que, años más tarde, se convertiría en la trayectoria de las sondas Voyager. Pero era el año 1962 y en el JPL estaban enfrascados con el Proyecto Apolo y nadie prestó mayor atención a su hallazgo.
El proyecto fue tomando forma cuando el ingeniero espacial Gary Flandro, partiendo de los estudios de Minovitch, comenzó a refinar los cálculos y cayó en la cuenta de que si entre 1976-1978 se lanzaba una sonda, ésta podría visitar los cuatro planetas exteriores, o bien varias combinaciones de los mismos además de Plutón. Finalmente, la NASA aceptó la idea de una gran expedición y, en 1970, se consiguieron los fondos para la construcción de dos naves espaciales gemelas que se convertirían en las Voyagers.
Tras enormes dificultades técnicas y cambios de planes, la misión fue todo un éxito, la Voyager 1 sobrevoló a Júpiter y Saturno y, a continuación, después de visitar Titán (luna de Saturno), abandonó la eclíptica del Sistema Solar. La Voyager 2, después de visitar Júpiter y Saturno, siguió su camino hacia Urano y Neptuno, dejando la eclíptica tras el paso sobre Tritón (luna de Neptuno). Ambas han realizado hallazgos asombrosos, como el descubrimiento de 22 nuevos satélites, anillos en Júpiter o que Europa parece estar cubierta por un vasto océano de hielo y continúan su viaje. En septiembre de 2013 la Nasa anunció que la Voyager 1 había atravesado la heliosfera, una burbuja que rodea a todo el Sistema Solar.
Lo más sorprendente es que 47 años después todavía siguen enviando señales y los datos de sus diferentes instrumentos.
Si una imagen pudiera representar esta misión, sería la tomada por la Voyager 1 desde una distancia de 6000 millones de kilómetros, en el que nuestro planeta visto desde los confines del sistema solar queda casi reducido a un pixel en la fotografía y que fue bautizada Un punto azul pálido.

Acoplado a un costado de las naves, viaja el disco de oro de las Voyager “Sonidos de la Tierra”, un compendio de datos que nos representara como humanidad, elaborado por un comité presidido por el astrónomo y escritor Carl Sagan. Entre los sonidos enviados al Cosmos, como mensaje en una botella, está la canción ‘Dark Was the Night, Cold Was the Ground‘, (Oscura era la noche, fría estaba la Tierra) de Blind Willie Johnson.

Oscura era la noche, fría estaba la Tierra

“Oscura era la noche, fría estaba la Tierra”,
el blues de ‘Blind’ Willie Johnson,
junto con el canto nocturno de los navajos
y los latidos del corazón de Ann Druyan
ya han cruzado el Cinturón de Kuiper.
—La NASA anunció que la Voyager 1
dejaba atrás la heliopausa, abandonando el Sistema Solar—.
Desamparados en la Vía Láctea,
arropados tan solo por gas ionizado,
los esquemas de ADN y las leyes de Newton
duermen su letargo cósmico
en los surcos del disco de oro de la Voyager
con otros ‘grandes éxitos’ del Planeta.
Escucho el gemido de la guitarra
mientras oscurece en esta parte de la Tierra,
y el verano se debilita, como la señal de la Voyager.
La luna mengua,
y el lamento de ‘Blind’ en las calles de Beaumont,
se desplaza hacia la nube de Oort,
—en unos 40.000 años se aproximará a la constelación de la Jirafa—.
Entre rasgueo y rasgueo,
repaso el inventario que vaga en el abismo
y que intenta explicar “a quién corresponda”
la deriva continental, la evolución de los vertebrados
o el endemoniado tráfico de una ciudad en hora punta.
En la carátula,
una descripción del lugar de nuestro planeta en la Galaxia,
un átomo de hidrógeno
y las instrucciones de uso y manejo del disco.
“Dark was the night, cold was the ground”
(Oscura era la noche, fría estaba la Tierra),
Un blues desvalido en la frontera.
Voz profunda adentrándose en el espacio profundo,
mensajera frágil “en el áspero camino hacia las estrellas”.

Más información
«El beso fraternal socialista«, 1979. El fotógrafo Regis Bossu logró captar este momento en el que Leonid Brezhnev y Erich Honecker se dan un «beso». Posteriormente, la imagen sirvió de inspiración para un mural,  pintado en 1990, por el artista ruso Dmitri Vrúbel en la East Side Gallery, una sección del muro de Berlín.

La naturaleza salvaje de Marosa Di Giorgio

MAROSA_DI_GIORGIO_papeles_salvajes

El gladiolo es una lanza con el costado lleno de claveles, es un cuchillo de claveles; ya salta la ventana, se hinca en la mesa; es un fuego errante, nos quema los vestidos, los papeles. Mamá dice que es un muerto que ha resucitado y nombra a su padre y a su madre y empieza a llorar.

El gladiolo rosado se abrió en casa.
Pero ahuyéntalo, dile que se vaya.
Esa loca azucena nos va a asesinar.

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Me acuerdo de los repollos acresponados, blancos, -rosanieves
de la tierra, de los huertos-, de marmolina, de la porcelana más
leve, los repollos con los niños dentro:
Y las altas acelgas azules.
Y el tomate, riñón de rubíes.
Y las cebollas envueltas en papel de seda, papel de fumar, como
bombas de azúcar, de sal, de alcohol.
Los espárragos gnomos, torrecillas del país de los gnomos.
Me acuerdo de las papas, a las que siempre plantábamos en el
medio un tulipán.
Y las víboras de largas alas anaranjadas.
Y el humo del tabaco de las luciérnagas, que fuman sin reposo.
Me acuerdo de la eternidad.

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Me encantan la magnolia amarilla,
y la magnolia rosada y amarilla,
y la magnolia blanca como un estrella,
y la magnolia con rayas grises,
ésa parece una pájara del bosque,
una polla con las alas abiertas.
Pido a papá que me traiga la magnolia que nadie tiene;
y él va y la corta en el minuto preciso,
y la trae al medio de la pieza,
y ella abre los grandes pétalos perfumados,
y le cuelga la cabecita gris sangrando.

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Traemos una hoja parda, una hoja de violeta, una hoja redonda, una hoja estriada.
Sobre la mesa, las violetas con su delicado tentáculo, su melenita azul. Ese perfume y ese color son del trasmundo, del submundo, de donde viene el Señor, el Negro, el mariposa de plata, de muchísimas alas, apoyándose en una, en otra.
Todos quieren matarle, deshacerle, pero resulta imposible, porque es inmortal, y se desliza con un raro barullo; le siguen antiguos niños, papeles rotos, y violetas.

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Las margaritas abarcaron todo el jardín, primero, fueron como
un arroz dorado; luego, se abrían de verdad; eran como pájaros
deformes, circulares, de muchas alas en torno a una sola cabeza
de oro o de plata. Las margaritas doradas y plateadas quemaron
todo el jardín. Su penetrante perfume a uvas nos inundó, el pe-
entrante perfume a uvas, a higo, a miel, de las margaritas, que-
mó toda la casa. Por ellas, nos volvíamos audaces, como locos,
como ebrios. E íbamos a través de toda la noche, del alba, de la
mañana, por el día, cometiendo el más hermoso de los pecados,
sin cesar.

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Me libré de los jazmines. Antes, en diciembre, crecían
anchos como viñas. Era casi imposible ir al colegio; mamá,
igual,me ponía el vestido de organdí blanco y los moños, y
me empujaba entre aquellas flores que no admitían otra cosa
que su locura, su brío, su vida apasionada e inmaculada. El
perfume era tal, que se podía tocar como si fuera un tul o una
espuma; a veces, de tan blanco, se volvía plateado, y hasta
celeste. Una vez el organdí se me deshizo; era imposible
andar o detenerse; quedé desnuda entre aquellas copas
velatorias; se formaban desesperadamente, y, a la vez, no
tenían ningún interés por mí; no sé cómo pude salir viva de
aquella vida, del rosal siniestro del Jazmín del Cabo.

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Las avispas eran finísimas. Como los ángeles, cabían muchas en un punto. Todas parecían señoritas, maestras de baile. Imité su murmullo bastante bien. Rondaron sobre las flores blancas del manzano, las ocres del membrillo, las duras rosas rojas del granado. O en las fuentecitas, donde mi prima, mi hermana y yo las mirábamos con la mano en el mentón. Ante ellas fuimos gigantes, monstruos. Pero lo más pasmoso era los cartones que fabricaban; casi de golpe, aparecían sus palacios de grueso papel gris, entre las hojas y, adentro, platos de miel.
Mientras, proseguía el lagarto cazando huevos de gallina, calientes golosinas; cruzaban las víboras azules como el fuego, subían claveles labrados y rizados, iguales a copas de arroz y de frutilla.
El mundo, por todas partes, acuciante, encantador.
Y una cara, separada, sólo pintada, iba entre las hojas, ojos bajos, boca abierta y roja.
Y cuando ya había pasado, pasaba una vez más.

Marosa Di Giorgio (Salto, Uruguay, 1932- Montevideo, 2004). Su obra poética, reunida bajo el título de Los Papeles Salvajes, se le otorgó el I Premio Internacional de Poesía en lengua castellana, convocado por el Festival Internacional de Poesía de Medellín. Algunos de sus libros publicados son: Poemas (1954); Humo (1955); Druída (1959); Historial de las violetas (1965); La guerra de los huertos (1971); Clavel y tenebrario (1979); La liebre de marzo (1981); Mesa de esmeralda (1985); La falena (1989); y Membrillo de Lusana (1989). En prosa, publicó Misales (Calicanto, Montevideo, 1993); Camino de las pedrerías (Planeta, 1997) y Reina Amelia, su primera novela
(Adriana Hidalgo, 1999).

La representación de la naturaleza en el arte es una vía de acercarnos a la poesía de Marosa di Giorgio, de entrar en su mundo de una naturaleza alucinada y a la vez domesticada. Di Giorgio siempre subraya el ambiente natural, un mundo de la chacra de su infancia donde los vegetales comunes –la calabaza, las arvejas, la cebolla– se entremezclan vertiginosamente con flores venenosas, con frutos mágicos, en campos por donde se mueven familiares, vecinos, animales, la Virgen, y seres nocturnos que seducen y asustan.
La abundancia campestre de este mundo se tiñe a veces de algo enfermizo, casi como si hubiera algo que infectara las raíces de las plantas para que nunca llegaran a su plenitud. A veces el escenario se parece a un Edén domesticado, pero siempre al borde de lo salvaje. La evocación de la naturaleza de esta manera es a la vez una nostalgia teñida de amenaza.

La naturaleza irresistible e intolerable de Marosa di Giorgio de Gwen Kirkpatrick.

Cent mille milliards de poèmes de Queneau

Cent mille milliards de poèmes_Queneau

10 sonetos diferentes en 10 páginas distintas, recortados en tiras (en cada tira un verso), de manera que, al abrir el libro se puede leer el primer verso del primer poema, seguido del segundo verso del segundo poema o del tercero o del cuarto…, porque hay diez posibles maneras de elegir primer verso, diez de seleccionar el segundo de manera independiente, y así hasta el catorce. El número total de combinaciones posibles es 10 elevado a 14 (100.000.000.000.000), Son, por tanto, cien billones.
Queneau hace un cálculo del tiempo que se necesitaría para leer todos los poemas posibles: 45 sg para leer un poema, 15 sg para cambiar las tiras, 8 horas de lectura al día, 200 días de lectura al año… un millón de siglos de lectura.

El libro puede leerse de modo convencional, como un conjunto de diez páginas (10 sonetos) uno en cada página, o puede hojearse e ir combinando los versos (100 billones de posibles poemas), el libro de nunca acabar.

Las 140 lineas

Le roi de la Pampa retourne sa chemise
Lorsque tout est fini lorsque l’on agonise
Le cheval Parthénon s’énerve sur sa frise
Le vieux marin breton de tabac prit sa prise
C’était à cinq o’clock que sortait la marquise
Du jeune avantageux la nymphe était éprise
Il se penche il voudrait attraper sa valise
Quand l’un avec l’autre aussitôt sympathise
Lorsqu’un jour exalté l’aède prosaïque
Le marbre pour l’acide est une friandise

Pour la mettre à sécher aux cornes des taureaux
Lorsque le marbrier astique nos tombeaux
Depuis que lord Elgin négligea ses naseaux
Pour de fin fond du nez exciter les arceaux
Pour consommer un thé puis des petits gâteaux
Snob un peu sur les bords des bords fondamentaux
Que convoitait c’est sûr une horde d’escrocs
Se faire il pourrait bien que ce soit des jumeaux
Pour déplaire au profane aussi bien qu’aux idiots
D’aucuns par dessus tout prisent les escargots

Le cornedbeef en boîte empeste la remise
Des êtres indécis vous parlent sans franchise
Le Turc de ce temps-là pataugeait dans sa crise
Sur l’antique bahut il choisit sa cerise
Le chauffeur indigène attendait dans la brise
Une toge il portait qui n’était pas de mise
Il se penche et alors à sa grande surprise
La découverte alors voilà qui traumatise
La critique lucide aperçoit ce qu’il vise
Sur la place un forain de feu se gargarise

Et fermentent de même les cuirs et les peaux
Et tout vient signifier la fin des haricots
Il chantait tout de même oui mais il chantait faux
Il n’avait droit qu’à une et le jour des Rameaux
Elle soufflait bien par dessus les côteaux
Des narcisses on cueille ou bien on est des veaux
Il ne trouve aussi sec qu’un sac de vieux fayots
On espère toujours être de vrais normaux
Il donne à la tribu des cris aux sens nouveaux
Qui sait si le requin boulotte les turbots ?

Je me souviens encor de cette heure exquise
On vous fait devenir une orde de marchandise
Le cheval Parthénon frissonnait sous la bise
Souvenez-vous mes amis de ces îles de Frise
On était bien surpris par cette plaine grise
Quand on prend des photos de cette tour de Pise
Il déplore il déplore une telle mainmise
Et pourtant c’était lui le frère de feintise
L’un et l’autre a raison non la foule insoumise
Du voisin le Papou suce l’apophyse

Les gauchos dans la plaine agitaient leurs drapeaux
On prépare la route aux pensers sépulcraux
Du client londonien où s’ébattent les beaux
Où venaient par milliers s’échouer les harenceaux
Quand se carbonisait la fureur des châteaux
D’où Galilée jadis jeta ses petits pots
Qui se plaît à flouer de pauvres provinciaux
Qui clochard devenait jetait ses oripeaux
Le vulgaire s’entête à vouloir des vers beaux
Que n’a pas dévoré la horde des mulots ?

Nous avions aussi froids que nus sur la banquise
De la mort on vous greffe une orde bâtardise
Il grelottait le pauvre aux bords de la Tamise
Nous regrettions un peu ce tas de marchandise
Un audacieux baron empoche toute accise
D’une étrusque inscription la pierre était incise
Aller à la grande ville est bien une entreprise
Un frère même bas est la part indécise
L’un et l’autre ont raison non la foule imprécise
Le gourmet en salade avale la cytise

Lorsque pour y distraire y plantions nos tréteaux
La mite a grignoté tissus, os et rideaux
Quand les grêlons gin mars mitraillent les bateaux
Lorsqu’on voyait au loin flamber les arbrisseaux
Lorsque vient le pompier avec ces grandes eaux
Les Grecs et les Romains en vain cherchent leurs mots
Elle effraie le Berry comme les Morvandiaux
Que les parents féconds offrent aux purs berceaux
A tous n’est pas donné d’aimer le chocs verbaux
L’enfant put aux yeux bleus aimer le berlingot

Du pôle à Rosario fait une belle trotte
Le brave a beau crier ah cré non saperlotte
La Grèce de Platon à coup sûr n’est point sotte
On sèche le poisson dorade ou molve lotte
Du Gange au Malabar le lord anglais zozotte
L’esprit souffle et resouffle au-dessous de la botte
Devant la boue urbaine on retrousse sa cotte
Le généalogiste observe leur bouillotte
Le poète inspiré n’estpoint polyglotte
Le loup est amateur de coq et de cocotte

Aventures on eut qui s’y pique s’y frotte
Le lâche peut arguer de sa mine pâlotte
On comptait les esprits acérés à la hotte
On sale le requin on fume à l’échalotte
Comme à Chandernagor le manant sent la crotte
Le touriste à Florence ignoble charibotte
On gifle le marmot qui plonge sa menotte
Gratter le parchemin deviendra sa marotte
Une langue suffit pour emplir sa cagnotte
Le chat fait un festin de têtes de linotte

Lorsqu’on boit du maté l’on devient argentin
Les croque-morts sont là pour se mettre au turbin
Lorsque Socrate mort passait pour un lutin
Lorsqu’on revient au port en essuyant un grain
Le colonel s’éponge un blason dans la main
L’autocar écrabouille un peu l’esprit latin
Lorsqu’il voit la gadoue il cherche le purin
Il voudra retrouver le germe adultérin
Même s’il prend son sel au celte c’est son bien
Le chemin vicinal se nourrit de crottin

L’Amérique du Sud séduit les équivoques
Cela considérant ô lecteur tu suffoques
Sa sculpture est illustre et dans le fond des coques
Enfin on vend le tout homards et salicoques
Ne fallait pas si loin agiter les breloques
Les transports transalpins sont-ils biunivoques ?
On regrette à la fin les agrestes bicoques
Frère je te comprends si parfois tu débloques
Barde que tu me plais toujours tu soliloques
On a bu du pinard à toutes les époques

Exaltent l’espagnol les oreilles baroques
Comptant tes abattis lecteur tu te disloques
On transporte et le marbre et débris et défroques
On s’excuse il n’y a ni baleines ni phoques
Les Indes ont assez sans ça de pendeloques
Les banquiers d’Avignon changent-ils les baïques
On mettait sans façon les plus infectes loques
Frère je t’absoudrai si tu m’emberlucoques
Tu me stupéfies plus que tous les ventriloques
Grignoter des bretzels distrait bien les colloques

Si la cloche se tait et ton terlintintin
Toute chose pourtant doit avoir une fin
Si l’Europe le veut l’Europe ou son destin
Le mammifère est roi nous sommes son cousin
L’écu de vair ou d’or ne dure qu’un matin
Le Beaune et le Chianti sont-ils le même vin ?
Mais on n’aurait pas vu le Métropolitain
La gémellité accuse son destin
Le métromane à force incarne le devin
Mais rien de vaut grillé le morceau de boudin

Cent mille milliards de poèmes, Gallimard,

Raymond Queneau (El Havre, Francia, 1903 – París, 1976). Escritor y matemático francés.
En 1960 creó OuLiPo (Ouvroir de Littérature Potentielle), grupo que preconizaba la reintroducción del concepto de coerción formal como los lipogramas o las estructuras matemáticas en la creación literaria, y cuya intención era explorar los juegos y las combinatorias posibles dentro de las reglas convencionales de la literatura; pertenecieron al grupo, entre otros, Italo Calvino y Georges Pérec.También fue miembro del Colegio de Patafísica y director de la Encyclopédie de la Pléiade.

Christmas de poesía y ciencia

El tejo y su fruto (las babas de ángel), Kepler y el copo de nieve de seis ángulos, la brumación o es un estado de aletargamiento de los reptiles y el demonio de Maxwell, cuatro christmas para despedir 2023 y recibir 2024 con algo de ciencia y poesía.

Christmas_TEJO_postal

«Aquí tenemos algo más pequeño que cualquier gota, pero con forma geométrica. Este es el regalo de Año Nuevo perfecto para un amante de la Nada, lo mejor que puede ofrecer un matemático, que nada tiene y nada recibe, ya que viene del cielo y parece una estrella». Strena seu de nive sexángula, Johannes Kepler (1611).

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«Et mox
bruma recurrit iners».
(y pronto
retorna el inerte invierno.)
Oda 7 del libro IV de Horacio.

christmas_brumación-culebraesculapio

¿Qué pasaría si hubiera una criatura
lo suficientemente pequeña para ver cada molécula y seguirla?
Nunca sabremos si lo que fuera que imaginó Maxwell
era un demonio, un elfo
o un cancerbero de gases con derecho de admisión;

Christmas_DEMONIO_Maxwell
Postales navideñas

postales_Navidad_ciencia_Christmas

Luna incógnita

Luna incognita_Shoemaker_agua

Luna Incógnita

«And, when he shall die,
Take him and cut him out in little stars,
And he will make the face of heaven so fine
That all the world will be in love with night,
And pay no worship to the garish sun».
Romeo y Julieta. William Shakespeare.

A bordo de la nave Lunar Prospector,
en una pequeña cápsula,
viajaron al espacio las cenizas de Gene Shoemaker
que, en vida, soñó con pisar el Mar de la Tranquilidad.
Sus restos reposan, desde julio de 1999,
en un cráter de oscuridad eterna que lleva su nombre y
que se alza en el extremo austral,
junto a los de Shackleton, Amundsen, Scott
y otros exploradores antárticos.
La Luna Incógnita es un reino de contrastes,
hay regiones de oscuridad perpetua,
pozos profundos donde el agua de cometas y asteroides
quedó atrapada hace millones de años
y todavía resiste en forma de hielo.
Pero hay, también, ‘islas de luz’,
que iluminan como faros en medio de la noche,
en las colinas que bordean los cráteres.
En la zona de tinieblas,
donde el brillo del Sol nunca llega,
reposa el primer hombre ‘enterrado’ en un cementerio lunar
con la imagen de un cometa, la de un cráter de Arizona
y los versos de Shakespeare,
«Y, cuando él muera, llevároslo y divididlo en estrellas diminutas.
El rostro del cielo se tornará tan bello
que el mundo entero se enamorará de la noche
y dejará de adorar al sol radiante».
a modo de epitafio.

Elena Soto

Eugene Merle Shoemaker (también conocido como Gene Shoemaker) (28 de abril de 1928-18 de julio de 1997) fue uno de los fundadores de las ciencias de las ciencias planetarias y el más conocido de los codescubridores del cometa Shoemaker-Levy junto con su esposa Carolyn Jean Spellmann y el astrónomo David Levy.
Shoemaker era geólogo de formación y los cráteres eran una de sus grandes pasiones; ayudó a confirmar que el famoso cráter Barringer, de 173 metros de profundidad, cerca de Flagstaff (Arizona), fue provocado por el impacto de un asteroide.También defendió la hipótesis de que otro impacto de este tipo mató a los últimos dinosaurios hace 66 millones de años. Y cartografió algunos de los cráteres de la Luna, revolucionando la comprensión de su geología.
Pero uno de sus grandes sueños, enfundarse en un traje espacial y caminar sobre la superficie de la Luna, nunca se hizo realidad. La enfermedad de Addison acabó con su esperanza de convertirse en astronauta.
En 1997, viajando con su esposa, sufrió un accidente de coche, Carolyn sobrevivió, pero él falleció. La científica planetaria Carolyn Porco, antigua alumna de Shoemaker, encabezó una iniciativa para poner una parte de sus cenizas a bordo de la nave espacial Lunar Prospector de la NASA. La empresa Celestis, construyó una urna-cápsula de policarbonato, rodeada de una cinta de latón con una imagen del cráter Barringer y una cita de «Romeo y Julieta».
Con el objetivo de buscar agua, la nave despegó de Cabo Cañaveral, el 6 de enero de 1998. Un año después, Lunar Prospector se estrelló deliberadamente contra el suelo de un cráter que lleva su nombre, cerca del polo sur lunar. Con ella cayeron las cenizas de Shoemaker. ´Sobre el entierro de su marido en otro mundo Carolyn dijo «Siempre sabremos, cuando miremos a la luna, que Gene está allí». Por el momento, son los únicos restos humanos que reposan en la Luna.

Polo sur lunar

LCROSS es el acrónimo en inglés de Lunar Crater Observation and Sensing Satellite, o “Satélite de detección y observación de cráteres lunares”. Fue una misión conjunta en combinación con el orbitador LRO (Lunar Reconnaissance Orbiter), sonda a la que la LCROSS estuvo unida hasta el momento de ser proyectada contra la superficie de la Luna.
El impacto ocurrió el 9 de octubre de 2009. Gracias a los datos recogidos, NASA confirmó que la misión había permitido descubrir la existencia de notables cantidades de agua en un cráter lunar.

En el polo sur lunar el Sol se mantiene por debajo o justo por encima del horizonte, creando temperaturas superiores a 54 °C (130 °F) durante los períodos de luz solar. Incluso durante estos períodos de iluminación, las elevadas montañas proyectan sombras oscuras y los profundos cráteres protegen la oscuridad perpetua de sus abismos. Algunos de estos cráteres albergan regiones en sombra permanente que no han visto la luz solar en miles de millones de años y experimentan temperaturas tan bajas como -203 °C (-334 °F).
Una década más tarde, en 2019, el Lunar Reconnaissance Orbiter catalogó 324 regiones lunares en oscuridad perpetua. Los cráteres de oscuridad eterna conservan fuentes de hielo de agua que se pueden convertir en agua potable, oxígeno respirable y propulsor de cohetes, por lo que presentan nuevas oportunidades para la investigación y la exploración del espacio a largo plazo.
Varios de estos cráteres presentan indicios de hielo de agua en su interior y, en algunos casos, los picos de luz eterna se encuentran en las proximidades de los cráteres de oscuridad perpetua, lo que podría ser ventajoso para la generación de energía solar.
Desde la confirmación de agua en la Luna, en 2009, se han realizado diferentes estudios para investigar su cantidad y distribución. Este nuevo mapa detallado de la distribución de agua en la superficie lunar proporciona una información valiosa.
Lejos de caer en el olvido, nuestro satélite se ha convertido en objetivo y potencias espaciales emergentes buscan posarse en su superficie.  El pasado 23 de agosto la nave Chandrayaan 3 de la India envió a la Tierra su primera imagen tras aterrizar cerca del polo sur lunar.

La pluma y la coma

Al-Uqlidisi _números decimales

El matemático sirio se sienta ante su escritorio. Humedece la pluma y comienza a escribir sobre un grueso papel. Tras rellenar más de la mitad de la hoja, inicia una nueva línea de texto grabando un símbolo desconocido, un pequeño trazo que coloca sobre una cifra numérica: acaba de nacer la coma decimal. Corría el año 950.

Ya era conocido por haber copiado los trabajos de Euclides, lo que reflejaba su veneración por las matemáticas griegas y que le granjeó el sobrenombre de al-Uqlidisi. Con la coma decimal, al-Uqlidisi sabía que separaba dos de las realidades de un número: la parte entera y la parte fraccionaria. Ambas representadas en igualdad de condiciones a cada lado del nuevo trazo fronterizo.

La ciencia también separa dos realidades: la experiencia y el experimento. La primera, nutrida de ensayos, repeticiones, pruebas fallidas y catervas de datos, se la guarda para sí el investigador. El segundo es la ciencia despojada de las tomas falsas que, finalmente, se expresará en forma de publicación.

La experiencia rara vez ve la luz. Las dificultades y las esperanzas sólo las acaba conociendo el científico que las ha vivido. Lo que normalmente conocemos como ciencia es únicamente el desenlace, la toma final que se positiva en forma de trabajo reproducible. El resto de la historia queda, sencillamente, borrada.

Lo mismo sucedía con los cálculos matemáticos en tiempos de al-Uqlidisi. Era usual que las operaciones se realizaran dibujando en cajas con arena, borrando los pasos previos para seguir avanzando hacia el resultado. Por ello, se entiende que las cifras indoarábigas, origen de nuestro sistema de numeración en base 10, se conocieran como números ghubar (del árabe, arena o polvo).

Al-Uqlidisi hizo la segunda propuesta revolucionaria: sustituir la caja de arena por papel y pluma. Como matemático, era consciente de la importancia de preservar los pasos intermedios para comprender en su totalidad un cálculo o una demostración.

Comunicar ciencia requiere preservar de forma indeleble el desenlace del descubrimiento, pero también el relato humano que conduce a este. En el siglo X un matemático sirio puso la coma decimal entre los números y, sin sospecharlo, puso el acento en que las historias que construyen la ciencia no se pierdan, borradas de la arena.
José Antonio Bustelo, director de la Escuela de Literatura Científica Creativa, editor de Café Hypatia (@hypatiacafe)

El hundimiento del calendario Ussher

El 22 de octubre del 4004 antes de Cristo del calendario juliano, a última hora de la tarde, fue creado el Universo, según el calendario Ussher. El 7 de marzo y el 4 de abril 1785 naufragó en las costas de Escocia

El hundimiento del calendario Ussher

«En el principio creó Dios los cielos y la tierra», dice la Biblia,
y el arzobispo James Ussher fijó la fecha,
a partir de las Sagradas escrituras.
Todo comenzó el 22 de octubre del año 4004 a.C., al anochecer,
-paradójicamente, se puso el sol, cuando las luminarias
todavía no habían hecho acto de presencia en el Cosmos-.
Ussher afinó sus cálculos con sorprendente exactitud,
precisando que Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso,
poco tiempo después, -concretamente, el 10 de noviembre del mismo año-;
o que el arca de Noé se posó en el monte Ararat,
el día 5 de mayo del 2348 a. C.
Pero, el calendario bíblico naufragó en los acantilados de Escocia,
cuando James Hutton intuyó la vasta edad de la Tierra,
observando periodos geológicos en los ángulos de las rocas.
En Siccar Point, en la costa del Mar del Norte,
encontró una discordancia,
la prueba definitiva que apuntaló su revolucionaria teoría y
comenzó a cuestionar la cronología bíblica,
con su concepto del ‘tiempo profundo’,
un tiempo que se extiende mucho más de lo que imaginamos.
Frente a la certeza de Ussher,
el geólogo no supo determinar la edad de la Tierra,
solo decía que su antigüedad era inconmensurable.
Hoy sabemos que una parte de los acantilados de Siccar Point
tiene unos 425 millones de años,
cuando Gondwana se alejaba del Polo Sur;
y la otra, alrededor de 345,
cuando los continentes emergieron de los mares poco profundos.


Deep Time (tiempo profundo)

22 de octubre del 4004 antes de Cristo del calendario juliano, a última hora de la tarde, fue creado el Universo. Esta fecha era el resultado de los cálculos realizados por el arzobispo anglicano James Ussher (1581-1656) que, tomando como referencia el Antiguo Testamento, cruzó la cronología bíblica con otras fuentes y afinó el cómputo; señalando días concretos de acontecimientos, como el diluvio universal o la destrucción del Templo de Jerusalén. La obra, publicada en 1658, lleva por título Annales Veteris Testamenti, a prima mundi origine deducti, una cum rerum Asiaticarum et Aegyptiacarum chronico, a temporis historici principio usque ad Maccabaicorum initia producto («Anales del Antiguo Testamento, deducido de los orígenes primigenios del mundo, crónica integrada de los asuntos asiáticos y egipcios desde el comienzo del tiempo histórico hasta el advenimiento de los Macabeos»).
Casi nadie osaba cuestionar los registros de las Sagradas escrituras, al menos públicamente, pero el estudio de los estratos llevó a algunos a ponerlos en duda y James Hutton (1726 – 1797), conocido como el “padre de la geología”, fue uno de los que pensaba que los tiempos requeridos para la formación de la corteza terrestre tenían que ser mucho más largos. Hutton deduce que todas las transformaciones ocurridas deben haber requerido un tiempo indefinido, muy difícil de determinar a escala humana y que se extiende mucho más de lo que imaginamos, lo denomina Deep Time (tiempo profundo) un concepto que es equivalente al de tiempo geológico. Aunque no supo determinar la edad de la Tierra, fue el primero en captar que su antigüedad era inconmensurable, una idea que chocaba con la creencia cristiana, comenzaba la caída del calendario Ussher.
Las ideas de James Hutton, expuestas el 7 de marzo y el 4 de abril 1785 en la Real Sociedad de Edimburgo y publicadas en 1795 bajo el título ‘Teoría de la Tierra‘, tumbaban la cronología bíblica, el calendario de Ussher naufragó en los acantilados de Escocia.
Poema que colabora en #Polivulgadores de Café Hypatia con el tema #PVefeméride

Desorientación, poema de Katie Mack

Katie Mack_desorientacion

Desorientación

Quiero marearte.

Quiero que mires al cielo y comprendas, quizá por primera vez, la oscuridad que hay más allá de la voluta evanescente de la atmósfera, las profundidades infinitas del cosmos, una desolación por grados.

Quiero que la Tierra gire debajo de ti y te haga perder el equilibrio, que te lleve hacia el este a mil millas por hora, hacia la luz, la oscuridad, y otra vez la luz. Quiero que veas cómo la Tierra te eleva al encuentro de los rayos del sol de la mañana.

Quiero que el cielo te detenga en seco en tu camino a casa esta noche, porque casualmente levantaste la vista y entre todos los puntitos brillantes reconociste uno como la luz de un mundo extraño.

Quiero que pruebes el hierro en tu sangre y veas su semejanza en las arenas rojizas de las largas y secas dunas de Marte, nacidas del mismo polvo nebular que se fusionó al azar con escombros estelares en rocas, océanos, tu propio corazón palpitante.

Quiero llegar a tu conciencia y lanzarla hacia afuera, más allá de la luz de otros soles, para expandirla como el universo, sin invadir la envoltura de vacío, haciéndola más grande, desplegándose dentro de sí misma.

Quiero que veas tu mundo a cuatro mil millones de millas de distancia, un diminuto destello azul en la nítida luz blanca de una estrella ordinaria en la oscuridad. Quiero que intentes distinguir los límites de tu nación desde ese punto de vista, y que fracases.

Quiero que lo sientas, en tus huesos, en tu aliento, cuando dos agujeros negros que chocan a mil millones de años luz de distancia envían un temblor a través del espacio-tiempo que hace que cada célula de tu cuerpo se estire, y se esfuerce.

Quiero que sientas nostalgia por las estrellas muertas hace mucho tiempo, de las que fusionaron tus núcleos de carbono y de aquellas cuya última agonía termonuclear eclipsó a toda la galaxia para enviar un solo fotón a tu ojo.

Quiero que vivas hacia delante pero mires hacia atrás, más lejos y más profundo en el pasado, porque en un universo relativista no tienes otra opción. Quiero que la antigua luz estelar de miles de millones de años de una galaxia lejana sea tu recompensa.

Quiero desorientarte por completo y dejarte navegar de regreso por las estrellas. Quiero que te pierdas y vuelvas a encontrarte, no sólo aquí, sino en todas partes, en todo.

Quiero que creas que el universo es un lugar vasto, aleatorio, indiferente, en el que nuestra especie, nuestro mundo, no tiene absolutamente ninguna importancia. Y quiero que creas que la única respuesta es crear nuestra propia belleza y significado y compartirlos mientras podamos.

Quiero que te preguntes qué hay ahí fuera. Qué sueños pueden llegar en oleadas de radiación a lo ancho de una extensión sin fin. Lo que podemos conocer, con el tiempo, y los esplendores que nunca jamás nos alcanzarán.
Quiero que signifique algo para ti. Que estás en el cosmos. Que eres del cosmos. Que has nacido del polvo de estrellas y al polvo de estrellas volverás. Que eres una forma de que el universo se asombre de sí mismo.

Katie Mack, profesora adjunta de Física, es una cosmóloga teórica que estudia las conexiones entre la astrofísica y la física de partículas. En este vídeo lee su poema «Desorientación», cuyo texto completo, en versión original, puede leerse en la web de NC State University.

La Dra. Katherine Mack es astrofísica. Actualmente ocupa la Cátedra Hawking de Cosmología y Comunicación Científica en el Instituto Perimeter de Física Teórica, donde investiga sobre la materia oscura y el universo primitivo y trabaja para hacer la física más accesible al gran público. Es autora del libro «The End of Everything (Astrophysically Speaking)» y ha escrito para diversas publicaciones, como Scientific American, Slate, BBC’s Science Focus, Sky & Telescope y Cosmos Magazine.

El electrobardo de Trurl

Expedición primera A, o El electrobardo de Trurl, relato incluido en Ciberíada de Stanislaw Lem

Cyberiada Stanislaw Lem
Trurl y Clapaucio, dos robots constructores, viajan por el universo realizando todo tipo de trabajos, la mayoría de las veces por encargo. Pueden manipular la materia y la energía, fabricando artefactos imposibles y en sus expediciones galácticas van resolviendo las distintas situaciones que se les presentan con una prodigiosa inventiva. Amigos y rivales, estos dos personajes colaboran y se retan demostrando que pueden construir casi cualquier cosa; lo que en ocasiones les lleva a materializar creaciones infaustas.
En la expedición primera A, Trurl construye un «electrobardo», pero su compañero Clapaucio duda de las dotes líricas de este «robot poeta» y le desafía a componer un poema que hable del amor y de la muerte, pero expresándose en términos de matemáticas superiores, sobre todo los del álgebra de tensores. Puede entrar también la topología superior y el análisis. Que el poema sea fuerte en erótica, incluso atrevido, y que todo pase en las esferas cibernéticas.
—Estás loco. ¿Sobre el amor en el lenguaje matemático? —dijo Trurl, pero se calló enseguida:
el Electrobardo se puso a recitar:

Un ciberneta joven potencias extremas
Estudiaba, y grupos unimodulares
De Ciberias, en largas tardes estivales,
Sin vivir del Amor grandes teoremas.
¡Huye…! ¡Huye, Laplace que llenas mis días!
¡Tus versares, vectores que sorben mis noches!
¡A mí, contraimagen! Los dulces reproches
Oír de mi amante, oh, alma, querías.
Yo temblores, estigmas, leyes simbólicas
Mutaré en contactos y rayos hertzianos,
Todos tan cascadantes, tan archirollanos
Que serán nuestras vidas libres y únicas.
¡Oh, clases transfinitas! ¡Oh, quanta potentes!
¡Continuum infinito! ¡Presistema blanco!
Olvido a Christoffel, a Stokes arranco
De mi ser. Sólo quiero tus suaves mordientes.
De escalas plurales abismal esfera,
¡Enseña al esclavo de Cuerpos primarios
Contada en gradientes de soles terciarios
Oh, Ciberias altiva, bimodal entera!
Desconoce deleites quien, a esta hora,
En el espacio de Weyl y en el estudio
Topológico de Brouwer no ve el preludio
Al análisis de curvas que Moebius ignora,
¡Tú, de los sentimientos caso comitante!
Cuánto debe amarte, tan sólo lo siente
Quien con los parámetros alienta su mente
Y en nanosegundos sufre, delirante.
Como al punto, base de la holometría,
Quitan coordenadas asíntotas cero,
Así al ciberneta, último, postrero
Soplo de vida quita del amor porfía.

Y aquí terminaron las justas poéticas:
Stanislaw Lem, Expedición primera A, o El electrobardo de Trurl, incluido en Ciberíada (1965)

Pero el experimento de la creación de un ser que fusionaba poesía y cibernética se le fue de las manos al constructor y la jefatura de navegación cósmica le ordenó liquidar inmediatamente este aparato que perturbaba líricamente el orden público. El final del relato es hilarante.

«Volvió luego a escondidas a su casa, pero la historia no terminó aquí: el Electrobardo, privado de la posibilidad de publicar su obra impresa, empezó a emitirla en todas las longitudes de ondas radiofónicas, sumiendo a las tripulaciones y pasajeros de cohetes en estado de aturdimiento lírico; las personas muy sensibles sufrían incluso graves crisis de embelesamiento, seguidas de accesos de postración. Una vez descubiertas las causas del fenómeno, la jefatura de navegación cósmica dirigió a Trurl la orden oficial de liquidar inmediatamente el aparato de su propiedad que perturbaba líricamente el orden público y perjudicaba la salud de los pasajeros. Lo único que hizo Trurl fue esconderse. Entonces las autoridades enviaron al planetoide unos técnicos que debían sellar el tubo de escape poético del Electrobardo, pero éste les dejó tan maravillados improvisando dos o tres romances, que se marcharon sin cumplir la tarea. El alto mando confió aquella misión a unos operarios sordos, lo que tampoco resolvió nada, ya que el Electrobardo les transmitió la información lírica por señas. Así las cosas, la gente empezó a hablar públicamente de la necesidad de una expedición punitiva o de bombardeo para eliminar al electropoeta, pero justo en aquel momento lo adquirió un monarca de un sistema estelar vecino y lo anexionó, junto con el planetoide, a su reino.
Trurl pudo salir por fin de su escondrijo y volver a la vida normal. Bien es verdad que de vez en cuando se veían en el horizonte sur explosiones de estrellas supernovas, como ni los más ancianos recordaban en toda su vida; se rumoreaba con insistencia que el fenómeno tenía algo que ver con la poesía. Según parece, aquel monarca, cediendo a un extraño capricho, ordenó a sus astroingenieros conectar al Electrobardo con una constelación de colosos blancos, y como resultado cada estrofa de poema se transformaba en unas gigantescas protuberancias de los soles, de modo que el mayor poeta del Cosmos transmitía su obra por pulsaciones de fuego a todos los infinitos espacios galácticos a la vez. En una palabra, aquel gran monarca lo convirtió en el motor lírico de un grupo de estrellas en explosión.
Aunque hubiera en ello un gramo de verdad, los fenómenos ocurrían demasiado lejos para quitar el sueño a Trurl. El insigne constructor había jurado por todo lo más sagrado no volver nunca jamás al modelado cibernético de procesos creadores.

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Ilustración de Daniel Mróz.

Cuando Google presentó su ‘chatbot’ impulsado por IA y leí que lo bautizaban como Bard (bardo), vino a mi cabeza el relato de Stanislaw Lem.

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Stanisław Lem nació en la ciudad polaca de Lvov en 1921, en el seno de una familia de la clase media acomodada. Siguiendo los pasos de su padre, se matriculó en la Facultad de Medicina de Lvov hasta que, en 1939, los alemanes ocuparon la ciudad. Durante los siguientes cinco años, Lem vivirá con papeles falsos como miembro de la resistencia, trabajando como mecánico y soldador, saboteando coches alemanes.
En 1942 su familia se libró de milagro de las cámaras de gas de Belzec. Al final de la guerra, Lem regresó a la Facultad de Medicina, pero la abandonó al poco tiempo debido a diversas discrepancias ideológicas y a que no quería que lo alistaran como médico militar. En 1946 fue «repatriado» a la fuerza a Cracovia, donde fijaría su residencia.
Pronto, Lem comenzó una titubeante carrera literaria. Se considera de modo unánime que su primera novela es El hospital de la transfiguración , escrita en 1948, pero no publicada en Polonia hasta 1955 debido a problemas con la censura comunista. De hecho, esta novela fue considerada «contrarrevolucionaria» por las autoridades polacas, y obligaron a Lem a convertirla en la primera de una trilogía —la «Trilogía del tiempo perdido»—, cuyas otras dos entregas, De entre los muertos y El retorno , fueron repudiadas por Lem, que siempre se negó a que nadie las leyera.
No fue hasta 1951, año en que publicó Los astronautas , cuando por fin despegó su carrera literaria. Las novelas que escribió a partir de ese momento, pertenecientes en su mayoría al género de la ciencia-ficción, harían de él un maestro indiscutible de la moderna literatura polaca: Edén (1959), Memorias encontradas en una bañera (1961), Solaris (1961), El invencible (1964), Relatos del piloto Pirx (1968), o Congreso de futurología (1971).
Lem fue, también, autor de una variada obra filosófica y metaliteraria. Destaca en este ámbito, aparte de su obra Summa Technologiae (1964), la llamada «Biblioteca del Siglo XXI», conformada por Vacío perfecto (1971), Magnitud imaginaria (1973) y Provocación (1982).
Lem fue miembro honorario de la SFWA (Asociación Americana de Escritores de Ciencia-Ficción), de la que sería expulsado en 1976 tras declarar que la ciencia-ficción estadounidense era de baja calidad.
Stanislaw Lem falleció el 27 de marzo de 2006 en Cracovia a los 84 años de edad.