Granada, Eavan Boland

Eavan Boland_pomegranate

La granada

La única leyenda que he amado es
la historia de una hija perdida en el infierno.
Y encontrada y rescatada allí.
El amor y el chantaje son la esencia de esta historia.
Ceres y Perséfone los nombres.
Y lo mejor de la leyenda es
que puedo emplearla en cualquier parte. Y lo hago.
Como niña exiliada en
una ciudad de nieblas y consonantes extrañas,
la leí por primera vez y al comienzo fui
una niña perdida en el crepúsculo del
el inframundo, las estrellas se apagaron. Más tarde
salí un atardecer de verano
buscando a mi hija a la hora de dormir.
Cuando ella vino corriendo, yo estaba dispuesta
a hacer cualquier trato para quedarme con ella.
La llevé de vuelta entre hayas blancas
y avispas y los lilos de las mariposas con aroma a miel.
Pero entonces yo era Ceres y sabía que
A cada hoja de cada árbol de ese camino.
le aguardaba el invierno.
Algo que era inevitable para todos los que por el pasáramos.
Y también para mí.
Es invierno
y las estrellas están ocultas.
Subo las escaleras y me paro desde donde puedo ver
a mi hija dormida con sus revistas juveniles,
su lata de Coca-Cola, su plato de fruta sin cortar.
¡La granada! ¿Cómo la he olvidado?
Habría podido regresar a casa y estar a salvo y así
terminar la historia y nuestra
descorazonadora búsqueda, pero alargó la mano
y tomó la granada.
Extendió la mano y arrancó
el sonido francés de manzana y
el ruido de una piedra y la evidencia
de que incluso en la casa de la muerte,
en el corazón de la leyenda, en medio
de rocas llenas de lágrimas no derramadas
listas para transformarse en diamantes
cuando alguien contara su historia, una niña puede
tener hambre. Podría advertirla. Todavía queda una
posibilidad.
La lluvia es fría. La carretera es de color pedernal.
El barrio tiene coches y televisión por cable.
Las estrellas veladas están sobre la tierra.
Es otro mundo. Pero qué otra cosa
puede dar una madre a su hija sino esas
hermosas grietas en el tiempo?
Si retraso el dolor, disminuiré la ofrenda.
La leyenda será tanto de ella como mía.
Entrará en ella. Como lo hice yo.
Se despertará. Sostendrá
la acartonada cáscara enrojecida en su mano.
Y en sus labios. Yo no diré nada.

Eavan Boland. La granada se publicó originalmente en el poemario In a Time of Violence, publicado por W. W. Norton & Company
Traducción, Elena Soto.

IN A TIME OF VIOLENCE

The pomegranate

The only legend I have ever loved is
the story of a daughter lost in hell.
And found and rescued there.
Love and blackmail are the gist of it.
Ceres and Persephone the names.
And the best thing about the legend is
I can enter it anywhere. And have.
As a child in exile in
a city of fogs and strange consonants,
I read it first and at first I was
an exiled child in the crackling dusk of
the underworld, the stars blighted. Later
I walked out in a summer twilight
searching for my daughter at bed-time.
When she came running I was ready
to make any bargain to keep her.
I carried her back past whitebeams
and wasps and honey-scented buddleias.
But I was Ceres then and I knew
winter was in store for every leaf
on every tree on that road.
Was inescapable for each one we passed. And for me.
It is winter
and the stars are hidden.
I climb the stairs and stand where I can see
my child asleep beside her teen magazines,
her can of Coke, her plate of uncut fruit.
The pomegranate! How did I forget it?
She could have come home and been safe
and ended the story and all
our heart-broken searching but she reached
out a hand and plucked a pomegranate.
She put out her hand and pulled down
the French sound for apple and
the noise of stone and the proof
that even in the place of death,
at the heart of legend, in the midst
of rocks full of unshed tears
ready to be diamonds by the time
the story was told, a child can be
hungry. I could warn her. There is still a chance.
The rain is cold. The road is flint-coloured.
The suburb has cars and cable television.
The veiled stars are above ground.
It is another world. But what else
can a mother give her daughter but such
beautiful rifts in time?
If I defer the grief I will diminish the gift.
The legend will be hers as well as mine.
She will enter it. As I have.
She will wake up. She will hold
the papery flushed skin in her hand.
And to her lips. I will say nothing.
Eavan Boland (Dublín, 24 September 1944)

La luz atraviesa el equinoccio como Philippe Petit el World Trade Center

Philippe Petit establoPegaso

El 7 de agosto de 1974, poco después de las 7:15 de la mañana, el funámbulo Philippe Petit partió de la torre sur caminando sobre el cable de acero. Cruzó ocho veces entre las Torres gemelas de Nueva York casi terminadas, a más de 400 metros sobre las aceras de Manhattan. Durante 45 minutos, además de caminar, se sentó sobre el cable, hizo una reverencia y, mientras se encontraba en el cable, habló a una gaviota que volaba sobre su cabeza. Su sueño comenzó tras leer un artículo sobre el proyecto de construcción del World Trade Center. La película documental  Man on wire de James Marsh recuerda su hazaña

La luz atraviesa el equinoccio como Philippe Petit el World Trade Center

A 1350 pies por encima del asfalto de Manhattan
con una vara de nueve horas y cuarto
la luz
camina en el alambre como un funámbulo

(Man on wire – Light on wire)

En la boca del vértigo,
un espejo sin aliento
y un revoloteo de mariposas blancas como la escarcha.

A 1350 pies por encima del asfalto de Manhattan
entre las garras del águila y el ángel
rompe el mar en caracolas invisibles
mece el World Trade Center,
mece el hilo del Tiempo
y el funámbulo como la luz
atraviesa el tiempo de equinoccio
a tumba abierta.

Para ‘desafiar’ las leyes de la física hay que saber mucha física. Para mantener el equilibrio sobre un cable hay que conseguir que el centro de gravedad y el punto de apoyo estén en la misma vertical, donde actúa la fuerza de gravedad. Si hay desplazamientos, el cuerpo se irá hacia un lado y caerá. Los equilibristas usan una larga pértiga que ayuda a una mejor distribución de la masa, aumentando el momento de inercia, lo que reduce la aceleración angular, disminuyendo la tendencia a caer hacia algún costado. Para lograr su hazaña, Philippe Petit utilizó un cable de unos 200 kilogramos de peso y un contrapeso personalizado de 8 metros de largo y 25 kilogramos de peso.

Man on wire, uno de los documentales que más me han impresionado.

Man on Wire (Subtitulado)

Man on wire, web del documental.

Explorador polar

OATES

Pintura de J. Ch. Dollman

 

Explorador polar

Todos los perros huskies devorados. En el diario
ya no le quedan páginas en blanco. La foto sepia de su esposa
se cubre de palabras a modo de cuentas de abalorio,
añadiendo la fecha en cuestión como un lunar en su mejilla.
Con la foto de su hermana, tampoco tuvo piedad.
¡Había alcanzado nuevas latitudes!
Y, como la media de seda de una corista de varietés,
la gangrena va subiéndole hasta el muslo.

https://www.poets.org/poetsorg/poem/polar-explorer-audio-only

A Polar Explorer

All the huskies are eaten. There is no space
left in the diary, And the beads of quick
words scatter over his spouse’s sepia-shaded face
adding the date in question like a mole to her lovely cheek.
Next, the snapshot of his sister. He doesn’t spare his kin:
what’s been reached is the highest possible latitude!
And, like the silk stocking of a burlesque half-nude
queen, it climbs up his thigh: gangrene.

 

brodsky

EJosefh Brodsky

Joseph Brodsky; (Leningrado, 1940- Nueva York, 1996)

Poemas de Joseph Brodsky en poemhunter.com