La naturaleza salvaje de Marosa Di Giorgio

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El gladiolo es una lanza con el costado lleno de claveles, es un cuchillo de claveles; ya salta la ventana, se hinca en la mesa; es un fuego errante, nos quema los vestidos, los papeles. Mamá dice que es un muerto que ha resucitado y nombra a su padre y a su madre y empieza a llorar.

El gladiolo rosado se abrió en casa.
Pero ahuyéntalo, dile que se vaya.
Esa loca azucena nos va a asesinar.

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Me acuerdo de los repollos acresponados, blancos, -rosanieves
de la tierra, de los huertos-, de marmolina, de la porcelana más
leve, los repollos con los niños dentro:
Y las altas acelgas azules.
Y el tomate, riñón de rubíes.
Y las cebollas envueltas en papel de seda, papel de fumar, como
bombas de azúcar, de sal, de alcohol.
Los espárragos gnomos, torrecillas del país de los gnomos.
Me acuerdo de las papas, a las que siempre plantábamos en el
medio un tulipán.
Y las víboras de largas alas anaranjadas.
Y el humo del tabaco de las luciérnagas, que fuman sin reposo.
Me acuerdo de la eternidad.

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Me encantan la magnolia amarilla,
y la magnolia rosada y amarilla,
y la magnolia blanca como un estrella,
y la magnolia con rayas grises,
ésa parece una pájara del bosque,
una polla con las alas abiertas.
Pido a papá que me traiga la magnolia que nadie tiene;
y él va y la corta en el minuto preciso,
y la trae al medio de la pieza,
y ella abre los grandes pétalos perfumados,
y le cuelga la cabecita gris sangrando.

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Traemos una hoja parda, una hoja de violeta, una hoja redonda, una hoja estriada.
Sobre la mesa, las violetas con su delicado tentáculo, su melenita azul. Ese perfume y ese color son del trasmundo, del submundo, de donde viene el Señor, el Negro, el mariposa de plata, de muchísimas alas, apoyándose en una, en otra.
Todos quieren matarle, deshacerle, pero resulta imposible, porque es inmortal, y se desliza con un raro barullo; le siguen antiguos niños, papeles rotos, y violetas.

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Las margaritas abarcaron todo el jardín, primero, fueron como
un arroz dorado; luego, se abrían de verdad; eran como pájaros
deformes, circulares, de muchas alas en torno a una sola cabeza
de oro o de plata. Las margaritas doradas y plateadas quemaron
todo el jardín. Su penetrante perfume a uvas nos inundó, el pe-
entrante perfume a uvas, a higo, a miel, de las margaritas, que-
mó toda la casa. Por ellas, nos volvíamos audaces, como locos,
como ebrios. E íbamos a través de toda la noche, del alba, de la
mañana, por el día, cometiendo el más hermoso de los pecados,
sin cesar.

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Me libré de los jazmines. Antes, en diciembre, crecían
anchos como viñas. Era casi imposible ir al colegio; mamá,
igual,me ponía el vestido de organdí blanco y los moños, y
me empujaba entre aquellas flores que no admitían otra cosa
que su locura, su brío, su vida apasionada e inmaculada. El
perfume era tal, que se podía tocar como si fuera un tul o una
espuma; a veces, de tan blanco, se volvía plateado, y hasta
celeste. Una vez el organdí se me deshizo; era imposible
andar o detenerse; quedé desnuda entre aquellas copas
velatorias; se formaban desesperadamente, y, a la vez, no
tenían ningún interés por mí; no sé cómo pude salir viva de
aquella vida, del rosal siniestro del Jazmín del Cabo.

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Las avispas eran finísimas. Como los ángeles, cabían muchas en un punto. Todas parecían señoritas, maestras de baile. Imité su murmullo bastante bien. Rondaron sobre las flores blancas del manzano, las ocres del membrillo, las duras rosas rojas del granado. O en las fuentecitas, donde mi prima, mi hermana y yo las mirábamos con la mano en el mentón. Ante ellas fuimos gigantes, monstruos. Pero lo más pasmoso era los cartones que fabricaban; casi de golpe, aparecían sus palacios de grueso papel gris, entre las hojas y, adentro, platos de miel.
Mientras, proseguía el lagarto cazando huevos de gallina, calientes golosinas; cruzaban las víboras azules como el fuego, subían claveles labrados y rizados, iguales a copas de arroz y de frutilla.
El mundo, por todas partes, acuciante, encantador.
Y una cara, separada, sólo pintada, iba entre las hojas, ojos bajos, boca abierta y roja.
Y cuando ya había pasado, pasaba una vez más.

Marosa Di Giorgio (Salto, Uruguay, 1932- Montevideo, 2004). Su obra poética, reunida bajo el título de Los Papeles Salvajes, se le otorgó el I Premio Internacional de Poesía en lengua castellana, convocado por el Festival Internacional de Poesía de Medellín. Algunos de sus libros publicados son: Poemas (1954); Humo (1955); Druída (1959); Historial de las violetas (1965); La guerra de los huertos (1971); Clavel y tenebrario (1979); La liebre de marzo (1981); Mesa de esmeralda (1985); La falena (1989); y Membrillo de Lusana (1989). En prosa, publicó Misales (Calicanto, Montevideo, 1993); Camino de las pedrerías (Planeta, 1997) y Reina Amelia, su primera novela
(Adriana Hidalgo, 1999).

La representación de la naturaleza en el arte es una vía de acercarnos a la poesía de Marosa di Giorgio, de entrar en su mundo de una naturaleza alucinada y a la vez domesticada. Di Giorgio siempre subraya el ambiente natural, un mundo de la chacra de su infancia donde los vegetales comunes –la calabaza, las arvejas, la cebolla– se entremezclan vertiginosamente con flores venenosas, con frutos mágicos, en campos por donde se mueven familiares, vecinos, animales, la Virgen, y seres nocturnos que seducen y asustan.
La abundancia campestre de este mundo se tiñe a veces de algo enfermizo, casi como si hubiera algo que infectara las raíces de las plantas para que nunca llegaran a su plenitud. A veces el escenario se parece a un Edén domesticado, pero siempre al borde de lo salvaje. La evocación de la naturaleza de esta manera es a la vez una nostalgia teñida de amenaza.

La naturaleza irresistible e intolerable de Marosa di Giorgio de Gwen Kirkpatrick.

Cent mille milliards de poèmes de Queneau

Cent mille milliards de poèmes_Queneau

10 sonetos diferentes en 10 páginas distintas, recortados en tiras (en cada tira un verso), de manera que, al abrir el libro se puede leer el primer verso del primer poema, seguido del segundo verso del segundo poema o del tercero o del cuarto…, porque hay diez posibles maneras de elegir primer verso, diez de seleccionar el segundo de manera independiente, y así hasta el catorce. El número total de combinaciones posibles es 10 elevado a 14 (100.000.000.000.000), Son, por tanto, cien billones.
Queneau hace un cálculo del tiempo que se necesitaría para leer todos los poemas posibles: 45 sg para leer un poema, 15 sg para cambiar las tiras, 8 horas de lectura al día, 200 días de lectura al año… un millón de siglos de lectura.

El libro puede leerse de modo convencional, como un conjunto de diez páginas (10 sonetos) uno en cada página, o puede hojearse e ir combinando los versos (100 billones de posibles poemas), el libro de nunca acabar.

Las 140 lineas

Le roi de la Pampa retourne sa chemise
Lorsque tout est fini lorsque l’on agonise
Le cheval Parthénon s’énerve sur sa frise
Le vieux marin breton de tabac prit sa prise
C’était à cinq o’clock que sortait la marquise
Du jeune avantageux la nymphe était éprise
Il se penche il voudrait attraper sa valise
Quand l’un avec l’autre aussitôt sympathise
Lorsqu’un jour exalté l’aède prosaïque
Le marbre pour l’acide est une friandise

Pour la mettre à sécher aux cornes des taureaux
Lorsque le marbrier astique nos tombeaux
Depuis que lord Elgin négligea ses naseaux
Pour de fin fond du nez exciter les arceaux
Pour consommer un thé puis des petits gâteaux
Snob un peu sur les bords des bords fondamentaux
Que convoitait c’est sûr une horde d’escrocs
Se faire il pourrait bien que ce soit des jumeaux
Pour déplaire au profane aussi bien qu’aux idiots
D’aucuns par dessus tout prisent les escargots

Le cornedbeef en boîte empeste la remise
Des êtres indécis vous parlent sans franchise
Le Turc de ce temps-là pataugeait dans sa crise
Sur l’antique bahut il choisit sa cerise
Le chauffeur indigène attendait dans la brise
Une toge il portait qui n’était pas de mise
Il se penche et alors à sa grande surprise
La découverte alors voilà qui traumatise
La critique lucide aperçoit ce qu’il vise
Sur la place un forain de feu se gargarise

Et fermentent de même les cuirs et les peaux
Et tout vient signifier la fin des haricots
Il chantait tout de même oui mais il chantait faux
Il n’avait droit qu’à une et le jour des Rameaux
Elle soufflait bien par dessus les côteaux
Des narcisses on cueille ou bien on est des veaux
Il ne trouve aussi sec qu’un sac de vieux fayots
On espère toujours être de vrais normaux
Il donne à la tribu des cris aux sens nouveaux
Qui sait si le requin boulotte les turbots ?

Je me souviens encor de cette heure exquise
On vous fait devenir une orde de marchandise
Le cheval Parthénon frissonnait sous la bise
Souvenez-vous mes amis de ces îles de Frise
On était bien surpris par cette plaine grise
Quand on prend des photos de cette tour de Pise
Il déplore il déplore une telle mainmise
Et pourtant c’était lui le frère de feintise
L’un et l’autre a raison non la foule insoumise
Du voisin le Papou suce l’apophyse

Les gauchos dans la plaine agitaient leurs drapeaux
On prépare la route aux pensers sépulcraux
Du client londonien où s’ébattent les beaux
Où venaient par milliers s’échouer les harenceaux
Quand se carbonisait la fureur des châteaux
D’où Galilée jadis jeta ses petits pots
Qui se plaît à flouer de pauvres provinciaux
Qui clochard devenait jetait ses oripeaux
Le vulgaire s’entête à vouloir des vers beaux
Que n’a pas dévoré la horde des mulots ?

Nous avions aussi froids que nus sur la banquise
De la mort on vous greffe une orde bâtardise
Il grelottait le pauvre aux bords de la Tamise
Nous regrettions un peu ce tas de marchandise
Un audacieux baron empoche toute accise
D’une étrusque inscription la pierre était incise
Aller à la grande ville est bien une entreprise
Un frère même bas est la part indécise
L’un et l’autre ont raison non la foule imprécise
Le gourmet en salade avale la cytise

Lorsque pour y distraire y plantions nos tréteaux
La mite a grignoté tissus, os et rideaux
Quand les grêlons gin mars mitraillent les bateaux
Lorsqu’on voyait au loin flamber les arbrisseaux
Lorsque vient le pompier avec ces grandes eaux
Les Grecs et les Romains en vain cherchent leurs mots
Elle effraie le Berry comme les Morvandiaux
Que les parents féconds offrent aux purs berceaux
A tous n’est pas donné d’aimer le chocs verbaux
L’enfant put aux yeux bleus aimer le berlingot

Du pôle à Rosario fait une belle trotte
Le brave a beau crier ah cré non saperlotte
La Grèce de Platon à coup sûr n’est point sotte
On sèche le poisson dorade ou molve lotte
Du Gange au Malabar le lord anglais zozotte
L’esprit souffle et resouffle au-dessous de la botte
Devant la boue urbaine on retrousse sa cotte
Le généalogiste observe leur bouillotte
Le poète inspiré n’estpoint polyglotte
Le loup est amateur de coq et de cocotte

Aventures on eut qui s’y pique s’y frotte
Le lâche peut arguer de sa mine pâlotte
On comptait les esprits acérés à la hotte
On sale le requin on fume à l’échalotte
Comme à Chandernagor le manant sent la crotte
Le touriste à Florence ignoble charibotte
On gifle le marmot qui plonge sa menotte
Gratter le parchemin deviendra sa marotte
Une langue suffit pour emplir sa cagnotte
Le chat fait un festin de têtes de linotte

Lorsqu’on boit du maté l’on devient argentin
Les croque-morts sont là pour se mettre au turbin
Lorsque Socrate mort passait pour un lutin
Lorsqu’on revient au port en essuyant un grain
Le colonel s’éponge un blason dans la main
L’autocar écrabouille un peu l’esprit latin
Lorsqu’il voit la gadoue il cherche le purin
Il voudra retrouver le germe adultérin
Même s’il prend son sel au celte c’est son bien
Le chemin vicinal se nourrit de crottin

L’Amérique du Sud séduit les équivoques
Cela considérant ô lecteur tu suffoques
Sa sculpture est illustre et dans le fond des coques
Enfin on vend le tout homards et salicoques
Ne fallait pas si loin agiter les breloques
Les transports transalpins sont-ils biunivoques ?
On regrette à la fin les agrestes bicoques
Frère je te comprends si parfois tu débloques
Barde que tu me plais toujours tu soliloques
On a bu du pinard à toutes les époques

Exaltent l’espagnol les oreilles baroques
Comptant tes abattis lecteur tu te disloques
On transporte et le marbre et débris et défroques
On s’excuse il n’y a ni baleines ni phoques
Les Indes ont assez sans ça de pendeloques
Les banquiers d’Avignon changent-ils les baïques
On mettait sans façon les plus infectes loques
Frère je t’absoudrai si tu m’emberlucoques
Tu me stupéfies plus que tous les ventriloques
Grignoter des bretzels distrait bien les colloques

Si la cloche se tait et ton terlintintin
Toute chose pourtant doit avoir une fin
Si l’Europe le veut l’Europe ou son destin
Le mammifère est roi nous sommes son cousin
L’écu de vair ou d’or ne dure qu’un matin
Le Beaune et le Chianti sont-ils le même vin ?
Mais on n’aurait pas vu le Métropolitain
La gémellité accuse son destin
Le métromane à force incarne le devin
Mais rien de vaut grillé le morceau de boudin

Cent mille milliards de poèmes, Gallimard,

Raymond Queneau (El Havre, Francia, 1903 – París, 1976). Escritor y matemático francés.
En 1960 creó OuLiPo (Ouvroir de Littérature Potentielle), grupo que preconizaba la reintroducción del concepto de coerción formal como los lipogramas o las estructuras matemáticas en la creación literaria, y cuya intención era explorar los juegos y las combinatorias posibles dentro de las reglas convencionales de la literatura; pertenecieron al grupo, entre otros, Italo Calvino y Georges Pérec.También fue miembro del Colegio de Patafísica y director de la Encyclopédie de la Pléiade.

Lecciones de geometría de Alberto Blanco

Primera lección de geometría

En el principio era el uno.

Más cerca del punto de la escritura maya
que de la raya vertical de nuestro sistema de notación.

El uno no era una cantidad;
era la pura calidad del Todo indivisible.

y fue a partir del gran uno
que -en un momento dado- brotaron todos los números.

Primero nació el dos
y con él-de inmediato- el tres.
Luego, en vertiginosa sucesión,
surgieron todos los demás números.

Antes del uno no había más que el uno.
No el cero del vacío inexistente.
Ni el cero de la nada absurda.
El uno nada más.

Segunda lección de geometría

En el principio hay un punto.
no tiene dimensión ni tiene sentido.
Es infinitamente pequeño
Y es eterno: no depende del tiempo.

Una línea -por larga o corta que sea-
tiene un número infinito de puntos.

Una superficie -por chica o grande que sea-
tiene un número infinito de puntos;
infinitamente mayor que el número de puntos
en una línea , y -sin embargo- igual.

Un volumen -por inmenso o diminuto que sea-
tiene un número infinito de puntos;
infinitamente mayor que el número de puntos
en un área o en una línea, y -sin embargo- igual.

Cualquier cuerpo de cuatro dimensiones
tiene más puntos que un volumen,
una superficie o una línea,
y – simultáneamente-
el mismo: infinito.

Tercera lección de geometría

El número de minutos que tiene una hora
es menor que el número de segundos que tiene una hora.
Sin embargo, hay tantos segundos como horas,
años, milenios y siglos en la eternidad.
Su número es infinito.

Es extraño, pero en la eternidad
el número de fracciones de segundo
es idéntico al número de segundos,
a pesar de que hay un número infinito
de fracciones entre un segundo y otro.

Más extraño aún: si pensamos en un reloj
y queremos obtener su circunferencia,
tendremos que recurrir al número n: 3.1416…
No existe límite conocido para esta cifra:
es lo que se llama un ‘número irracional’.

El número total de números irracionales
que existen es mayor que el número de segundos
o que el número de fracciones de segundo posibles.
Todas estas series son infinitas
pero algunas son más infinitas que otras.

Cuarta lección de geometría

El punto no tiene dirección.
El punto no tiene sentido.
El principio de todas las cosas
no es más que la intersección
de dos líneas que se atraen:
éste es el punto de partida.

La línea es el punto en movimiento
hacia el universo de las reglas.
La línea tiene sentido y se dirige.
No es más que la intersección
de dos superficies que viajan:
se puede recorrer todo su largo.

La superficie es la línea en movimiento.
hacia la caravana de las dimensiones.
La superficie es extensa y plana.
No es más que la intersección
de dos volúmenes que se encuentran:
se puede escribir y dibujar sobre ella.

El volumen es la superficie en movimiento
fuera de sí, por la noche que vemos.
De día es la resistencia de la sombra.
El volumen no es más que la intersección
de dos tiempos completos en un cuerpo:
Aquí se lucha y se sabe, se ama y se calla.

Alberto Blanco, poeta, traductor, ensayista y artista visual (Ciudad de México, 1951)

Lecciones de geometría, Revista de la Universidad de México

Lenin en el Polo Sur de Inaccesibilidad

Polo Antártico de la Inaccesibilidad

La Base Polo de Inaccesibilidad, construida en 1958, es una estación científica soviética que fue abandonada poco tiempo después y quedó sepultada por la nieve. Actualmente, solo es visible el busto de Lenin, que corona el techo.

En la oscuridad perpetua del invierno polar,
sobre la meseta, a unos 3.600 metros de altitud,
la aurora austral baila la danza de los sietes velos
ante la mirada gélida de Lenin.
En el centro geométrico del continente antártico,
el busto de Vladimir, como un alma desorientada,
mira en dirección a Moscú.
La Revolución en el Polo Sur de Inaccesibilidad,
donde el viento aúlla con su letalidad pálida,
el telón blanco de acero y el muro de la Guerra Fría,
en medio de la vasta nada,
flotando entre témpanos, planicies y valles helados.

El 14 de diciembre de 1958, la 3ª Expedición Antártica soviética, comandada por Yevgeny Tolstikov, alcanzó por primera vez el Polo Sur de Inaccesibilidad, estableciendo temporalmente una pequeña estación para cuatro personas y una pista de aterrizaje. Pero debido a las duras condiciones climáticas del lugar y a su remota ubicación se decidió abandonarla como estación permanente, dejando avituallamiento sólo para visitas puntuales.
Antes de partir, los soviéticos colocaron una placa conmemorativa de su hazaña y montaron en el techo del edificio, sobre un pedestal de madera, el busto de Lenin mirando hacia Moscú. Este lugar, Edificio de la Estación del Polo de la Inaccesibilidad, en las coordenadas: 82º 06’ 42”S, 55º 01’ 57”E está incluido en Sitios y Monumentos Históricos de la Antártida.
En 1965, un grupo de exploradores estadounidenses, que formaban parte de la expedición Queen Maud Land Traverse, alcanzó este punto de inaccesibilidad de la Antártida. Al descubrir la cabaña soviética con el busto encima, supuestamente cambiaron su posición, para que Lenin mirara a Washington D.C. Tres años más tarde, en 1967, otra expedición soviética, que regresó al lugar,  recolocó el busto para que mirará a Moscú. Después de eso, no de tiene constancia de que ningún ser humano pisara este suelo helado hasta 40 años más tarde.
El 19 de enero de 2007 el equipo N2i, formado por exploradores canadienses y británicos, alcanzó el Polo de Inaccesibilidad, deslizándose sobre las llanuras heladas del continente con cometas. Para entonces, la estación había quedado sepultada bajo más de dos metros de nieve, pero imperturbable, en medio de la planicie blanca, como un hito, se levanta el busto de Lenin, señalando el punto.


El poema «Lenin en el Polo Sur de Inaccesibilidad» participa en el tema Gabinete de curiosidades de Hypatiacafe #PVgabinete de @hypatiacafe