Año 1990 de Nuestro Señor, en el punto azul pálido

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Año 1990 de Nuestro Señor, en el punto azul pálido

Ante un mundo atónito,
en noviembre de 1989, cae el muro de Berlín.
A unos 4.700 millones de kilómetros de la Tierra,
se cierran los ojos de la Voyager 2
tras haber sobrevolado Neptuno
y su excéntrica luna Tritón.
Mientras la multitud se agolpa en la Puerta de Brandeburgo,
la Nasa desactiva las cámaras de la nave
y, a ciegas, la sonda viajera
continúa su travesía hacia los confines del Sistema Solar.

El sueño del “Grand Tour” comenzó el verano de 1961
con una computadora de IBM
y un matemático programando series de ecuaciones
para resolver el problema de ‘los tres cuerpos’.
La pesadilla del muro comenzó también ese mismo verano
con la «Operación Rosa»,
un anillo de alambre de espino rodeando Berlín,
para resolver el problema del éxodo
de los muchos cuerpos que querían atravesar a occidente;
En Pasadena, Michael Minovitch
se enfrascó en la mecánica celeste,
dibujando trayectorias y rutas
para futuras misiones espaciales.
Nadie lo escuchó.
En Berlín los soldados levantaron bloques de hormigón,
cegaron ventanas, electrificaron vallas…
Un muro partió la ciudad en dos.
La población quedó dividida.
Nadie la escuchó.

En 1977, cuando los planetas se alinearon
y las Voyager partieron rumbo al infinito,
Berlin Este siguió bajo el influjo de astros infaustos,
tapiado el horizonte por un telón en blanco y negro.
Desde el espacio, a todo color,
llegaban a la tierra miles de imágenes
-Una Gran Mancha Roja abría sus pétalos
en el hemisferio sur de Júpiter;
sobre el limbo de Ío
se elevaba la pluma azul de Prometeo-
-Corría el año 1979 de Nuestro Señor el gigante gaseoso-
Los dioses volvieron a ocupar su lugar en el panteón celeste.

De la Europa celeste de las Voyagers
a la Europa de los estados satélites soviéticos,
de las grietas de su corteza helada
a las de la segunda guerra fría.
Mundos extravagantes
en los que orbitan imágenes icónicas,
como la del beso fraterno entre Brezhnev y Honecker
o la de la gran luna Ganimedes, una bola navideña en el espacio.
Pero todavía tendremos que esperar una década
hasta que el muro se derrumbe
y las Voyagers tomen el “Retrato de la familia” del Sistema Solar.

El año 1990 de Nuestro Señor, en el punto azul pálido,
la historia se acelera y el tiempo nos alcanza.
«Free, free Nelson Mandela» gritan en Ciudad del Cabo,
en todo el país repican las campanas y
ondean las banderas del Congreso Nacional Africano.
«Somos un pueblo», gritan en Berlin,
pidiendo la reunificación alemana.
El Pacto de Varsovia comienza a disolverse,
a su manera, con la doctrina Sinatra…
Aunque pocos lo saben,
la Vogager 1 se dirige hacia el espacio interestelar,
y antes de que apaguen sus cámaras, se gira
para echar un último vistazo a nuestro loco mundo
desde seis mil millones de kilómetros.

Mientras el muro se fragmenta en miles de pedazos,
en un punto del pixel,
Dimitri Vrúbel hace bocetos para el recuerdo
inspirados en la foto del beso socialista,
«Dios mío, ayúdame a sobrevivir a este amor mortal»
se titula el mural.
Era el 14 de febrero de 1990.

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Entre el 9 de noviembre del año 1989, día en el que cayó el muro de Berlín, y la primera quincena del mes de febrero del año siguiente, transcurre un trimestre frenético cargado de acontecimientos que cambiaron el mundo. El 9 de febrero de 1990 comienzan las obras de derribo del muro, al día siguiente, Gorbachov da el visto bueno para la reunificación alemana, que se producirá este mismo año. El 11 de febrero, en Sudáfrica, Nelson Mandela es puesto en libertad, tras 27 años en prisión, -era el principio del fin del apartheid-.
La cascada de acontecimientos se sucede, el Sóviet Supremo se plantea la disgregación de las repúblicas de la Unión Soviética y los países del bloque del Este inician un rápido proceso de democratización. Esta vorágine, que acabará con la disolución de la URSS y la desaparición del Pacto de Varsovia, desembocará en el final de la Guerra Fría y la construcción de un nuevo orden mundial.

En el cosmos, entre el otoño de 1989 y el invierno de 1990, las sondas Voyager marcaron un hito en la exploración espacial, al concluir el Grand Tour por los cuatro planetas gigantes en menos de una década. Tras la visita de la Voyager 2 al sistema de Neptuno, se apagaron sus cámaras, nunca más volvería a tomar imágenes de ningún cuerpo estelar.
La primera quincena de noviembre, la Voyager 1 sobrevoló Saturno y algunas de sus lunas, pero antes de iniciar su misión Interestelar realizó una última secuencia de 60 fotografías, era la última oportunidad de hacer un «Retrato de la familia del Sistema Solar» . En este mosaico de imágenes, la Tierra, apenas es un punto azul pálido en la inmensidad del espacio. Media hora más tarde de retratar a nuestro planeta, las cámaras de la Voyager 1 se apagaron. Estas serían las últimas de las más de 67 000 imágenes tomadas por la misión.

En su travesía por el espacio interestelar, Voyager 2 ya está a 20.000 millones de kilómetros de la Tierra y Voyager 1 a más de 24.000, aunque desde hace unos meses su unidad de telecomunicaciones comenzó a fallar y la NASA tiene problemas para repararla.

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Esta entrada, dedicada al punto azul pálido, participa en polidivulgadores de Hypatiacafe @hypatiacafe.

Las viajeras estelares

El 5 de septiembre de 1977 se lanzó desde Cabo Cañaveral la sonda Voyager 1. Su hermana gemela, Voyager 2, había despegado 16 días antes, el 20 de agosto, 47 años después, se han convertido en los objetos fabricados por el hombre que han viajado más lejos de nuestro planeta.
En la segunda mitad del siglo XX comenzó la carrera espacial, la rivalidad entre Estados Unidos y la Unión Soviética por la conquista del espacio hizo volar la imaginación de buena parte de la población mundial. En la década de los 70, millones de personas estaban enganchados por la exploración del cosmos y el estreno de la primera película de la saga ‘La Guerra de las Galaxias’, en 1977, desató la fiebre por la ciencia ficción.
En este contexto de misiones espaciales y contiendas estelares comenzaron su travesía las naves Voyager, que viajan con un disco de oro titulado «Los sonidos de la Tierra«, un compendio de datos elaborado por un comité presidido por Carl Sagan, que lo denominó una “botella en el océano cósmico”.
Pero en esta época los astros estaban también en sintonía; los planetas exteriores del Sistema Solar se alinearon a finales de la década de los 70 y su colocación era idónea para la asistencia gravitacional. Este efecto tirachinas permitió a las naves viajar a gran velocidad sin apenas consumir combustible. La sonda Voyager 2, por ejemplo, aprovechando sucesivamente el tirón de Júpiter, Saturno y Urano alcanzó Neptuno en 1989, sin este efecto hubiera tardado unos 30 años más. La fecha de lanzamiento no fue casual, los científicos sabían que los planetas no volverían a estar situados en esas posiciones concretas hasta el 2152. Pero ¿quién había llegado a esas conclusiones?
Para viajar a los planetas exteriores hace falta escapar de la fuerza gravitacional que ejerce el Sol y, en los años 60, la NASA no podía asegurar vida útil a una sonda más allá de unos meses, en esta época un joven matemático, Michael Minovitch, que realizaba el doctorado en el Jet Propulsion Laboratory (JPL), decidió dedicar su tiempo libre a resolver el problema de “los tres cuerpos”, programando en la nueva computadora IBM series de ecuaciones que le ayudaran a resolver la incógnita. Obtuvo una información bastante exacta sobre las posiciones de los planetas y demostró que si una nave pasa cerca de un planeta que orbita alrededor del Sol puede apropiarse de parte de la velocidad orbital de ese astro y acelerar en dirección opuesta al Sol sin utilizar el combustible de propulsión.
Intento por convencer a la Nasa de la importancia de su descubrimiento, dibujó a mano numerosas trayectorias de hipotéticas misiones, entre ellas una ruta específica que, años más tarde, se convertiría en la trayectoria de las sondas Voyager. Pero era el año 1962 y en el JPL estaban enfrascados con el Proyecto Apolo y nadie prestó mayor atención a su hallazgo.
El proyecto fue tomando forma cuando el ingeniero espacial Gary Flandro, partiendo de los estudios de Minovitch, comenzó a refinar los cálculos y cayó en la cuenta de que si entre 1976-1978 se lanzaba una sonda, ésta podría visitar los cuatro planetas exteriores, o bien varias combinaciones de los mismos además de Plutón. Finalmente, la NASA aceptó la idea de una gran expedición y, en 1970, se consiguieron los fondos para la construcción de dos naves espaciales gemelas que se convertirían en las Voyagers.
Tras enormes dificultades técnicas y cambios de planes, la misión fue todo un éxito, la Voyager 1 sobrevoló a Júpiter y Saturno y, a continuación, después de visitar Titán (luna de Saturno), abandonó la eclíptica del Sistema Solar. La Voyager 2, después de visitar Júpiter y Saturno, siguió su camino hacia Urano y Neptuno, dejando la eclíptica tras el paso sobre Tritón (luna de Neptuno). Ambas han realizado hallazgos asombrosos, como el descubrimiento de 22 nuevos satélites, anillos en Júpiter o que Europa parece estar cubierta por un vasto océano de hielo y continúan su viaje. En septiembre de 2013 la Nasa anunció que la Voyager 1 había atravesado la heliosfera, una burbuja que rodea a todo el Sistema Solar.
Lo más sorprendente es que 47 años después todavía siguen enviando señales y los datos de sus diferentes instrumentos.
Si una imagen pudiera representar esta misión, sería la tomada por la Voyager 1 desde una distancia de 6000 millones de kilómetros, en el que nuestro planeta visto desde los confines del sistema solar queda casi reducido a un pixel en la fotografía y que fue bautizada Un punto azul pálido.

Acoplado a un costado de las naves, viaja el disco de oro de las Voyager “Sonidos de la Tierra”, un compendio de datos que nos representara como humanidad, elaborado por un comité presidido por el astrónomo y escritor Carl Sagan. Entre los sonidos enviados al Cosmos, como mensaje en una botella, está la canción ‘Dark Was the Night, Cold Was the Ground‘, (Oscura era la noche, fría estaba la Tierra) de Blind Willie Johnson.

Oscura era la noche, fría estaba la Tierra

“Oscura era la noche, fría estaba la Tierra”,
el blues de ‘Blind’ Willie Johnson,
junto con el canto nocturno de los navajos
y los latidos del corazón de Ann Druyan
ya han cruzado el Cinturón de Kuiper.
—La NASA anunció que la Voyager 1
dejaba atrás la heliopausa, abandonando el Sistema Solar—.
Desamparados en la Vía Láctea,
arropados tan solo por gas ionizado,
los esquemas de ADN y las leyes de Newton
duermen su letargo cósmico
en los surcos del disco de oro de la Voyager
con otros ‘grandes éxitos’ del Planeta.
Escucho el gemido de la guitarra
mientras oscurece en esta parte de la Tierra,
y el verano se debilita, como la señal de la Voyager.
La luna mengua,
y el lamento de ‘Blind’ en las calles de Beaumont,
se desplaza hacia la nube de Oort,
—en unos 40.000 años se aproximará a la constelación de la Jirafa—.
Entre rasgueo y rasgueo,
repaso el inventario que vaga en el abismo
y que intenta explicar “a quién corresponda”
la deriva continental, la evolución de los vertebrados
o el endemoniado tráfico de una ciudad en hora punta.
En la carátula,
una descripción del lugar de nuestro planeta en la Galaxia,
un átomo de hidrógeno
y las instrucciones de uso y manejo del disco.
“Dark was the night, cold was the ground”
(Oscura era la noche, fría estaba la Tierra),
Un blues desvalido en la frontera.
Voz profunda adentrándose en el espacio profundo,
mensajera frágil “en el áspero camino hacia las estrellas”.

Más información
«El beso fraternal socialista«, 1979. El fotógrafo Regis Bossu logró captar este momento en el que Leonid Brezhnev y Erich Honecker se dan un «beso». Posteriormente, la imagen sirvió de inspiración para un mural,  pintado en 1990, por el artista ruso Dmitri Vrúbel en la East Side Gallery, una sección del muro de Berlín.

Oda a Isaac Newton de Edmund Halley

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Oda a Isaac Newton de Edmund Halley

Al muy ilustre Isaac Newton y a este su trabajo físico-matemático, una señal de distinción de nuestro tiempo y nuestra estirpe.

He aquí, para tu mirada, el dibujo de los cielos.
¡Qué equilibrio de las masas, qué cálculos divinos!
Reflexiona aquí sobre las Leyes que el Creador,
enmarcando el universo, no dejó de lado
sino que hizo cimientos fijos de su obra.
El lugar más recóndito de los cielos, ahora ganado,
se vuelve visible, y ya no se oculta
la fuerza que hace girar el orbe más lejano. El sol
exaltado en su trono ordena que todas las cosas tiendan
hacia él por inclinación y descenso.
No permite que los cursos de las estrellas
sean rectos, mientras se mueven a través del vacío sin límites,
en elipses inmóviles. Ahora sabemos
los rumbos bruscamente cambiantes de los cometas, antaño fuente
de temor; ya no temblamos acobardados
cuando aparecen esos astros barbados.
Por fin sabemos por qué la luna plateada
en otro tiempo parecía viajar con pasos desiguales,
como si se negara acompasar su ritmo a los números…
algo no aclarado hasta ahora por ningún astrónomo;
por qué, aunque las estaciones van y vuelven,
las horas siempre avanzan en su camino.
Y explicadas  están también las fuerzas de las profundidades,
cómo la errante Cynthia agita las mareas,
por lo que el oleaje, abandonando ahora las algas…
a lo largo de la orilla, expone bancos de arena,
algo sospechado por los marineros, volviendo más tarde
a lanzar las olas en la playa.
Asuntos que atormentaron las mentes de antiguos adivinos,
y que a nuestros sabios doctores a menudo conducían
a enconadas y vanas disputas, ahora se ven
con la luz de la razón, las nubes de la ignorancia
disipadas al fin por la ciencia. Aquellos sobre quienes
el engaño arrojó el sombrío manto de duda,
se alzan ahora sobre las alas que les presta el genio,
pudiendo entrar en las mansiones de los dioses
y escalar las alturas del cielo. ¡Oh hombres mortales,
levantaos! Y, despojaros de vuestras preocupaciones terrenales,
aprended la potencia de una mente nacida del cielo,
¡Su pensamiento y vida retirados lejos del rebaño!
El hombre que a través de las tablas de la ley
una vez desterró el robo y el asesinato, que prohibió
el adulterio y los fraudes del perjurio
instalando a los pueblos errantes en ciudades
rodeadas de murallas, fue el fundador del estado.
El que bendijo a la raza con el don de Ceres,
el que extrajo de las uvas el bálsamo curativo,
o mostró cómo en el tejido hecho de juncos
que crecen en las riberas del Nilo se pueden inscribir
símbolos de sonido y así presentar la voz
para que la vista la capte, alivió la suerte humana,
compensando las miserias de la vida
con algo de felicidad. Pero ved ahora que,
admitidos en el banquete de los dioses,
contemplamos la política del cielo;
discernimos el orden inmutable del mundo
y de todos los eones de su historia.
Vosotros que ahora os deleitáis con el néctar celestial,
venid a celebrar conmigo el nombre
de Newton, amado por las Musas; pues él
reveló los tesoros ocultos de la Verdad:
Tan generosamente Febo  derramó en su mente
el resplandor de su propia divinidad.
Ningún mortal puede acercarse más a los dioses.

Edmund Halley

 

Esta oda, escrita originalmente en latín, apareció en el prefacio de la primera edición de Philosophiae Naturalis Principia Matematica (1687) de I. Newton. La versión inglesa moderna de la que aquí se informa se debe al profesor de latín Leon J.Richardson, de la Universidad de California.

Ode to Isaac Newton

To the illustrious man Isaac Newton
and this his work done in fields of the mathematics and physics,
a signal disctinction of our time and race.

Lo, for your gaze, the pattern of the skies!
What balance of the mass, what reckonings
Divine! Here ponder too the Laws which God,
Framing the Universe, set not aside
But made the fixed foundations of his work.

The inmost place of the heavens, now gained,
Break into view, nor longer hidden is
The force that turns the farthest orb. The sun
Exalted on his throne bids all things tend
Toward him by inclination and descent,
Nor suffer that the courses of the stars
Be straight, as through the boundless void they move,
But with himself as centre speeds them on
In motionless ellipses. Now we know
The sharply veering ways of comets, once
A source of dread, nor longer do we quail
Beneath appearances of bearded stars.

At last we learn wherefore the silver moon
Once seemed to travel with unequal steps,
As if she scorned to suit her pace to numbers –
Till now made clear to no astronomer;
Why, though the Seasons go and then return,
The Hours move ever forward on their way;
Explained too are the forces of the deep,
How roaming Cynthia bestirs the tides,
Whereby the surf, deserting now the kelp
Along the shore, exposes shoals of sand
Suspected by the sailors, now in turn
Driving its billows high upon the beach.

Matters that vexed the minds of ancient seers,
And for our learned doctors often led
to loud and vain contention, now are seen
In reason’s light, the clouds of ignorance
Dispelled at last by science. Those on whom
Delusion cast its gloomy pall of doubt,
Upborne now on the wings that genius lends,
May penetrate the mansions of the gods
And scale the heights of heaven. O mortal men,
Arise! And, casting off your earthly cares,
Learn ye the potency of heaven-born mind,
Its thought and life far from the herd withdrawn!

The man who through the tables of the laws
Once banished theft and murder, who suppressed
Adultery and crimes of broken faith,
And put the roving peoples into cities
Girt round with walls, was founder of the state,
While he who blessed the race with Ceres’ gift,
Who pressed from grapes an anodyne to care,
Or showed how on the tissue made from reeds
growing behind the Nile one may inscribe
Symbols of sound and so present the voice
For sight to grasp, did lighten human lot,
Offsetting thus the miseries of life
With some felicity. But now, behold,
Admitted to the banquets of the gods,
We contemplate the polities of heaven;
Discern the changeless order of the world
And all the aeons of its history.

Then ye who now on heavenly nectar fare,
Come celebrate with me in song the name
Of Newton, to the Muses dear; for he
Unlocked the hidden treasuries of Truth:
So richly through his mind had Phoebus cast
The radiance of his own divinity.
Nearer the gods no mortal may approach.

Edmund Halley

IN VIRI PRAESTANTISSIMI
D. ISAACI NEWTONI
OPVS HOCCE
MATHEMATICO-PHY SICVM
SAECYLI GENTISQVE NOSTRAE DECVS EGREGIVM

En tibi norma Poli, et divae libramina Molis
computus atque Iovis ; quas, dum primordia rerum
pangeret, omniparens Leges violare Creator
noluit, aeternique operis fundamina fixit.
Intima panduntur victi penetralia caeli,
nec latet extremos quae Vis circumrotat Orbes.
Sol solio residens ad se iubet omnia prono
tendere descensu, nec recto tramite currus
sidéreos patitur vastum per inane moveri ;
sed rapit immotis, se centro, singula Gyris.
Iam patet horrificis quae sit via flexa Cometis ;
iam non miramur barbati Phaenomena Astri.
Discimus hinc tandem qua causa argéntea Phoebe
passibus haud aequis graditur ; cur subdita nulli
hactenus Astrónomo numerorum fraena recuset :
cur remeant Nodi, curque Auges progrediuntur.
Discimus et quantis refluum vaga Cynthia Pontum
viribus impellit, dum fractis fluctibus Ulvam
deserit, ac Nautis suspectas nudat arenas;
alternis vicibus suprema ad littora pulsans.
Quae toties ánimos veterum torsere Sophorum,
quaeque Scholas frustra rauco certamine vexant
obvia conspicimus nubem pellente Mathesi.
Iam dubios nulla caligine praegravat error,
queis Superum penetrare domos atque ardua Caeli
scandere sublimis Genii concessit acumen.
Surgite Mortales, terrenas mittite curas;
atque hiñe caeligenae vires dignoscite Mentis,
a pecudum vita longe lateque remotae.
Qui scriptis iussit Tabulis compescere Caedes,
Furta et Adulteria, et periurae crimina Fraudis ;
quive vagis populis circumdare moenibus Urbes
autor erat ; Cererisve beavit muñere gentes ;
vel qui curarum lenimen pressit ab Uva;
vel qui Niliaca monstravit arundine pictos
consociare sonos, oculisque exponere Voces;
Humanam sortem minus extulit; utpote pauca
respiciens miserae solummodo commoda vitae.
Iam vero Superis convivae admittimur, alti
iura poli tractare licet, iamque abdita caecae
claustra patent Terrae, rerumque immobilis ordo,
et quae praeteriti latuerunt saecula mundi.
Taha monstrantem mecum celebrate Camoenis,
vos qui caelesti gaudetis nectare vesci,
Newtonum clausi reserantem scrinia Veri,
Newtonum Musis carum, cui pectore puro
Phoebus adest, totoque incessit Numine mentem :
nec fas est propius Mortali attingere Divos.

Edmund Halley. Versión original en latín.
Principios matemáticos de la filosofía natural, también conocido simplemente como Principia, publicado por Isaac Newton en la ciudad de Londres, el 5 de julio de 1687 a instancias de su amigo Edmond Halley, recoge sus descubrimientos en mecánica y cálculo matemático. Esta obra marcó un punto de inflexión en la historia de la ciencia y es considerada, por muchos, como la obra científica más importante de la Historia.
Halley tuvo un papel de crucial importancia en la publicación de los Principia, es posible que en la época de Newton no hubieran visto la luz de no haber sido por él. Halley no solo pagó la impresión sino que se encargó de corregir pruebas y de otras labores editoriales. Su admiración por el trabajo de Sir Isaac Newton se refleja en la oda que le dedicó.

Luna incógnita

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Luna Incógnita

«And, when he shall die,
Take him and cut him out in little stars,
And he will make the face of heaven so fine
That all the world will be in love with night,
And pay no worship to the garish sun».
Romeo y Julieta. William Shakespeare.

A bordo de la nave Lunar Prospector,
en una pequeña cápsula,
viajaron al espacio las cenizas de Gene Shoemaker
que, en vida, soñó con pisar el Mar de la Tranquilidad.
Sus restos reposan, desde julio de 1999,
en un cráter de oscuridad eterna que lleva su nombre y
que se alza en el extremo austral,
junto a los de Shackleton, Amundsen, Scott
y otros exploradores antárticos.
La Luna Incógnita es un reino de contrastes,
hay regiones de oscuridad perpetua,
pozos profundos donde el agua de cometas y asteroides
quedó atrapada hace millones de años
y todavía resiste en forma de hielo.
Pero hay, también, ‘islas de luz’,
que iluminan como faros en medio de la noche,
en las colinas que bordean los cráteres.
En la zona de tinieblas,
donde el brillo del Sol nunca llega,
reposa el primer hombre ‘enterrado’ en un cementerio lunar
con la imagen de un cometa, la de un cráter de Arizona
y los versos de Shakespeare,
«Y, cuando él muera, llevároslo y divididlo en estrellas diminutas.
El rostro del cielo se tornará tan bello
que el mundo entero se enamorará de la noche
y dejará de adorar al sol radiante».
a modo de epitafio.

Elena Soto

Eugene Merle Shoemaker (también conocido como Gene Shoemaker) (28 de abril de 1928-18 de julio de 1997) fue uno de los fundadores de las ciencias de las ciencias planetarias y el más conocido de los codescubridores del cometa Shoemaker-Levy junto con su esposa Carolyn Jean Spellmann y el astrónomo David Levy.
Shoemaker era geólogo de formación y los cráteres eran una de sus grandes pasiones; ayudó a confirmar que el famoso cráter Barringer, de 173 metros de profundidad, cerca de Flagstaff (Arizona), fue provocado por el impacto de un asteroide.También defendió la hipótesis de que otro impacto de este tipo mató a los últimos dinosaurios hace 66 millones de años. Y cartografió algunos de los cráteres de la Luna, revolucionando la comprensión de su geología.
Pero uno de sus grandes sueños, enfundarse en un traje espacial y caminar sobre la superficie de la Luna, nunca se hizo realidad. La enfermedad de Addison acabó con su esperanza de convertirse en astronauta.
En 1997, viajando con su esposa, sufrió un accidente de coche, Carolyn sobrevivió, pero él falleció. La científica planetaria Carolyn Porco, antigua alumna de Shoemaker, encabezó una iniciativa para poner una parte de sus cenizas a bordo de la nave espacial Lunar Prospector de la NASA. La empresa Celestis, construyó una urna-cápsula de policarbonato, rodeada de una cinta de latón con una imagen del cráter Barringer y una cita de «Romeo y Julieta».
Con el objetivo de buscar agua, la nave despegó de Cabo Cañaveral, el 6 de enero de 1998. Un año después, Lunar Prospector se estrelló deliberadamente contra el suelo de un cráter que lleva su nombre, cerca del polo sur lunar. Con ella cayeron las cenizas de Shoemaker. ´Sobre el entierro de su marido en otro mundo Carolyn dijo «Siempre sabremos, cuando miremos a la luna, que Gene está allí». Por el momento, son los únicos restos humanos que reposan en la Luna.

Polo sur lunar

LCROSS es el acrónimo en inglés de Lunar Crater Observation and Sensing Satellite, o “Satélite de detección y observación de cráteres lunares”. Fue una misión conjunta en combinación con el orbitador LRO (Lunar Reconnaissance Orbiter), sonda a la que la LCROSS estuvo unida hasta el momento de ser proyectada contra la superficie de la Luna.
El impacto ocurrió el 9 de octubre de 2009. Gracias a los datos recogidos, NASA confirmó que la misión había permitido descubrir la existencia de notables cantidades de agua en un cráter lunar.

En el polo sur lunar el Sol se mantiene por debajo o justo por encima del horizonte, creando temperaturas superiores a 54 °C (130 °F) durante los períodos de luz solar. Incluso durante estos períodos de iluminación, las elevadas montañas proyectan sombras oscuras y los profundos cráteres protegen la oscuridad perpetua de sus abismos. Algunos de estos cráteres albergan regiones en sombra permanente que no han visto la luz solar en miles de millones de años y experimentan temperaturas tan bajas como -203 °C (-334 °F).
Una década más tarde, en 2019, el Lunar Reconnaissance Orbiter catalogó 324 regiones lunares en oscuridad perpetua. Los cráteres de oscuridad eterna conservan fuentes de hielo de agua que se pueden convertir en agua potable, oxígeno respirable y propulsor de cohetes, por lo que presentan nuevas oportunidades para la investigación y la exploración del espacio a largo plazo.
Varios de estos cráteres presentan indicios de hielo de agua en su interior y, en algunos casos, los picos de luz eterna se encuentran en las proximidades de los cráteres de oscuridad perpetua, lo que podría ser ventajoso para la generación de energía solar.
Desde la confirmación de agua en la Luna, en 2009, se han realizado diferentes estudios para investigar su cantidad y distribución. Este nuevo mapa detallado de la distribución de agua en la superficie lunar proporciona una información valiosa.
Lejos de caer en el olvido, nuestro satélite se ha convertido en objetivo y potencias espaciales emergentes buscan posarse en su superficie.  El pasado 23 de agosto la nave Chandrayaan 3 de la India envió a la Tierra su primera imagen tras aterrizar cerca del polo sur lunar.

El lanzamiento del transbordador Atlantis

Howard Nemerov Atlantis _NASA

El lanzamiento del transbordador Atlantis

Gran parte de la vida en el mundo consiste en esperar.
Este día no fue una excepción, así que esperamos
toda la mañana hasta la tarde.
Pasé parte del tiempo recordando a
Dante, que hizo su viaje mental
solo, sin más maquinaria pesada
que el fantasma de una joven guiándole;
Y me pregunté si perdió mucho para ganar todo este
nuevo mundo de motor y energía, donde el sueño
se traduce en hechos. Pero cuando el artefacto se elevó
fue realmente impresionante, como si el infierno
se abriera para enviar a su emisario
en busca del cielo o «el mundo despoblado
(así Dante condenó a Ulises) «detrás del sol».
Gran parte de la vida en este mundo es memoria
que el momento mismo del acontecimiento
-Tanto  el ruido y el humo como el despegue
se desvanece en el límite de nuestra visión
en la luz azul de la tarde-
No apareció más, directo al vacío
el destello de una cerilla en la luz del sol, rápidamente apagada.
¿Qué puede resultar de esto? No podemos saberlo.
Se esperan grandes cosas, como la tierra prometida
prometió a Moisés que no vería
sino una visión lejana, aunque sus descendientes si la verían.
El mundo está hecho de imágenes del mundo,
y las imágenes cambian el mundo en otro mundo
Que no podemos conocer, como no conocimos éste.
Howard Nemerov / Witnessing the Launch of the Shuttle Atlantis
El transbordador espacial Atlantis (designación NASA: OV-104) fue uno de los transbordadores de la flota perteneciente a la NASA. Viajó por primera vez al espacio el 3 de octubre de 1985, realizó 33 misiones, entre las que destacan los lanzamientos de las sondas interplanetarias, Magallanes, con destino a Venus, y Galileo, a Júpiter, ambos en 1989; el hito en la cooperación espacial ‘Shuttle-Mir’ que supuso el atraque en la estación rusa durante el programa conjunto que incluyó 11 vuelos; o la misión de mantenimiento al telescopio espacial Hubble, en la que se sustituyeron algunos componentes estropeados y se instalaron nuevos instrumentos. Como poeta laureado, Nemerov escribió versos conmemorativos del lanzamiento del transbordador Atlantis.

Howard Nemerov lee y comenta el proceso de escritura de su poema «El lanzamiento del transbordador Atlantis Witnessing» (The Launch of the Shuttle Atlantis) para el documental «Nemerov, Too», de 1991, realizado por Full Circle Productions y producido por Kathy Corlet y Carlos Pinero.

Howard Nemerov (Nueva York, Estados Unidos, 1920 – University City, Misuri, Estados Unidos, 1991)

Ada Limón, un poema para Europa

Ada Limon Europa poem

Elogio del misterio: Un poema para Europa

Arqueados bajo el cielo nocturno teñido
en la inmensa oscuridad, señalamos
a los planetas que conocemos

a las estrellas. Desde la tierra
leemos el cielo como si fuera un libro infalible
del universo, conocido y evidente.

Sin embargo, hay misterios ocultos bajo nuestro cielo:
el canto de la ballena, el canto del pájaro
su trino en la rama de un árbol agitado por el viento.

Somos criaturas en continuo asombro,
curiosos ante el latido, la hoja y la flor,
ante el dolor y el placer, el sol y la sombra.

Y no es la oscuridad lo que nos une
ni la fría distancia del espacio, sino
la ofrenda de agua, cada gota de lluvia,

Cada arroyo, cada pulso, cada vena.
Oh segunda luna, nosotros también somos
de agua, de vastos y atractivos mares.

Nosotros también estamos hechos de maravillas, de amores grandiosos
y  cotidianos, de pequeños mundos invisibles,
de una necesidad de llamar a través de la oscuridad.

Ada Limón. “In Praise of Mystery: A Poem for Europa”

Ada Limón reveals ode to fly on NASA Jupiter moon mission

«Elogio del misterio: Un poema para Europa» se grabará -de puño y letra de la poeta – en la cara interior de una placa metálica de tántalo. La pieza triangular se montará en el lateral de la nave espacial Europa Clipper, donde servirá de sello a una bóveda de aleación de aluminio y zinc que protegerá los componentes electrónicos de la nave, sensibles a la radiación.
El poema recorrerá 2.900 millones de kilómetros a bordo de la nave espacial Europa Clipper que partirá desde el Centro Espacial Kennedy de la NASA en octubre de 2024. El objetivo de la misión, que llegará a Júpiter en 2030, es la exploración de Europa, una de las lunas del planeta. Se cree que este satélite contiene un océano global y profundo de agua líquida debajo de la capa de hielo de la superficie, por lo que se le considera uno de los entornos habitables más prometedores de nuestro sistema solar.

Ada Limon
Ada Limón nació en Sonoma, California, en 1976 y es autora de varias colecciones de poesía, entre ellas: “The Hurting Kind”; “The Carrying”, que ganó el Premio del Círculo Nacional de Críticos de Libros de Poesía, y “Bright Dead Things”, finalista del Premio Nacional del Libro y del Premio del Círculo Nacional de Críticos de Libros.

Casiopea A en punto de cruz

Cecilia Payne_Stellar Atmospheres_Casiopea

Casiopea A en punto de cruz

A Cecilia Payne

Estallando en el océano cósmico,
crestas de gas resplandeciente rompen
en los acantilados estelares.
A la deriva, entre la espuma,
un cadáver etéreo flota en la constelación de Casiopea,
amortajado de filamentos brillantes.
Aquí abajo, en la Tierra,
los espectros se ovillan en madejas de colores
y Cecilia, puntada a puntada,
va bordando la muerte de una supernova,
que dispersa sus restos en la orilla del abismo.
A unos 11.000 años luz,
Casiopea A despliega sus alas como una mariposa,
y las escamas acaban zurcidas en la tela;
hebras rojas, amarillas, verdes, púrpura o azules;
a punto de cruz,
Cecilia pinta el cataclismo del astro lepidóptero.
¿De qué están hechas las Estrellas?
Tiempo atrás, comenzó a devanar los hilos
y a formar los ovillos
cuando descubrió la composición química del cosmos,
tejiendo las líneas de absorción de los espectros estelares con una ecuación.
Ni nuestro sol, ni ningún sol eran cuerpos rocosos,
hidrógeno y helio fueron los gases que mecieron la cuna
y, azarosamente, el universo comenzó a balancearse.

Elena Soto

Cassiopeia A cross stitch

To Cecilia Payne

Starbursting into the cosmic ocean,
crests of glowing gas break off
on the stellar cliffs.
Drifting among the foam,
an ethereal corpse floats in the constellation of Cassiopeia,
shrouded in glowing filaments.
Down here, on Earth,
the spectres are tangled up in skeins of colors
and Cecilia, stitch by stitch,
embroiders the death of a supernova,
which scatters its remains on the edge of the abyss.
Some 11,000 light years away,
Cassiopeia A spreads its wings like a butterfly,
and the scales end up darned into the fabric;
red, yellow, green, purple or blue strands;
in cross stitch,
Cecilia paints the cataclysm of the lepidopterous star.
What are the stars made of?
Some time ago, she began to rewind the threads
and forming the balls
when she discovered the chemical composition of the cosmos,
weaving the absorption lines of stellar spectra with an equation.
Neither our sun nor any sun was a rocky body,
hydrogen and helium were the gases that rocked the cradle.
and, randomly, the universe began to sway.

Elena Soto

Casiopea A (Cas A, SNR G111.7-02.1, 3C 461 y AJG 109) es un remanente de supernova, ubicado en la constelación de Cassiopeia a unos 11 000 años luz de la Tierra y se le considera la fuente de radio más brillante fuera del sistema solar. Un remanente de supernova son los restos de gases y polvo cósmico que quedan después que una estrella haya explotado.
En 1975, la revista Scientific American publicó en su portada una fotografía de la supernova Casiopea A, realizada con rayos X por investigadores del MIT de Massachussets y Cecilia Payne, que ya estaba jubilada, bordó en punto de cruz este evento astronómico que tuvo lugar a miles de años luz de distancia. Tres años más tarde, en 1979, falleció. En la actualidad, el legado de Payne se guarda en el Archivo de la Universidad de Cambridge.

cecilia

La composición de las estrellas

Cecilia Payne-Gaposchkin descubrió que el hidrógeno y el helio son los elementos más abundantes de las estrellas y el universo, un resultado que no fue bien aceptado.
Hubo un tiempo en el que se creía que las estrellas estaban fijas en una esfera celestial que giraba a diario alrededor de la Tierra, esta visión de nuestro planeta como centro del universo nos indujo también a pensar que las estrellas estaban hechas a su imagen y semejanza. Hasta bien entrado el siglo XX se pensaba que el sol era un astro rocoso cuyo componente primordial era el hierro, un error estelar que se puso por primera vez en cuestión en 1925, cuando Cecilia Payne-Gaposchkin (1900-1979) publicó la tesis titulada “Atmósferas estelares, una contribución al estudio de observación de altas temperaturas en las capas de inversión de las estrellas“ Stellar Atmospheres: a contribution to the observational study of high temperature in the reversing layes of the stars, calificada por astrónomos como Otto Struve y Velta Zeberg como “la mejor tesis de astronomía de la historia”.
Payne concluyó que el hidrógeno, seguido del helio, eran los componentes más abundantes en la constitución de las estrellas, determinó las temperaturas estelares, las concentraciones químicas y explicó que el aparentemente inagotable suministro de energía del Sol se debía a la fusión nuclear. Pero estos resultados eran demasiado revolucionarios para la época y no fueron bien aceptados por la comunidad científica.
El decano de los astrónomos norteamericanos, Henry Norris Russell, que había sido premiado por sus trabajos sobre la radiación estelar, se opuso radicalmente a esta idea, -él defendía la idea de que la composición de las estrellas era parecida a la de la Tierra- y sugirió a Payne que no pusiera aquellas conclusiones en su tesis porque lo que decía era imposible.
Solo la convenció solo a medias, ya que añadió al final que era muy probable que su teoría fuera errónea, pero en el trabajo expuso sus argumentos con todo lujo de detalles. El tiempo le acabaría dando la razón unos años más tarde, cuando a la luz de nuevos experimentos, se vio que era correcta. Russell no solo cambió de idea, sino que incluso publicó artículos en los que defendía el descubrimiento de Payne.
Para su tesis doctoral, utilizó la ecuación de la ionización del astrofísico hindú Meghnad Saha, que permitía describir las condiciones químicas y físicas en las estrellas, Payne relacionó el espectro de las estrellas con su temperatura absoluta, concluyendo que su componente principal era el hidrógeno.
Nacida en Wendower, Inglaterra, había estudiado botánica, física y química en la Universidad de Cambridge, pero no le dieron el título, porque en aquella época no lo concedían a las mujeres, aunque superasen todos sus estudios. Una conferencia en el Trinity College del profesor Eddington, en la que explicaba los resultados de una expedición que había realizado a Brasil para observar un eclipse solar, le abrió los ojos a la astronomía. Como en Inglaterra no podía graduarse, decidió trasladarse a los EE UU y, a través de un programa que buscaba acercar a las mujeres a la ciencia, consiguió una beca para estudiar en el Harvard College Observatory.
En 1934 contrajo matrimonio con el astrónomo ruso Sergei Gaposchkin, pero no adoptó el apellido de su marido como era habitual en los Estados Unidos, sino que lo añadió al suyo con un guión, firmando sus trabajos como Payne-Gaposchkin. Juntos publicaron varios trabajos y libros pero se consideraba ayudante de su mujer, y decía «Cecilia es una científica más grande que yo».
No lo tuvo fácil y pese a sus logros, no se hizo nada para promocionar su carrera, siguió trabajando en la Harvard University con una carga docente tan grande que estuvo a punto de acabar con su investigación. Hasta 1938, cuando por fin consiguió el título de “astrónoma”, no tuvo puesto oficial y cobraba un bajo salario. En 1943 fue elegida miembro del American Academy of Arts and Sciences y en 1956 pasó a ser la primera mujer profesora asociada en Harvard. Posteriormente también se convertiría en la primera directora de departamento de dicha universidad. Se retiró en la enseñanza en 1966 y posteriormente se fue a trabajar al Smithsonian Astrophysical Observatory.
Entre sus principales contribuciones a la astronomía destacan el descubrimiento de la composición química de estrellas, en concreto que el hidrógeno y el helio son los elementos más abundantes de estrellas y del universo. Sobre los espectros, determinó temperaturas estelares y abundancias químicas usando la ecuación térmica de ionización de Saha. Su trabajo fue de importancia fundamental en el desarrollo del campo de las atmósferas estelares. Descubrió que todas las estrellas tienen abundancias químicas relativas muy similares, estando compuestas en un 99% por hidrógeno y helio. Realizó estudios y análisis detallados de los espectros estelares. Junto con su esposo S. I. Gaposchkin, observó y analizó las estrellas variables poniendo la base de su uso como indicadores de la estructura. También hizo importantes estudios de los espectros de novas galácticas.

Más información sobre Cecilia Payne.
Mujeres con ciencia. Cecilia Payne-Gaposchkin: “La astrónoma que descubrió la composición de las estrellas”
Retrato alfabético. La astrónoma Cecilia Payne-Gaposchkin (1900-1979) en Cuaderno de cultura científica.
Cecilia Payne-Gaposchkin : an autobiography and other recollections
Themarginalian / Stitching a Supernova: A Needlepoint Celebration of Science by Pioneering Astronomer Cecilia Payne
«Cecilia Payne-Gaposchkin: https://legacy.adsabs.harvard.edu/full/1925PhDT………1P/0000001,006.htmlStellar Atmospheres». Harvard

Desorientación, poema de Katie Mack

Katie Mack_desorientacion

Desorientación

Quiero marearte.

Quiero que mires al cielo y comprendas, quizá por primera vez, la oscuridad que hay más allá de la voluta evanescente de la atmósfera, las profundidades infinitas del cosmos, una desolación por grados.

Quiero que la Tierra gire debajo de ti y te haga perder el equilibrio, que te lleve hacia el este a mil millas por hora, hacia la luz, la oscuridad, y otra vez la luz. Quiero que veas cómo la Tierra te eleva al encuentro de los rayos del sol de la mañana.

Quiero que el cielo te detenga en seco en tu camino a casa esta noche, porque casualmente levantaste la vista y entre todos los puntitos brillantes reconociste uno como la luz de un mundo extraño.

Quiero que pruebes el hierro en tu sangre y veas su semejanza en las arenas rojizas de las largas y secas dunas de Marte, nacidas del mismo polvo nebular que se fusionó al azar con escombros estelares en rocas, océanos, tu propio corazón palpitante.

Quiero llegar a tu conciencia y lanzarla hacia afuera, más allá de la luz de otros soles, para expandirla como el universo, sin invadir la envoltura de vacío, haciéndola más grande, desplegándose dentro de sí misma.

Quiero que veas tu mundo a cuatro mil millones de millas de distancia, un diminuto destello azul en la nítida luz blanca de una estrella ordinaria en la oscuridad. Quiero que intentes distinguir los límites de tu nación desde ese punto de vista, y que fracases.

Quiero que lo sientas, en tus huesos, en tu aliento, cuando dos agujeros negros que chocan a mil millones de años luz de distancia envían un temblor a través del espacio-tiempo que hace que cada célula de tu cuerpo se estire, y se esfuerce.

Quiero que sientas nostalgia por las estrellas muertas hace mucho tiempo, de las que fusionaron tus núcleos de carbono y de aquellas cuya última agonía termonuclear eclipsó a toda la galaxia para enviar un solo fotón a tu ojo.

Quiero que vivas hacia delante pero mires hacia atrás, más lejos y más profundo en el pasado, porque en un universo relativista no tienes otra opción. Quiero que la antigua luz estelar de miles de millones de años de una galaxia lejana sea tu recompensa.

Quiero desorientarte por completo y dejarte navegar de regreso por las estrellas. Quiero que te pierdas y vuelvas a encontrarte, no sólo aquí, sino en todas partes, en todo.

Quiero que creas que el universo es un lugar vasto, aleatorio, indiferente, en el que nuestra especie, nuestro mundo, no tiene absolutamente ninguna importancia. Y quiero que creas que la única respuesta es crear nuestra propia belleza y significado y compartirlos mientras podamos.

Quiero que te preguntes qué hay ahí fuera. Qué sueños pueden llegar en oleadas de radiación a lo ancho de una extensión sin fin. Lo que podemos conocer, con el tiempo, y los esplendores que nunca jamás nos alcanzarán.
Quiero que signifique algo para ti. Que estás en el cosmos. Que eres del cosmos. Que has nacido del polvo de estrellas y al polvo de estrellas volverás. Que eres una forma de que el universo se asombre de sí mismo.

Katie Mack, profesora adjunta de Física, es una cosmóloga teórica que estudia las conexiones entre la astrofísica y la física de partículas. En este vídeo lee su poema «Desorientación», cuyo texto completo, en versión original, puede leerse en la web de NC State University.

La Dra. Katherine Mack es astrofísica. Actualmente ocupa la Cátedra Hawking de Cosmología y Comunicación Científica en el Instituto Perimeter de Física Teórica, donde investiga sobre la materia oscura y el universo primitivo y trabaja para hacer la física más accesible al gran público. Es autora del libro «The End of Everything (Astrophysically Speaking)» y ha escrito para diversas publicaciones, como Scientific American, Slate, BBC’s Science Focus, Sky & Telescope y Cosmos Magazine.

William Ospina

William Ospina

Oración de Albert Einstein

Advierto con profunda perplejidad
que el hermoso guijarro que abandono en el aire
se precipita recto hacia la tierra.
Tal vez para una hormiga que fuera en el guijarro
seria más bien la tierra lo que cae,
verde planeta que se precipita.
Para el soldado inmóvil
antes de halar la cuerda de su paracaídas
vertiginosamente asciende el mundo.
Y si al pasar el tren ante su cobertizo
el mendigo no viera los vagones
sino al niño que en ellos deja caer la manzana,
vería que la manzana toca el suelo
lejos del sitio donde el niño la suelta,
que la manzana cae oblicuamente.

Advierto que la firme realidad de este mundo
cambia de ser a ser, de conciencia a conciencia.
El gato observa las felinas estrellas.
Nunca verá el astrónomo
que mira el arco de la medialuna
el sobrehumano rostro que esa luna diadema
o esos pies de una virgen que la huellan.
Es tan sincero el mundo
que ni una piedra olvida tener sombra.
La memoria del prado
recuerda el rojo de las amapolas
y al primer soplo tibio lo despliega.

¿Cómo agradeceré que el agua no se incendie
aunque asile en su rostro sereno las hogueras?
¿Cómo agradeceré que las alondras canten
aunque Julieta las maldiga a todas?
Sé que esta luz de estrellas es más vieja que el mundo.
Que estas constelaciones son como un plano fósil
de lo que fue hace siglos el firmamento.
Sé que la masa enorme de los cuerpos celestes

altera el curso de la luz de la estrella
y que ese punto inmóvil que brilla en las alturas
innumerables veces se retorció en su curso,
trazó letras de luz en la piel de los siglos.
Todo rayo de luz porta antiguas imágenes,
y la energía es la terrible victoria
de la materia sobre el tiempo.
Las caprichosas nubes einstenianas
fulminan con sus rayos einstenianos los árboles
y rota la ecuación del vapor leve y del líquido peso
dulcemente se perlan las llanuras.
Me gusta el mundo dócil donde atrapo mis peces
con el anzuelo de un interrogante,
y pregunto en mi alma
cómo agrava la música la substancia del mundo,
qué es lo que escapa del violín y nos hiere.
Se marchita la música
en las elipses de la sinagoga
y Castor envejece más que Pólux.

Gracias, Señor, porque no tienes rostro,
porque eres rosa y dédalos de azufre
y muerte tras la herida y tras la muerte larvas
y previsibles astros tras los discos de eclipses.
Permíteme atrever mis inútiles fórmulas,
líricos mecanismos, serventesios de cuarzo,
trinos brotando de un vértigo de átomos.
¿Qué puedo hacer contra el ángel que altera?
¿Contra el que cambia todo azul en cianuro,
toda belleza en daño?

Algo mayor que el mal rige estos mundos.

Cada mañana pido a mi silencio
que el corazón gobierne al pensamiento,
y cada noche pido perdón a las estrellas.
Pero después olvido
y sé, mientras la luna danza en el pozo,
que Dios será sutil, pero no es malicioso.

William Ospina (Padua, Tolima, 1954)

El astronauta prepara el descenso

La enorme luna blanca está tan cerca
y aún no puedo creer que soy yo el elegido
para dejar mi huella en sus desiertos.

Todo es ya la blancura.
Miro entre olas de sombra a la ballena blanca del cielo.

Hijo de turbias razas que temieron la noche,
las ideas oscuras, los dioses, las pieles oscuras,
ahora soy el ápice del arpón antiquísimo
que codicia la carne de este planeta blanco.

Alguien sabe en lo alto que estoy girando en tomo de la luna.
No puedo recordar en este instante si
Él habló de la luna en sus parábolas.
No sé si aprobará que un hombre hecho de polvo,
de polvo y de pecado, pise los peldaños del cielo.

Para saber quién soy, sé que debo contar con la última estrella,
sentir que en mí se cruzan infinitas distancias,

que soy el ojo que titila de profundidades incandescentes,
la mano que moldea como cera las masas de hierro,
la que traza las ínfimas parábolas
y levanta en neblina la geometría de las aguas.

Nunca estuve tan lejos de mí mismo
(porque soy el planeta, porque el aire es mi sangre,
porque verdes criaturas silenciosas sin cesar se convierten en carne mía
porque sangrantes animales sacrificados se convierten sin fin en mi fuerza
y en mi pensamiento)
pero sé que no sueño, sé que estoy ascendiendo a otro tiempo.

Vengo aquí a visitar los reinos de mi infancia,
un país de espectrales cañones de polvo,
un país de nostálgicos cráteres como lagunas secas,
un país de opresivo y submarino silencio.
Sé que esta soledad tiene su precio,
pues todo explorador de jamás visitados abismos
algo profana con su carne mortal,
algo perturba con su mente atestada de recuerdos.

Qué pensará este ser de imposible blancura
cuando sienta en sus valles el peso de un ser vivo?
Nunca nadie tocó sus plateadas polvaredas inmóviles,
nunca el dolor humano ni la esperanza humana agitaron su atmósfera,
nunca sintió su piedra eterna la tremolación de la vida.

Si se soltara una paloma a volar
como flecha en este espacio dócil,
se soltara un tigre de duros y ágiles músculos
y piel de nocturnos incendios, si se soltara
un saltamontes nevado, a saltar de verdad
sobre los montes lunares, no sería tan extraño el instante.

Traigo los dones y las maldiciones que
fueron acuñados para el hombre,
la memoria y sus hijos asombrosos, el tiempo y la muerte,
y los tres están llenos de criaturas que ya no abandonarán este suelo.

Durará en una huella sobre la piel ceniza del mundo blanco
el peso de los siglos, la reverberación de los rostros
de las entretejidas generaciones que me hicieron posible,
y acaso en la memoria de las estrellas
no se hablará de un hombre, se cantará que
un mundo mágicamente tocó las mejillas de otro
y volvió lleno de un impalpable horror,
de una maravilla imperceptible,
una sola certeza que se adicionó en oro
al caudal de su sangre y sus sueños.
Alexandria Revista de Educação em Ciência e Tecnologia

William Ospina (Herveo, Tolima, Colombia, 2 de marzo de 1954),  escritor, periodista y traductor.

Seleccion de poemas del autor.

Poemas de Magnus Enzensberger

Magnus Enzensberger-Astrolabium

Astrolabium

Tímpano, matriz y limbo:
palabras de latón pasadas.
¿Quién sabía ya con alidada,
araña y regla determinar la altura del sol,
horas bohemias y babilónicas
y la posición de las estrellas
con las simples manos?
En el planisferio la imagen punzada
de la esfera celeste. Acimuts,
almicantarates y horizonte
y sobre ella girando una red delicada
de finos hilos en cuyas puntas
se pueden ver Aldebarán, Rigel,
Antares y Vega. Interpretados
el zodíaco y el cuadrado de sombra
permiten calcular horóscopos y reconocer
la altura de las torres y las cimas.
Un calendario, un reloj estelar ingenioso,
un oráculo, un ordenador análogo,
que duerme en el museo – chatarra
para astrónomos que ya no ven nada.
Sólo los fallidos fantasmas de la pantalla
e interminables columnas de números.
Cada vez más profundo, en cada vez más lejanas
Galaxias mira la ciega ciencia.

Los matemáticos

Raíces que no arraigan,
aplicaciones para ojos cerrados,
gérmenes, árboles, contracciones, fibras:
el más blanco de todos los mundos
con sus haces, secciones y clausuras
es vuestra Tierra de Promisión.
Arrogantes os perdéis
en la infinitud no-numerable, en conjuntos
vacíos, ralos, disjuntos
conjuntos en sí mismo densos y
conjuntos transfinitos.
Conversaciones fantasmales
entre solteros:
el último teorema de Fermat,
la objeción de Zermelo,
el lema de Zorn.
Deslumbrados ya de niños
por frías dilucidaciones,
os habéis desentendido,
encogiendo los hombros,
de nuestros placeres sangrientos.
Pobres de palabras, tropezáis,
ensimismados,
impulsados por el ángel de la abstracción
sobre campos de Galois y superficies de Riemann,
con el polvo de Cantor hasta las rodillas,
a través de los espacios de Hausdorff.
Entonces, a los cuarenta, os sentáis,
oh teólogos sin Jehová,
sin pelo y bien enfermos,
los trajes raídos,
ante el vacío escritorio,
quemados, oh Fibonacci,
oh Kummer, oh Gödel, oh Mandelbrot,
en el purgatorio de la recursión.

Lo definitivo sobre cuestiones de certeza

Hay enunciados.
Hay enunciados que son verdaderos.
Hay enunciados que no son verdaderos.
Hay enunciados en los que no se puede decidir
si son verdaderos o falsos.
Hay enunciados en los que no se puede decidir
si el enunciado que no se puede decidir
si es verdadero o no,
es verdadero o no,
etc

Homenaje a Gödel

Teorema de Münchhausen, caballo, tollo y trenza,
es fascinante, pero no olvides:
Münchhausen era un mentiroso.
El teorema de Gödel parece a primera vista
algo sencillo, pero piensa:
Gödel tiene razón.
«En cada sistema suficientemente rico
se pueden formular axiomas
que dentro del sistema
ni son demostrables ni refutables,
a no ser que el sistema
fuera él mismo inconsistente.»
Tú puedes describir tu propio lenguaje
en tu propio lenguaje:
pero no del todo.
Tú puedes investigar tu propio cerebro:
pero no del todo.
Etc.
Para justificarse
cada sistema imaginable
tiene que trascenderse,
es decir, destruirse.
«Bastante rico» o no:
libertad de contradicción
es una manifestación carencial
o una contradicción
(Certeza=Inconsistencia.)
Cada jinete imaginable,
o sea también Münchhausen,
o sea también tú eres un subsistema
de un tollo suficientemente rico.
Y un subsistema de este subsistema
es la propia trenza,
este aparato elevador
para reformistas y mentirosos.
En cada sistema suficientemente rico
o sea también en este tollo mismo,
se pueden formular axiomas
que dentro del sistema
no son ni demostrables ni refutables.
¡Toma estos axiomas en la mano
y tira!

Poemas de Hans Magnus Enzensberger. Oda a nadie. y otros poemas. Muestrario de Poesía 13. Biblioteca Digital
Hans Magnus Enzensberger (Kaufbeuren, Alemania, 1929) poeta, filósofo y ensayista alemán considerado como uno de los representantes más importantes del pensamiento alemán de la posguerra. Ha alternado su trabajo como profesor con la literatura, el ensayo, el periodismo y la actividad editorial.

Rebecca Elson, poemas

RebeccaElson1987

Rebecca Elson (1987) Wikipedia / Imagen obtenida con el telescopio VISTA – ESO/D. Minniti/VVV Team

Nosotros, los astrónomos

Los astrónomos somos nómadas,
Comerciantes, gente de circo,
Toda la tierra es nuestra tienda de campaña.
Somos laboriosos.
Creamos entusiasmo,
hacemos honor a nuestra responsabilidad del asombro.

Pero el universo se ha alejado mucho.
A veces, lo reconozco,
La luz de las estrellas parece demasiado intensa,

Y como la luna
Inclino mi rostro hacia el suelo
Al pequeño espacio donde cae cada pie,

Antes de caer,
me olvido de hacer preguntas,
Y sólo enumero cosas.

Rebecca Elson, astrónoma y poeta (Montreal, 1960 – Cambridge, 1999)

We Astronomers

We astronomers are nomads,
Merchants, circus people,
All the earth our tent.
We are industrious.
We breed enthusiasms,
Honour our responsibility to awe.

But the universe has moved a long way off.
Sometimes, I confess,
Starlight seems too sharp,

And like the moon
I bend my face to the ground,
To the small patch where each foot falls,

Before it falls,
And I forget to ask questions,
And only count things.

Poema de Rebecca Elson

Conocimiento carnal

Después de haber escogido el último dato
Del universo
Y de haberlo fijado en su columna
Nombró las causas del infinito,
Realizado el cálculo
Del yo imaginario, parece

Que el cuerpo se afana
Por venir también
A la luz,
Transmitir la gracia de la gravedad,
Expresar en su propia álgebra
Las simetrías del asombro y el miedo,
El escalofrío que sube por la columna vertebral,
El saber que pasa como un viento frío
Que deja el pelo de la nuca erizado.

Poema de Rebecca Elson

Carnal Knowledge

Having picked the final datum
From the universe
And fixed it in its column,
Named the causes of infinity,
Performed the calculus
Of the imaginary i, it seems

The body aches
To come too,
To the light,
Transmit the grace of gravity,
Express in its own algebra
The symmetries of awe and fear,
The shudder up the spine,
The knowing passing like a cool wind
That leaves the nape hairs leaping.

Poema de Rebecca Elson

Rebecca Anne Wood Elson (1960-1999) fue una astrónoma y escritora canadiense-estadounidense. Se licenció en el Smith College, obtuvo un máster en la Universidad de Columbia Británica y asistió a la Universidad de Cambridge, donde se doctoró en astronomía. Elson realizó su trabajo postdoctoral en el Instituto de Estudios Avanzados bajo la supervisión de John N. Bahcall, tras el que obtuvo una beca Bunting en el Radcliffe College, donde enseñó escritura creativa.
A principios de la década de 1990 regresó a Cambridge para aceptar el puesto de investigación que ocuparía durante el resto de su vida. Su trabajo se centró en los cúmulos globulares, la evolución química y la formación de galaxias. A los 29 años se le diagnosticó un linfoma no Hodgkins. Con el tratamiento, entró en remisión y en 1996 se casó con el artista italiano Angelo di Cintio. Sin embargo, el cáncer volvió a aparecer poco tiempo después y Elson murió de la enfermedad en Cambridge en mayo de 1999, a la edad de 39 años.
Póstumamente, en 2001, se publicó A Responsibility to Awe un volumen de poesía y ensayos que había escrito desde su adolescencia hasta poco antes de su muerte.  Los textos fueron seleccionadas por di Cintio y una amiga y colega poeta, Anne Berkeley. Algunas de las obras tratan conceptos de la física y la astronomía, a menudo de forma inesperadamente abstracta o lúdica, para reflejar aspectos de la experiencia humana. Otras reflejan una profunda alegría con la vida o conmovedoras observaciones sobre su inminente muerte. La colección fue seleccionada como uno de los mejores libros del año por The Economist. Elson también colaboró en 52 trabajos de investigación científica en su corta carrera.

Biografía de Rebecca Elson