Así se escribe la ciencia

secreto del universo

Así soñé yo la verdad
Homenaje a Kepler

Kepler miró llorando los cinco poliedros
encajados uno en otro, sistemáticos, perfectos,
en orden musical hasta la gran esfera.
Amó al dodecaedro, lloró al icosaedro
por sus inconsecuencias y sus complicaciones
adorables y raras, pero, ¡ay!, tan necesarias,
pues no cabe idear más sólidos perfectos
que los cinco sabidos, cuando hay tres dimensiones.
Pensó, mirando el cielo matemático, lejos,
que quizá le faltara una lágrima al miedo.
La lloró cristalina: depositó el silencio,
y aquel metapoliedro, geometría del sueño,
no pensable y a un tiempo normalmente correcto,
restableció sin ruido la paz del gran sistema.
No cabía, es sabido, según lo que decían,
más orden que el dictado. Mas él soñó: pensaba.
Eran más que razones: las razones ardían.
Estaba equivocado, mas los astros giraban.
Su sistema era sólo, según lo presentido,
el orden no pensado de un mundo enloquecido,
y él buscaba el defecto del bello teorema.
Lo claro coincidía de hecho con el espanto
y en la nada, la nada le besaba a lo exacto.

Gabriel Celaya, de su poemario Espejos Transparentes (1968).
Kepler imaginó una relación entre los cinco poliedros regulares y las órbitas de los planetas del sistema solar entonces conocidos (Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno). «La Tierra es la medida para el resto de las órbitas, a ella se circunscribe un dodecaedro; la esfera que lo comprenda será la de Marte. La órbita de Marte está circunscrita en un tetraedro; la esfera que lo comprenda será la de Júpiter. La órbita de Júpiter está circunscrita por un cubo; la esfera que lo comprenda será la de Saturno. Ahora ubica un icosaedro dentro de la órbita de la Tierra; la esfera inscrita en él será la de Venus. Sitúa un octaedro dentro de la órbita de Venus; la esfera inscrita en él será la de Mercurio. He aquí la causa del número de planetas», escribía en El secreto del universo (1597).

ley_termodinamica

 Canto contra el segundo principio de la termodinámica

VAMOS hacia el fin, la neutra igualdad
Y el ¡qué más da!
Todo se apagará.
Mas ¡qué escándalo es la vida cada día!
¡Y qué error el del sexo
multiplicado multiplicante contra la entropía!
Vivimos en la hermosura de una enorme tontería
provisional, ya sabemos:
Belleza para nosotros, disparate para el cero
que fusila en absoluto
y nos retrata, tan niños, felices como idiotas,
parados en un momento
que vivimos y ya nunca viviremos
salvo en cuento,
aunque entonces -¡aquel día!- parecía
que podría seguir, que seguiría
por los siglos de los siglos transfinitos.
A fin de cuentas, ¿quién vive?
Nadie nos espera. Nadie nos persigue.
disfrutemos sin prisa de la idiotez mortal.
Si todo da igual,
llamemos divino, contra la entropía, lo provisional

 

Gabriel_Celaya_

Gabriel Celaya Antología Poética (edición de Antonio Chicharro Chamorro)

El sueño geométrico de Kepler

Kepler copos nieve geometria

Nieva en las calles de Praga y los copos que caen sobre las ropas de Johannes Kepler son hexagonales ¿Por qué tienen esa caprichosa geometría?
En la obra Strena seu de nive sexángula (El copo de nieve de seis ángulos) escrita en 1611 y considerada por muchos como el inicio de la ciencia de la cristalografía, Kepler se pregunta porque los cristales de nieve tienen una forma hexagonal simétrica.
El libro fue el regalo de Navidad del científico a su amigo Matthäus Wackher von Wackhenfels.
“Aquí tenemos algo más pequeño que cualquier gota, pero con forma geométrica. Este es el regalo de Año Nuevo perfecto para un amante de la Nada, lo mejor que puede ofrecer un matemático, que nada tiene y nada recibe, ya que viene del cielo y parece una estrella”. Strena seu de nive sexángula

El sueño geométrico de Kepler
Un copo, mil copos…
en el corazón de la nevada.
Cristales arrastrados por el viento,
dendritas estelares tejiendo el sueño geométrico de Kepler
De nive sexángula.

Hilvanando vapor de agua
y vaho de crisantemos
flota el aliento del invierno
al compás del cierzo.
Levadura blanca sobre las cumbres,
levadura blanca sobre nuestras cabezas
cubriendo los senderos
y la raya del cabello
de singulares estrellas sexángulas.

snowtime from Иванов Вячеслав on Vimeo.

Tras Kepler, otros muchos han estudiado los copos de nieve. En 1885 Wilson Alwyn Bentley fotografió miles al microscopio intentando identificar copos idénticos. A pesar de la gran variedad de geometrías, no consiguió encontrar dos que fueran exactamente iguales. No fue hasta 1988 cuando un equipo en Wisconsin demostró que dos copos de nieve pueden ser totalmente idénticos si el entorno en el que se forman es suficientemente parecido. Aunque cuando esto sucedía, siempre se correspondían con prismas huecos en vez de con los copos comúnmente conocidos.