La tabla periódica de David Jou

tablaperiodica

Miradlos: a la derecha, los gases nobles -en rojo, como los domingos, como los días de descanso, porque rehúsan combinarse y son tranquilos y ociosos-;

arriba de todo, como dos torres aisladas, el hidrógeno y el helio, los grandes dominadores del contenido del Universo -quizás fuera más lógico ponerlos como raíces que como cúpulas, puesto que son: origen, cimiento, raíz celeste-;

debajo de ellos, seis pisos más y, como dos sótanos, los lantánidos y los actínidos;

en el sexto piso, las oficinas de la vida -el carbono, el nitrógeno y el oxígeno, tan fecundos: bosques y atmósferas, energías enterradas-;

en el quinto -seguimos bajando- toda la arena de las playas y los desiertos -el silicio- y la sal de todos los mares -el cloro, el sodio y el magnesio-;

en el cuarto piso, el calcio y el potasio -que con el sodio del quinto fluyen en los nervios como los sueños- y también, como una puerta infranqueable, el hierro.

A partir de él, todo se ha formado con violencia, en grandes explosiones de supernovas: el cobre del cuarto piso, la plata del tercero y, en el segundo, el oro y el mercurio -fascinantes- y el plomo y el bario, tan densos.

En el primer piso, la brasa todavía quema: el radio -y el uranio en su sótano-, radiactivos, como sí quisieran recordarnos el tumulto atronador de su origen.

En el último sótano predomina el artificio: los átomos son muy breves, un juego de ingenio que dura el tiempo de ganar un nombre y que se deshace -ya no hacen ninguna falta: son una fatiga que el mundo no sabe muy bien como soportar.

Miradlos: aquí, los ladrillos del mundo, puestos en fila en pisos, en estantes, repitiendo regularmente propiedades, delatando una estructura más profunda,
ya no son materia eterna e inmutable, sino historia en las estrellas, rastros de tanteos, edificios de niveles y subniveles, nubes de incertidumbres, flores combinatorias.
Venimos de más allá de estas piezas, vamos no sabemos dónde, pero qué gozo, haber podido comprender detrás de ellas la belleza de una lógica del mundo!

David Jou de su poemario Las escrituras del universo escrito en catalán.
escriptures univers

La taula periòdica

Mireu-los: a la dreta, els gasos nobles -en vermell, com els diumenges, com els dies de descans, perquè refusen combinar-se i són tranquils i desvagats-;
dalt de tot, com dues torres isolades, l’hidrogen i l’heli, els grans dominadors del contingut de l’Univers -potser fóra més lògic posar-los com a arrels que com a cùpules, ja que són això: origen, fonament, arrel celest-;
sota d’ells, sis pisos més i, com dos sòtans, els lantànids i els actínids;
al sisè pis, les oficines de la vida -el carboni, el nitrogen i l’oxigen, tan fecunds: boscos i atmosferes, energies enterrades-;
al cinquè -seguim baixant- tota la sorra de les platges i els deserts -el silici- i la sal de tots els mars -el clor, el sodi i el magnesi-;
al quart pis, el calci i el potassi -que amb el sodi del cinquè flueixen en els nervis com els somnis- i també, com una porta infranquejable, el ferro.
A partir d’ell, tot s’ha format amb violència, en grans explosions de supernoves: el coure del quart pis, la plata del tercer i, en el segon, l’or i el mercuri -fascinants- i el plom i el bari, tan densos.
Al primer pis, la brasa encara crema: el radi -i l’urani en el seu sòtan-, radioactius, com si volguessin recordar-nos el tumult eixordador del seu origen.
Al darrer sòtan predomina l’artifici: els àtoms són molt breus, un joc d’enginy que dura el temps de guanyar un nom i que es desfà -ja no fan cap falta: són una fatiga que el món no sap ben bé com suportar.
Mireu-los: aquí, els maons del món, arrenglerats en pisos, en prestatges, repetint regularment propietats, delatant una estructura més profunda, ja no pas matèria eterna i immutable, sinó història en els estels, rastres de tempteigs, edificis de nivells i subnivells, núvols d’incerteses, flors combinatòries.
Venim de més enllà d’aquestes peces, anem no sabem on, però quin goig, haver pogut comprendre rere d’elles la bellesa d’una lògica del món!
David Jou Les Escriptures de l’univers: The scriptures of the universe

 

periodictable

The Periodic Table

Look at them: at the right, the noble gases – in red, like Sundays, like
holidays, because they refuse to combine and they are calm and idle–;

at the very top, like two isolated towers, hydrogen and helium, the two dominators
of the content of the Universe – maybe it would be more logical to put them as roots than as cupolas since that is what they are: origin, foundation, celestial roots–;

under them, beneath six more floors, the lanthanides and the actinides are like two basements;

on the sixth floor, the offices of life – carbon, nitrogen and oxygen, so
bountiful: woods and atmospheres, buried energy–;

on the fifth – as we continue down– under the sand of the beaches and deserts – silicon– and the salt of all seas -chlorine, sodium and magnesium–;

on the fourth floor, calcium and potassium – that with the sodium on the fifth, flow in every nerve like dreams– and also, as insurmountable as a door, iron.

Starting there, everything began to take shape violently, with great explosions of
supernovas: the copper from the fourth floor, the silver from the third and, on the second, gold and mercury – so fascinating– and lead and barium, so dense.

On the first floor, the embers still burn: radium -and uranium in its basement-,
radioactive, as if they wanted to remind us of the deafening tumult of their origin.

In the next to last basement artifice dominates: the atoms are brief, with a beguiling ingenuity that lasts just long enough to get a name and then to disintegrate – since they are no longer necessary: they are a burden the world does not really know how to handle–.

Look at them: here, these building blocks of the world, aligned in floors, shelves,
regularly repeating properties, insinuating a deeper structure,
no longer eternal and immutable material, but history in the stars, traces of
temptations, buildings with levels and sub-levels, clouds of uncertainties,
combinatorial flowers.
We come from beyond these pieces, where we are going we do not know, but what joy
that through them we have been able to understand the beauty of a logic to the world!
Traducción Elisenda Vila

Sistema periódico de Primo Levi

Primo Levi
Una visión del mundo a través de la tabla periódica

21 capítulos, cada uno dedicado a un elemento químico (Argón, Hidrógeno, Zinc, Hierro, Potasio, Níquel, Plomo, Mercurio, Fósforo, Oro, Cerio, Cromo, Azufre, Titanio, Arsénico, Nitrógeno, Estaño, Uranio, Plata, Vanadio y Carbono) le sirven a Levi como metáforas para contar historias, asociando las características de cada uno de ellos con diferentes aspectos de la vida y de las relaciones humanas. Una perfecta síntesis de química y literatura.

sistema periodico primo levi

Fragmentos de Argón, Hierro y carbono.

Capítulo 1 Argón
«En el aire que respiramos existen los llamados gases inertes. Llevan extraños nombres griegos, de raíz culta, que significan ‘el Nuevo’, ‘el Oculto’, ‘el Inactivo’, ‘el Extranjero’. Tan inertes son, efectivamente, y tan pagados están de sí mismos que no interfieren en reacción química alguna ni se combinan con ningún otro elemento, y precisamente por eso han pasado inadvertidos durante siglos. Hay que llegar a 1962 para que, tras largos e ingeniosos esfuerzos, un químico de buena voluntad lograse obligar al Extranjero (el xenón) a combinarse fugazmente con el avidísimo y no menos vivaz flúor, y la hazaña se consideró tan extraordinaria que le valió el Premio Nobel. También se llaman gases nobles, aunque aquí se podría discutir si todos los nobles realmente son inertes y si todos los inertes son nobles; se les llama también, por último, gases raros, a despecho de que uno de ellos, el Inactivo, esté presente en el aire en la respetable proporción de un uno por ciento, lo cual quiere decir que es veinte o treinta veces más abundante que el anhídrido carbónico, sin el cual no existirían rastros de vida sobre nuestro planeta».

Capítulo 4 Hierro
«Por fuera de las paredes del Instituto Químico era de noche, la noche de Europa. Chamberlain había vuelto engañado de Múnich, Hitler había entrado en Praga sin disparar un tiro, Franco había tomado Barcelona y se asentaba en Madrid. La Italia fascista, pirata menor, había ocupado Albania, y la premonición de la catástrofe inminente se condensaba como una rociada viscosa en las casas y por la calle, en las conversaciones cautelosas y en las conciencias adormecidas».

Capítulo 21 Carbono
«Ocurre, pues, que cada elemento le dice algo a cada uno (a cada cual una cosa diferente), igual que pasa con los valles o las playas visitados durante la juventud. Y sin embargo, tal vez convenga hacer una excepción con el carbono, porque a todos se lo dice todo. Quiere decirse que no es específico, de la misma manera que Adán no es específico como antepasado, a no ser que aparezca hoy (¿y por qué no?) el químico-estilista que haya dedicado su vida entera al grafito o al diamante. Y sin embargo, precisamente con el carbono tengo una vieja deuda, contraída en días decisivos para mí. Al carbono, elemento de la vida, se refería mi primer sueño literario, insistentemente soñado en un momento y un lugar en los cuales nadie hubiera dado mucho por mi vida. Mire usted por dónde, quiero contar la historia de un átomo de carbono.
¿Es lícito hablar de «un cierto» átomo de carbono? El químico podría ponerlo un poco en duda, porque hasta nuestros días (1970) no se conocen técnicas que permitan ver, y por lo tanto aislar, a un átomo solo. Para el narrador, en cambio, no existe la menor duda, y por eso se dispone a narrar.
Nuestro personaje, como es sabido, yace desde hace cientos de millones de años ligado a tres átomos de oxígeno y a uno de calcio, bajo forma de roca calcárea. Trae ya a las espaldas una larguísima historia cósmica, pero vamos a pasarla por alto. Para él el tiempo no existe, o existe sólo bajo el aspecto de perezosas variaciones de temperatura, a tenor de los días y de las estaciones, si afortunadamente para este cuento su yacimiento no está demasiado lejos de la superficie del suelo. Su existencia, en cuya monotonía no se puede pensar sin horror, es una alternancia despiadada de calores y fríos, es decir, oscilaciones (siempre de igual frecuencia) más o menos restringidas o amplias; total, para un personaje potencialmente tan vivo, un encarcelamiento digno del infierno católico. Así pues, hasta el momento, al carbono le va mejor el tiempo presente, que es el de la descripción, que uno cualquiera de los tiempos pasados, que son los tiempos del que cuenta. Se ha quedado congelado en un eterno presente, apenas arañado los estremecimientos moderados de la agitación térmica».
El sistema periódico, publicada en 1975. La edición española, apareció en 1978, en Alianza Tres, con traducción de Carmen Martín Gaite.
Primo Levi (Turín 1919-1987) de origen judío sefardí y químico de profesión, se unió a los partisanos en 1943 y fue apresado y llevado a Auschwitz, donde fue el prisionero 174517 hasta su liberación por parte de los soldados rusos al final de la Segunda Guerra Mundial.