La banda británica de post-punk Joy Division ilustró con un extraño gráfico la portada de su primer álbum, Unknown Pleasures (Placeres desconocidos), publicado en 1979. La cubierta del LP se convirtió en un icono y, actualmente, está presente en infinidad de productos de merchandising; pero lo que desconoce la mayoría de los que la lucen en su ropa, piel o poseen objetos con esta imagen es que corresponde al electrocardiograma del latido de una estrella pulsante de neutrones, descubierta en 1967 por la astrofísica Jocelyn Bell.
La icónica portada es obra del diseñador Peter Saville, que tomó la ilustración de la Enciclopedia de Astronomía de Cambridge de 1977, invirtiendo los colores al gráfico original. Tirando del hilo, Jen Christiansen, editora gráfica de Scientific American, descubrió que la imagen original se remontaba a 1970, cuando fue generada por ordenador en el Radio Observatorio de Arecibo (Puerto Rico) por Harold Craft para su tesis doctoral y, posteriormente, reproducida en 1971 en un artículo de Scientific American, «The nature of pulsars», de Jeremiah P. Ostriker. Toda la historia la cuenta en Pop Culture Pulsar: Origin Story of Joy Division’s Unknown Pleasures Album Cover.
No deja de ser sorprendente que el diagrama de los pulsos de radio de un exótico objeto en la constelación de Vulpecula ilustre la carátula de un disco; no es menos chocante que el patrón de líneas del corazón de un púlsar se popularice; y tal vez sea una señal poética que, años después, esta imagen acabe estampada en mi taza de café.
Unknown pleasures en la constelación de Vulpecula
A Jocelyn Bell
Una taza puede ser un placer desconocido,
si tus manos acarician las ondas de un púlsar
de la constelación de Vulpecula.
El café impacta contra el fondo y,
mientras se vierte,
PSR B1919+21 ya ha dado una vuelta
-un giro cada 1,33730113 segundos-.
Aunque una taza nada tiene que ver con una estrella pulsante,
ni el chorro de café con una señal electromagnética,
fantaseo imaginando alguna leyenda interesante
de la constelación de la Zorra que,
según la Wikipedia, no tiene ninguna referencia mitológica.
Pero, en agosto de 1967, cuando Jocelyn Bell
detectó una señal de radio extraterrestre
que se repetía periódica cada 1,3 segundos.
la bautizó como Little Green Men 1 (LGM1),
los hombrecillos verdes.
Más tarde, descubrió que el origen del bip-bip regular
era un cadáver estelar rotando como un faro fantasma.
No había duendes galácticos.
La constelación de la pequeña Zorra regaló a Jocelyn
el primer electrocardiograma del latido
de una estrella pulsante de neutrones;
un buen currículum para la discreta Vulpecula.
El patrón de líneas del corazón errante PSR B1919+21
se convirtió en un icono,
alguien pensó que el perfil de sus ondas,
también era un placer desconocido
Unknown Pleasure
y el sonido cósmico acabó en la portada de un disco.
A miles de años luz de Vulpecula,
vuelvo a los rituales cotidianos,
al café y a la taza terrestres,
un ajuste fino al echar el azúcar
me ayudará en los cálculos cósmicos.
Los expertos dicen
que una cucharadita de su materia estelar
pesa tanto como el Everest.
Poema que colabora en #Polivulgadores de Café Hypatia con el tema #PViconos