Año 1990 de Nuestro Señor, en el punto azul pálido

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Año 1990 de Nuestro Señor, en el punto azul pálido

Ante un mundo atónito,
en noviembre de 1989, cae el muro de Berlín.
A unos 4.700 millones de kilómetros de la Tierra,
se cierran los ojos de la Voyager 2
tras haber sobrevolado Neptuno
y su excéntrica luna Tritón.
Mientras la multitud se agolpa en la Puerta de Brandeburgo,
la Nasa desactiva las cámaras de la nave
y, a ciegas, la sonda viajera
continúa su travesía hacia los confines del Sistema Solar.

El sueño del “Grand Tour” comenzó el verano de 1961
con una computadora de IBM
y un matemático programando series de ecuaciones
para resolver el problema de ‘los tres cuerpos’.
La pesadilla del muro comenzó también ese mismo verano
con la «Operación Rosa»,
un anillo de alambre de espino rodeando Berlín,
para resolver el problema del éxodo
de los muchos cuerpos que querían atravesar a occidente;
En Pasadena, Michael Minovitch
se enfrascó en la mecánica celeste,
dibujando trayectorias y rutas
para futuras misiones espaciales.
Nadie lo escuchó.
En Berlín los soldados levantaron bloques de hormigón,
cegaron ventanas, electrificaron vallas…
Un muro partió la ciudad en dos.
La población quedó dividida.
Nadie la escuchó.

En 1977, cuando los planetas se alinearon
y las Voyager partieron rumbo al infinito,
Berlin Este siguió bajo el influjo de astros infaustos,
tapiado el horizonte por un telón en blanco y negro.
Desde el espacio, a todo color,
llegaban a la tierra miles de imágenes
-Una Gran Mancha Roja abría sus pétalos
en el hemisferio sur de Júpiter;
sobre el limbo de Ío
se elevaba la pluma azul de Prometeo-
-Corría el año 1979 de Nuestro Señor el gigante gaseoso-
Los dioses volvieron a ocupar su lugar en el panteón celeste.

De la Europa celeste de las Voyagers
a la Europa de los estados satélites soviéticos,
de las grietas de su corteza helada
a las de la segunda guerra fría.
Mundos extravagantes
en los que orbitan imágenes icónicas,
como la del beso fraterno entre Brezhnev y Honecker
o la de la gran luna Ganimedes, una bola navideña en el espacio.
Pero todavía tendremos que esperar una década
hasta que el muro se derrumbe
y las Voyagers tomen el “Retrato de la familia” del Sistema Solar.

El año 1990 de Nuestro Señor, en el punto azul pálido,
la historia se acelera y el tiempo nos alcanza.
«Free, free Nelson Mandela» gritan en Ciudad del Cabo,
en todo el país repican las campanas y
ondean las banderas del Congreso Nacional Africano.
«Somos un pueblo», gritan en Berlin,
pidiendo la reunificación alemana.
El Pacto de Varsovia comienza a disolverse,
a su manera, con la doctrina Sinatra…
Aunque pocos lo saben,
la Vogager 1 se dirige hacia el espacio interestelar,
y antes de que apaguen sus cámaras, se gira
para echar un último vistazo a nuestro loco mundo
desde seis mil millones de kilómetros.

Mientras el muro se fragmenta en miles de pedazos,
en un punto del pixel,
Dimitri Vrúbel hace bocetos para el recuerdo
inspirados en la foto del beso socialista,
«Dios mío, ayúdame a sobrevivir a este amor mortal»
se titula el mural.
Era el 14 de febrero de 1990.

*******

Entre el 9 de noviembre del año 1989, día en el que cayó el muro de Berlín, y la primera quincena del mes de febrero del año siguiente, transcurre un trimestre frenético cargado de acontecimientos que cambiaron el mundo. El 9 de febrero de 1990 comienzan las obras de derribo del muro, al día siguiente, Gorbachov da el visto bueno para la reunificación alemana, que se producirá este mismo año. El 11 de febrero, en Sudáfrica, Nelson Mandela es puesto en libertad, tras 27 años en prisión, -era el principio del fin del apartheid-.
La cascada de acontecimientos se sucede, el Sóviet Supremo se plantea la disgregación de las repúblicas de la Unión Soviética y los países del bloque del Este inician un rápido proceso de democratización. Esta vorágine, que acabará con la disolución de la URSS y la desaparición del Pacto de Varsovia, desembocará en el final de la Guerra Fría y la construcción de un nuevo orden mundial.

En el cosmos, entre el otoño de 1989 y el invierno de 1990, las sondas Voyager marcaron un hito en la exploración espacial, al concluir el Grand Tour por los cuatro planetas gigantes en menos de una década. Tras la visita de la Voyager 2 al sistema de Neptuno, se apagaron sus cámaras, nunca más volvería a tomar imágenes de ningún cuerpo estelar.
La primera quincena de noviembre, la Voyager 1 sobrevoló Saturno y algunas de sus lunas, pero antes de iniciar su misión Interestelar realizó una última secuencia de 60 fotografías, era la última oportunidad de hacer un «Retrato de la familia del Sistema Solar» . En este mosaico de imágenes, la Tierra, apenas es un punto azul pálido en la inmensidad del espacio. Media hora más tarde de retratar a nuestro planeta, las cámaras de la Voyager 1 se apagaron. Estas serían las últimas de las más de 67 000 imágenes tomadas por la misión.

En su travesía por el espacio interestelar, Voyager 2 ya está a 20.000 millones de kilómetros de la Tierra y Voyager 1 a más de 24.000, aunque desde hace unos meses su unidad de telecomunicaciones comenzó a fallar y la NASA tiene problemas para repararla.

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Esta entrada, dedicada al punto azul pálido, participa en polidivulgadores de Hypatiacafe @hypatiacafe.

Las viajeras estelares

El 5 de septiembre de 1977 se lanzó desde Cabo Cañaveral la sonda Voyager 1. Su hermana gemela, Voyager 2, había despegado 16 días antes, el 20 de agosto, 47 años después, se han convertido en los objetos fabricados por el hombre que han viajado más lejos de nuestro planeta.
En la segunda mitad del siglo XX comenzó la carrera espacial, la rivalidad entre Estados Unidos y la Unión Soviética por la conquista del espacio hizo volar la imaginación de buena parte de la población mundial. En la década de los 70, millones de personas estaban enganchados por la exploración del cosmos y el estreno de la primera película de la saga ‘La Guerra de las Galaxias’, en 1977, desató la fiebre por la ciencia ficción.
En este contexto de misiones espaciales y contiendas estelares comenzaron su travesía las naves Voyager, que viajan con un disco de oro titulado «Los sonidos de la Tierra«, un compendio de datos elaborado por un comité presidido por Carl Sagan, que lo denominó una “botella en el océano cósmico”.
Pero en esta época los astros estaban también en sintonía; los planetas exteriores del Sistema Solar se alinearon a finales de la década de los 70 y su colocación era idónea para la asistencia gravitacional. Este efecto tirachinas permitió a las naves viajar a gran velocidad sin apenas consumir combustible. La sonda Voyager 2, por ejemplo, aprovechando sucesivamente el tirón de Júpiter, Saturno y Urano alcanzó Neptuno en 1989, sin este efecto hubiera tardado unos 30 años más. La fecha de lanzamiento no fue casual, los científicos sabían que los planetas no volverían a estar situados en esas posiciones concretas hasta el 2152. Pero ¿quién había llegado a esas conclusiones?
Para viajar a los planetas exteriores hace falta escapar de la fuerza gravitacional que ejerce el Sol y, en los años 60, la NASA no podía asegurar vida útil a una sonda más allá de unos meses, en esta época un joven matemático, Michael Minovitch, que realizaba el doctorado en el Jet Propulsion Laboratory (JPL), decidió dedicar su tiempo libre a resolver el problema de “los tres cuerpos”, programando en la nueva computadora IBM series de ecuaciones que le ayudaran a resolver la incógnita. Obtuvo una información bastante exacta sobre las posiciones de los planetas y demostró que si una nave pasa cerca de un planeta que orbita alrededor del Sol puede apropiarse de parte de la velocidad orbital de ese astro y acelerar en dirección opuesta al Sol sin utilizar el combustible de propulsión.
Intento por convencer a la Nasa de la importancia de su descubrimiento, dibujó a mano numerosas trayectorias de hipotéticas misiones, entre ellas una ruta específica que, años más tarde, se convertiría en la trayectoria de las sondas Voyager. Pero era el año 1962 y en el JPL estaban enfrascados con el Proyecto Apolo y nadie prestó mayor atención a su hallazgo.
El proyecto fue tomando forma cuando el ingeniero espacial Gary Flandro, partiendo de los estudios de Minovitch, comenzó a refinar los cálculos y cayó en la cuenta de que si entre 1976-1978 se lanzaba una sonda, ésta podría visitar los cuatro planetas exteriores, o bien varias combinaciones de los mismos además de Plutón. Finalmente, la NASA aceptó la idea de una gran expedición y, en 1970, se consiguieron los fondos para la construcción de dos naves espaciales gemelas que se convertirían en las Voyagers.
Tras enormes dificultades técnicas y cambios de planes, la misión fue todo un éxito, la Voyager 1 sobrevoló a Júpiter y Saturno y, a continuación, después de visitar Titán (luna de Saturno), abandonó la eclíptica del Sistema Solar. La Voyager 2, después de visitar Júpiter y Saturno, siguió su camino hacia Urano y Neptuno, dejando la eclíptica tras el paso sobre Tritón (luna de Neptuno). Ambas han realizado hallazgos asombrosos, como el descubrimiento de 22 nuevos satélites, anillos en Júpiter o que Europa parece estar cubierta por un vasto océano de hielo y continúan su viaje. En septiembre de 2013 la Nasa anunció que la Voyager 1 había atravesado la heliosfera, una burbuja que rodea a todo el Sistema Solar.
Lo más sorprendente es que 47 años después todavía siguen enviando señales y los datos de sus diferentes instrumentos.
Si una imagen pudiera representar esta misión, sería la tomada por la Voyager 1 desde una distancia de 6000 millones de kilómetros, en el que nuestro planeta visto desde los confines del sistema solar queda casi reducido a un pixel en la fotografía y que fue bautizada Un punto azul pálido.

Acoplado a un costado de las naves, viaja el disco de oro de las Voyager “Sonidos de la Tierra”, un compendio de datos que nos representara como humanidad, elaborado por un comité presidido por el astrónomo y escritor Carl Sagan. Entre los sonidos enviados al Cosmos, como mensaje en una botella, está la canción ‘Dark Was the Night, Cold Was the Ground‘, (Oscura era la noche, fría estaba la Tierra) de Blind Willie Johnson.

Oscura era la noche, fría estaba la Tierra

“Oscura era la noche, fría estaba la Tierra”,
el blues de ‘Blind’ Willie Johnson,
junto con el canto nocturno de los navajos
y los latidos del corazón de Ann Druyan
ya han cruzado el Cinturón de Kuiper.
—La NASA anunció que la Voyager 1
dejaba atrás la heliopausa, abandonando el Sistema Solar—.
Desamparados en la Vía Láctea,
arropados tan solo por gas ionizado,
los esquemas de ADN y las leyes de Newton
duermen su letargo cósmico
en los surcos del disco de oro de la Voyager
con otros ‘grandes éxitos’ del Planeta.
Escucho el gemido de la guitarra
mientras oscurece en esta parte de la Tierra,
y el verano se debilita, como la señal de la Voyager.
La luna mengua,
y el lamento de ‘Blind’ en las calles de Beaumont,
se desplaza hacia la nube de Oort,
—en unos 40.000 años se aproximará a la constelación de la Jirafa—.
Entre rasgueo y rasgueo,
repaso el inventario que vaga en el abismo
y que intenta explicar “a quién corresponda”
la deriva continental, la evolución de los vertebrados
o el endemoniado tráfico de una ciudad en hora punta.
En la carátula,
una descripción del lugar de nuestro planeta en la Galaxia,
un átomo de hidrógeno
y las instrucciones de uso y manejo del disco.
“Dark was the night, cold was the ground”
(Oscura era la noche, fría estaba la Tierra),
Un blues desvalido en la frontera.
Voz profunda adentrándose en el espacio profundo,
mensajera frágil “en el áspero camino hacia las estrellas”.

Más información
«El beso fraternal socialista«, 1979. El fotógrafo Regis Bossu logró captar este momento en el que Leonid Brezhnev y Erich Honecker se dan un «beso». Posteriormente, la imagen sirvió de inspiración para un mural,  pintado en 1990, por el artista ruso Dmitri Vrúbel en la East Side Gallery, una sección del muro de Berlín.

Luna incógnita

Luna incognita_Shoemaker_agua

Luna Incógnita

«And, when he shall die,
Take him and cut him out in little stars,
And he will make the face of heaven so fine
That all the world will be in love with night,
And pay no worship to the garish sun».
Romeo y Julieta. William Shakespeare.

A bordo de la nave Lunar Prospector,
en una pequeña cápsula,
viajaron al espacio las cenizas de Gene Shoemaker
que, en vida, soñó con pisar el Mar de la Tranquilidad.
Sus restos reposan, desde julio de 1999,
en un cráter de oscuridad eterna que lleva su nombre y
que se alza en el extremo austral,
junto a los de Shackleton, Amundsen, Scott
y otros exploradores antárticos.
La Luna Incógnita es un reino de contrastes,
hay regiones de oscuridad perpetua,
pozos profundos donde el agua de cometas y asteroides
quedó atrapada hace millones de años
y todavía resiste en forma de hielo.
Pero hay, también, ‘islas de luz’,
que iluminan como faros en medio de la noche,
en las colinas que bordean los cráteres.
En la zona de tinieblas,
donde el brillo del Sol nunca llega,
reposa el primer hombre ‘enterrado’ en un cementerio lunar
con la imagen de un cometa, la de un cráter de Arizona
y los versos de Shakespeare,
«Y, cuando él muera, llevároslo y divididlo en estrellas diminutas.
El rostro del cielo se tornará tan bello
que el mundo entero se enamorará de la noche
y dejará de adorar al sol radiante».
a modo de epitafio.

Elena Soto

Eugene Merle Shoemaker (también conocido como Gene Shoemaker) (28 de abril de 1928-18 de julio de 1997) fue uno de los fundadores de las ciencias de las ciencias planetarias y el más conocido de los codescubridores del cometa Shoemaker-Levy junto con su esposa Carolyn Jean Spellmann y el astrónomo David Levy.
Shoemaker era geólogo de formación y los cráteres eran una de sus grandes pasiones; ayudó a confirmar que el famoso cráter Barringer, de 173 metros de profundidad, cerca de Flagstaff (Arizona), fue provocado por el impacto de un asteroide.También defendió la hipótesis de que otro impacto de este tipo mató a los últimos dinosaurios hace 66 millones de años. Y cartografió algunos de los cráteres de la Luna, revolucionando la comprensión de su geología.
Pero uno de sus grandes sueños, enfundarse en un traje espacial y caminar sobre la superficie de la Luna, nunca se hizo realidad. La enfermedad de Addison acabó con su esperanza de convertirse en astronauta.
En 1997, viajando con su esposa, sufrió un accidente de coche, Carolyn sobrevivió, pero él falleció. La científica planetaria Carolyn Porco, antigua alumna de Shoemaker, encabezó una iniciativa para poner una parte de sus cenizas a bordo de la nave espacial Lunar Prospector de la NASA. La empresa Celestis, construyó una urna-cápsula de policarbonato, rodeada de una cinta de latón con una imagen del cráter Barringer y una cita de «Romeo y Julieta».
Con el objetivo de buscar agua, la nave despegó de Cabo Cañaveral, el 6 de enero de 1998. Un año después, Lunar Prospector se estrelló deliberadamente contra el suelo de un cráter que lleva su nombre, cerca del polo sur lunar. Con ella cayeron las cenizas de Shoemaker. ´Sobre el entierro de su marido en otro mundo Carolyn dijo «Siempre sabremos, cuando miremos a la luna, que Gene está allí». Por el momento, son los únicos restos humanos que reposan en la Luna.

Polo sur lunar

LCROSS es el acrónimo en inglés de Lunar Crater Observation and Sensing Satellite, o “Satélite de detección y observación de cráteres lunares”. Fue una misión conjunta en combinación con el orbitador LRO (Lunar Reconnaissance Orbiter), sonda a la que la LCROSS estuvo unida hasta el momento de ser proyectada contra la superficie de la Luna.
El impacto ocurrió el 9 de octubre de 2009. Gracias a los datos recogidos, NASA confirmó que la misión había permitido descubrir la existencia de notables cantidades de agua en un cráter lunar.

En el polo sur lunar el Sol se mantiene por debajo o justo por encima del horizonte, creando temperaturas superiores a 54 °C (130 °F) durante los períodos de luz solar. Incluso durante estos períodos de iluminación, las elevadas montañas proyectan sombras oscuras y los profundos cráteres protegen la oscuridad perpetua de sus abismos. Algunos de estos cráteres albergan regiones en sombra permanente que no han visto la luz solar en miles de millones de años y experimentan temperaturas tan bajas como -203 °C (-334 °F).
Una década más tarde, en 2019, el Lunar Reconnaissance Orbiter catalogó 324 regiones lunares en oscuridad perpetua. Los cráteres de oscuridad eterna conservan fuentes de hielo de agua que se pueden convertir en agua potable, oxígeno respirable y propulsor de cohetes, por lo que presentan nuevas oportunidades para la investigación y la exploración del espacio a largo plazo.
Varios de estos cráteres presentan indicios de hielo de agua en su interior y, en algunos casos, los picos de luz eterna se encuentran en las proximidades de los cráteres de oscuridad perpetua, lo que podría ser ventajoso para la generación de energía solar.
Desde la confirmación de agua en la Luna, en 2009, se han realizado diferentes estudios para investigar su cantidad y distribución. Este nuevo mapa detallado de la distribución de agua en la superficie lunar proporciona una información valiosa.
Lejos de caer en el olvido, nuestro satélite se ha convertido en objetivo y potencias espaciales emergentes buscan posarse en su superficie.  El pasado 23 de agosto la nave Chandrayaan 3 de la India envió a la Tierra su primera imagen tras aterrizar cerca del polo sur lunar.

El lanzamiento del transbordador Atlantis

Howard Nemerov Atlantis _NASA

El lanzamiento del transbordador Atlantis

Gran parte de la vida en el mundo consiste en esperar.
Este día no fue una excepción, así que esperamos
toda la mañana hasta la tarde.
Pasé parte del tiempo recordando a
Dante, que hizo su viaje mental
solo, sin más maquinaria pesada
que el fantasma de una joven guiándole;
Y me pregunté si perdió mucho para ganar todo este
nuevo mundo de motor y energía, donde el sueño
se traduce en hechos. Pero cuando el artefacto se elevó
fue realmente impresionante, como si el infierno
se abriera para enviar a su emisario
en busca del cielo o «el mundo despoblado
(así Dante condenó a Ulises) «detrás del sol».
Gran parte de la vida en este mundo es memoria
que el momento mismo del acontecimiento
-Tanto  el ruido y el humo como el despegue
se desvanece en el límite de nuestra visión
en la luz azul de la tarde-
No apareció más, directo al vacío
el destello de una cerilla en la luz del sol, rápidamente apagada.
¿Qué puede resultar de esto? No podemos saberlo.
Se esperan grandes cosas, como la tierra prometida
prometió a Moisés que no vería
sino una visión lejana, aunque sus descendientes si la verían.
El mundo está hecho de imágenes del mundo,
y las imágenes cambian el mundo en otro mundo
Que no podemos conocer, como no conocimos éste.
Howard Nemerov / Witnessing the Launch of the Shuttle Atlantis
El transbordador espacial Atlantis (designación NASA: OV-104) fue uno de los transbordadores de la flota perteneciente a la NASA. Viajó por primera vez al espacio el 3 de octubre de 1985, realizó 33 misiones, entre las que destacan los lanzamientos de las sondas interplanetarias, Magallanes, con destino a Venus, y Galileo, a Júpiter, ambos en 1989; el hito en la cooperación espacial ‘Shuttle-Mir’ que supuso el atraque en la estación rusa durante el programa conjunto que incluyó 11 vuelos; o la misión de mantenimiento al telescopio espacial Hubble, en la que se sustituyeron algunos componentes estropeados y se instalaron nuevos instrumentos. Como poeta laureado, Nemerov escribió versos conmemorativos del lanzamiento del transbordador Atlantis.

Howard Nemerov lee y comenta el proceso de escritura de su poema «El lanzamiento del transbordador Atlantis Witnessing» (The Launch of the Shuttle Atlantis) para el documental «Nemerov, Too», de 1991, realizado por Full Circle Productions y producido por Kathy Corlet y Carlos Pinero.

Howard Nemerov (Nueva York, Estados Unidos, 1920 – University City, Misuri, Estados Unidos, 1991)

Ada Limón, un poema para Europa

Ada Limon Europa poem

Elogio del misterio: Un poema para Europa

Arqueados bajo el cielo nocturno teñido
en la inmensa oscuridad, señalamos
a los planetas que conocemos

a las estrellas. Desde la tierra
leemos el cielo como si fuera un libro infalible
del universo, conocido y evidente.

Sin embargo, hay misterios ocultos bajo nuestro cielo:
el canto de la ballena, el canto del pájaro
su trino en la rama de un árbol agitado por el viento.

Somos criaturas en continuo asombro,
curiosos ante el latido, la hoja y la flor,
ante el dolor y el placer, el sol y la sombra.

Y no es la oscuridad lo que nos une
ni la fría distancia del espacio, sino
la ofrenda de agua, cada gota de lluvia,

Cada arroyo, cada pulso, cada vena.
Oh segunda luna, nosotros también somos
de agua, de vastos y atractivos mares.

Nosotros también estamos hechos de maravillas, de amores grandiosos
y  cotidianos, de pequeños mundos invisibles,
de una necesidad de llamar a través de la oscuridad.

Ada Limón. “In Praise of Mystery: A Poem for Europa”

Ada Limón reveals ode to fly on NASA Jupiter moon mission

«Elogio del misterio: Un poema para Europa» se grabará -de puño y letra de la poeta – en la cara interior de una placa metálica de tántalo. La pieza triangular se montará en el lateral de la nave espacial Europa Clipper, donde servirá de sello a una bóveda de aleación de aluminio y zinc que protegerá los componentes electrónicos de la nave, sensibles a la radiación.
El poema recorrerá 2.900 millones de kilómetros a bordo de la nave espacial Europa Clipper que partirá desde el Centro Espacial Kennedy de la NASA en octubre de 2024. El objetivo de la misión, que llegará a Júpiter en 2030, es la exploración de Europa, una de las lunas del planeta. Se cree que este satélite contiene un océano global y profundo de agua líquida debajo de la capa de hielo de la superficie, por lo que se le considera uno de los entornos habitables más prometedores de nuestro sistema solar.

Ada Limon
Ada Limón nació en Sonoma, California, en 1976 y es autora de varias colecciones de poesía, entre ellas: “The Hurting Kind”; “The Carrying”, que ganó el Premio del Círculo Nacional de Críticos de Libros de Poesía, y “Bright Dead Things”, finalista del Premio Nacional del Libro y del Premio del Círculo Nacional de Críticos de Libros.

Oscura era la noche, fría estaba la Tierra

El disco de oro

El disco de oro «The Sounds of Earth» acompaña a las sondas espaciales Voyager, lanzadas en 1977

“El lanzamiento de esta botella dentro del océano cósmico dice algo muy esperanzador sobre la vida en este planeta”. Carl Sagan

La aventura de las dos naves gemelas (Voyager 1 y Voyager 2) comenzó en 1977 cuando la NASA las envió a explorar los rincones más alejados del Sistema Solar; desde entonces, las naves han estado viajando con diferentes rumbos. Tras haber explorado Júpiter, Saturno y sus satélites, la Voyager 1 se dirigió al espacio interestelar siguiendo ruta hacia el centro de la Vía Láctea. En septiembre de 2013 la Nasa anunció que la Voyager 1 había atravesado la última frontera y se encontraba a 19.000 millones de kilómetros de nuestro Sol.

Acoplado a un costado de las naves, viaja el disco de oro de las Voyager “Sonidos de la Tierra”, un compendio de datos que nos representara como humanidad, elaborado por un comité presidido por el astrónomo y escritor Carl Sagan. Entre los sonidos enviados al Cosmos, como mensaje en una botella, está la canción ‘Dark Was the Night, Cold Was the Ground‘, (Oscura era la noche, fría estaba la Tierra) de Blind Willie Johnson.

Dark Was the Night, Cold Was the Ground

Dark Was the Night, Cold Was the Ground

Oscura era la noche, fría estaba la Tierra

“Oscura era la noche, fría estaba la Tierra”,
el blues de ‘Blind’ Willie Johnson,
junto con el canto nocturno de los navajos
y los latidos del corazón de Ann Druyan
ya han cruzado el Cinturón de Kuiper.
—La NASA anunció que la Voyager 1
dejaba atrás la heliopausa, abandonando el Sistema Solar—.
Desamparados en la Vía Láctea,
arropados tan solo por gas ionizado,
los esquemas de ADN y las leyes de Newton
duermen su letargo cósmico
en los surcos del disco de oro de la Voyager
con otros ‘grandes éxitos’ del Planeta.
Escucho el gemido de la guitarra
mientras oscurece en esta parte de la Tierra,
y el verano se debilita, como la señal de la Voyager.
La luna mengua,
y el lamento de ‘Blind’ en las calles de Beaumont,
se desplaza hacia la nube de Oort,
—en unos 40.000 años se aproximará a la constelación de la Jirafa—.
Entre rasgueo y rasgueo,
repaso el inventario que vaga en el abismo
y que intenta explicar “a quién corresponda”
la deriva continental, la evolución de los vertebrados
o el endemoniado tráfico de una ciudad en hora punta.
En la carátula,
una descripción del lugar de nuestro planeta en la Galaxia,
un átomo de hidrógeno
y las instrucciones de uso y manejo del disco.
“Dark was the night, cold was the ground”
(Oscura era la noche, fría estaba la Tierra),
Un blues desvalido en la frontera.
Voz profunda adentrándose en el espacio profundo,
mensajera frágil “en el áspero camino hacia las estrellas”.

Dark was the night, cold was the ground
“Dark was the night, cold was the ground”,
‘Blind’ Willie Johnson’s blues,
together with the Navajo’s nocturnal song
and the Ann Druyan’s heartbeat
have already crossed the Kuiper Belt.
-The NASA announced that Voyager 1
had dropped out the heliopause, leaving the Solar System-.
Homeless in the Milky Way,
clothed only by ionized gas,
DNA schemes and laws of Newton
his cosmic lethargy sleep
in the grooves of the Voyager golden record
with others ‘greatest hits’ of the Planet.
I hear the groan of the guitar
while darkening in this part of the Earth
and summer is weakened, as the sign of the Voyager.
The waning moon
and the wail of ‘Blind’ on the streets of Beaumont
moves towards the Oort cloud,
—in 40,000 years approaching the Giraffe constellation —
Among strumming and strum,
review inventory wandering in the abyss
and tries to explain «to whom it may concern»
continental drift, the evolution of vertebrates
or damned city traffic at rush hour.
On the cover,
a description Earth’s location in the Galaxy,
a hydrogen atom,
and instructions for use and handling of the disc
“Dark was the night, cold was the ground”
A underdog blues at the border
Deep voice push out into deep space
fragile messenger, «a rough road leads to the stars»

voyager esabloPegaso

El 12 de septiembre de 2013 la NASA confirmó que la sonda interplanetaria Voyager-1 había abandonado, 35 años después de su lanzamiento, la heliosfera, región espacial que demarca el fin del Sistema Solar, convirtiéndose así en el primer objeto artificial en entrar el espacio interestelar.

Viaje cósmico: la Misión Interestelar Voyager y el mensaje


El disco de la Voyager está bañado en oro y tiene el tamaño de un vinilo convencional. La carátula incluye su propia aguja con instrucciones sobre cómo colocarla en los surcos para que el disco gire a la velocidad ideal. Está diseñado para perdurar cientos de millones de años sin sufrir un nivel de degradación importante.

En su interior hay más de 90 minutos de sonidos e imágenes que retratan la diversidad de la vida y la cultura en la Tierra. Fotografías, sonidos de la naturaleza, de animales, saludos en 55 idiomas y una selección musical de diferentes culturas y épocas. A cargo del proyecto estuvo Carl Sagan y, junto a él, la que más tarde sería su esposa, la escritora Ann Druyan, que participó activamente en la grabación. En el disco quedaron recogidos los latidos de su corazón y sus ondas cerebrales.

Durante la grabación de los discos Sagan y Druyan se enamoraron y ella cuenta que mientras le hacían el escáner, a pesar de su esfuerzo por mantenerse fría los sentimientos de amor dominaron su mente. “Mis sentimientos de una mujer de 27 años, locamente enamorada, están en ese disco”.

El portal de Carl Sagan

Aquí puedes ver (haz un click) el disco de oro de la Voyager.

El 1 de diciembre de 2017 salió a la venta el disco de las Voyager, editado por el sello Ozma Records, El proyecto,elaborado por David Pescovitz, pone en manos de los terrícolas una copia de los discos de oro de las sondas Voyagers.

Publicado originalmente en Tam Tam Press