Poema al demonio de Maxwell

El demonio de Maxwell

En Glenlair, Escocia,
caen copos esmeralda sobre las colinas
y, en el horizonte, antes del hundimiento,
la luz centellea sobre la hierba.
Cuando la niebla baja,
empuja al verde leyenda de los prados al infierno
y los árboles tiritan como si todos los espíritus
se hubieran refugiado en las ramas.
Vestido con un kilt,
agazapado entre brezos y cardos,
un ser sonríe malicioso,
buscando violar el segundo principio de la termodinámica,
¿Qué pasaría si hubiera una criatura
lo suficientemente pequeña para ver cada molécula y seguirla?
Nunca sabremos si lo que fuera que imaginó Maxwell
era un demonio, un elfo
o un cancerbero de gases con derecho de admisión;
pero, en secreto, como Lucifer,
la bestia imaginada desafía las leyes del universo y
busca algún tipo de pacto fáustico
para acabar con la irreversibilidad.
Cae la noche en Glenlair,
el halo de la lámpara santifica las sombras,
el calor se disipa
y el té ya no humea en la taza.
¿Puede una ínfima acción revertir el proceso?
Maxwell sienta a su ángel exterminador de la entropía
junto a una puerta, entre el hielo y el fuego,
y le encomienda la tarea de vigilar moléculas.
Como un personaje omnisciente del reino feérico
la criatura las separa
a la siniestra o la diestra del Padre,
unas al mundo gélido, otras al ardiente,
y, en el umbral, asoma la paradoja.
Tras muchas horas ordenando el caos,
exhausto, el demonio pierde la sonrisa,
ha envejecido un siglo.
Por el conocimiento,
la bestia ha pagado un alto precio.
Elena Soto

La imaginación, en ciencia, puede ser un excelente laboratorio para llevar a cabo experimentos difíciles o, directamente, irrealizables por medios empíricos, ayudando a inferir posibles resultados ¿qué ocurriría si…? ¿Y si…?
Estas situaciones hipotéticas han sido muy útiles para abordar problemas científicos introduciendo nuevos factores pero, en ocasiones, los resultados obtenidos desafían al sentido común y nos enfrentan a lo que no puede ser, al menos en ese momento. Estos experimentos mentales alcanzan en la física su máxima expresión y los ejemplos en esta rama de la ciencia son numerosos. Entre los más célebres destaca el demonio de Maxwell.
En 1867 el físico escocés James Clerk Maxwell ideó una criatura que desafiaba la segunda ley de la termodinámica, considerada inviolable, y que afirma “que en un sistema aislado la entropía no puede decrecer”. Este demonio, presentado oficialmente en su libro Theory of heat (1872) y que aborda las limitaciones del segundo principio de la termodinámica, ha servido de acicate e inspiración para generaciones de físicos y, en los últimos años, diferentes investigaciones lo están ‘invocando’ de nuevo.
La segunda ley de la termodinámica, una de las más importantes de la física, se puede formular de muchas maneras, pero todas nos llevan al concepto de irreversibilidad y de entropía; básicamente lo que dice es que todo sistema fuera de equilibrio tiende a desordenarse y que la entropía, como medida de desorden, tiende a aumentar, dicho de otro modo, las cosas tienden siempre a hacerse más desordenadas, y si quisiéramos ordenarlas sería necesario invertir energía en el proceso. En el experimento mental que diseñó Maxwell se preguntaba ¿qué pasaría si hubiera una criatura lo suficientemente pequeña para ver cada molécula y seguirla?
En su laboratorio imaginario habría un recipiente de gas herméticamente sellado y dividido en dos partes por una pared, en la que existiría un pequeño orificio con una trampilla y, controlando el mecanismo, un demonio. La tarea de esta criatura, que puede diferenciar entre una molécula fría y una caliente, es ir abriendo y cerrando la trampilla, cuando sea necesario, para separarlas, de forma que, las frías las pasa a un lado y las calientes al otro. El resultado es que acumularía las moléculas de gas caliente en un compartimento y las de gas frío en el otro. Si se realiza el cálculo de la entropía antes y después, lo que se ve es que ésta disminuye, algo que va en contra de la segunda ley de la termodinámica.
Esta paradoja fue explicada, al menos en parte, por Leo Szilard, a finales de los años 20. Este físico le atribuyó al demonio un papel activo, incluyéndolo dentro del sistema. El proceso de adquisición de información requiere un gasto energético y, para operar, el demonio necesita información, y su obtención cuesta lo suficiente como para que la segunda ley de la termodinámica no sea violada.
Con el desarrollo de la computación, y casi un siglo después de que Maxwell ideara su diablo, se comienza a pensar en la información como forma de energía y fue, precisamente, un científico que investigaba en IBM, Rolf Landauer, el que resolvió esta aparente paradoja, cuando propuso que la clave estaba en la memoria del demonio, que no podía ser infinita, postulando que el simple acto de borrar información de un sistema físico debía disipar una mínima cantidad de energía al entorno.
Un bit, la unidad fundamental de información, puede representar un 1 o un 0, Landauer se dio cuenta que al reemplazar 0 por un 1 no costaba energía si el proceso podía revertirse, pero si éste era irreversible, siempre se producía alguna pequeña cantidad de calor. Mientras el demonio pudiera guardar la información en su memoria, no consumiría energía, pero cuando su memoria se llenara, tendría que borrar parte de la información y este borrado aumentaría la entropía del sistema, disipando el calor necesario para restablecer el segundo principio de la termodinámica.
Ya, en el siglo XXI, este diablo hipotético ha saltado al mundo cuántico y continúa siendo objeto de investigación. La pregunta es ¿se puede implementar un demonio de Maxwell a nivel cuántico? “Hasta ahora la mayoría de investigaciones se han llevado a cabo en sistemas clásicos, pero en los últimos años se están intentando hacer propuestas, tanto teóricas como experimentales, de cómo funcionaría esta entidad en un sistema cuántico”.
Esta entrada es mi aportación al tema ¿Y si…? de #polivulgadores de @hypatiacafe.

Poem to Maxwell’s demon

In Glenlair, Scotland,
emerald flakes fall over the hills
and, on the horizon, before the sinking,
the light sparkles on the grass.
When the fog comes down,
pushes the green legend of the meadows to hell
and the trees are shivering as if all the spirits
had taken refuge in the branches.
Dressed in a kilt,
crouched among heather and thistles,
a being smiles maliciously,
seeking to violate the second principle of thermodynamics,
What if there was a creature
small enough to see every molecule and follow it?
We will never know if whatever it was that Maxwell envisioned
was a demon, an elf
or a gas cancerber with the right of admission;
but, secretly, as Lucifer,
the imagined beast defies the laws of the universe
and seeks some kind of Faustian pact
to put an end to irreversibility.
Night falls in Glenlair,
the halo of the lamp sanctifies the shadows,
the heat dissipates
and the tea no longer steams in the cup.
Can a tiny action reverse the process?
Maxwell sits his exterminating angel of entropy
next to a door, between ice and fire,
and entrusts it with the task of monitoring molecules.
As an omniscient character from the feerical realm.
the creature separates them
to the left or right hand of the Father,
some to the icy world, others to the fiery one,
and, on the threshold, the paradox emerges.
After many hours of sorting through the chaos,
exhausted, the demon loses his smile,
has aged a century.
For the knowledge,
the beast has paid a high price.

Elena Soto.

Oda a Isaac Newton de Edmund Halley

Principia_Newton_Halley

Oda a Isaac Newton de Edmund Halley

Al muy ilustre Isaac Newton y a este su trabajo físico-matemático, una señal de distinción de nuestro tiempo y nuestra estirpe.

He aquí, para tu mirada, el dibujo de los cielos.
¡Qué equilibrio de las masas, qué cálculos divinos!
Reflexiona aquí sobre las Leyes que el Creador,
enmarcando el universo, no dejó de lado
sino que hizo cimientos fijos de su obra.
El lugar más recóndito de los cielos, ahora ganado,
se vuelve visible, y ya no se oculta
la fuerza que hace girar el orbe más lejano. El sol
exaltado en su trono ordena que todas las cosas tiendan
hacia él por inclinación y descenso.
No permite que los cursos de las estrellas
sean rectos, mientras se mueven a través del vacío sin límites,
en elipses inmóviles. Ahora sabemos
los rumbos bruscamente cambiantes de los cometas, antaño fuente
de temor; ya no temblamos acobardados
cuando aparecen esos astros barbados.
Por fin sabemos por qué la luna plateada
en otro tiempo parecía viajar con pasos desiguales,
como si se negara acompasar su ritmo a los números…
algo no aclarado hasta ahora por ningún astrónomo;
por qué, aunque las estaciones van y vuelven,
las horas siempre avanzan en su camino.
Y explicadas  están también las fuerzas de las profundidades,
cómo la errante Cynthia agita las mareas,
por lo que el oleaje, abandonando ahora las algas…
a lo largo de la orilla, expone bancos de arena,
algo sospechado por los marineros, volviendo más tarde
a lanzar las olas en la playa.
Asuntos que atormentaron las mentes de antiguos adivinos,
y que a nuestros sabios doctores a menudo conducían
a enconadas y vanas disputas, ahora se ven
con la luz de la razón, las nubes de la ignorancia
disipadas al fin por la ciencia. Aquellos sobre quienes
el engaño arrojó el sombrío manto de duda,
se alzan ahora sobre las alas que les presta el genio,
pudiendo entrar en las mansiones de los dioses
y escalar las alturas del cielo. ¡Oh hombres mortales,
levantaos! Y, despojaros de vuestras preocupaciones terrenales,
aprended la potencia de una mente nacida del cielo,
¡Su pensamiento y vida retirados lejos del rebaño!
El hombre que a través de las tablas de la ley
una vez desterró el robo y el asesinato, que prohibió
el adulterio y los fraudes del perjurio
instalando a los pueblos errantes en ciudades
rodeadas de murallas, fue el fundador del estado.
El que bendijo a la raza con el don de Ceres,
el que extrajo de las uvas el bálsamo curativo,
o mostró cómo en el tejido hecho de juncos
que crecen en las riberas del Nilo se pueden inscribir
símbolos de sonido y así presentar la voz
para que la vista la capte, alivió la suerte humana,
compensando las miserias de la vida
con algo de felicidad. Pero ved ahora que,
admitidos en el banquete de los dioses,
contemplamos la política del cielo;
discernimos el orden inmutable del mundo
y de todos los eones de su historia.
Vosotros que ahora os deleitáis con el néctar celestial,
venid a celebrar conmigo el nombre
de Newton, amado por las Musas; pues él
reveló los tesoros ocultos de la Verdad:
Tan generosamente Febo  derramó en su mente
el resplandor de su propia divinidad.
Ningún mortal puede acercarse más a los dioses.

Edmund Halley

 

Esta oda, escrita originalmente en latín, apareció en el prefacio de la primera edición de Philosophiae Naturalis Principia Matematica (1687) de I. Newton. La versión inglesa moderna de la que aquí se informa se debe al profesor de latín Leon J.Richardson, de la Universidad de California.

Ode to Isaac Newton

To the illustrious man Isaac Newton
and this his work done in fields of the mathematics and physics,
a signal disctinction of our time and race.

Lo, for your gaze, the pattern of the skies!
What balance of the mass, what reckonings
Divine! Here ponder too the Laws which God,
Framing the Universe, set not aside
But made the fixed foundations of his work.

The inmost place of the heavens, now gained,
Break into view, nor longer hidden is
The force that turns the farthest orb. The sun
Exalted on his throne bids all things tend
Toward him by inclination and descent,
Nor suffer that the courses of the stars
Be straight, as through the boundless void they move,
But with himself as centre speeds them on
In motionless ellipses. Now we know
The sharply veering ways of comets, once
A source of dread, nor longer do we quail
Beneath appearances of bearded stars.

At last we learn wherefore the silver moon
Once seemed to travel with unequal steps,
As if she scorned to suit her pace to numbers –
Till now made clear to no astronomer;
Why, though the Seasons go and then return,
The Hours move ever forward on their way;
Explained too are the forces of the deep,
How roaming Cynthia bestirs the tides,
Whereby the surf, deserting now the kelp
Along the shore, exposes shoals of sand
Suspected by the sailors, now in turn
Driving its billows high upon the beach.

Matters that vexed the minds of ancient seers,
And for our learned doctors often led
to loud and vain contention, now are seen
In reason’s light, the clouds of ignorance
Dispelled at last by science. Those on whom
Delusion cast its gloomy pall of doubt,
Upborne now on the wings that genius lends,
May penetrate the mansions of the gods
And scale the heights of heaven. O mortal men,
Arise! And, casting off your earthly cares,
Learn ye the potency of heaven-born mind,
Its thought and life far from the herd withdrawn!

The man who through the tables of the laws
Once banished theft and murder, who suppressed
Adultery and crimes of broken faith,
And put the roving peoples into cities
Girt round with walls, was founder of the state,
While he who blessed the race with Ceres’ gift,
Who pressed from grapes an anodyne to care,
Or showed how on the tissue made from reeds
growing behind the Nile one may inscribe
Symbols of sound and so present the voice
For sight to grasp, did lighten human lot,
Offsetting thus the miseries of life
With some felicity. But now, behold,
Admitted to the banquets of the gods,
We contemplate the polities of heaven;
Discern the changeless order of the world
And all the aeons of its history.

Then ye who now on heavenly nectar fare,
Come celebrate with me in song the name
Of Newton, to the Muses dear; for he
Unlocked the hidden treasuries of Truth:
So richly through his mind had Phoebus cast
The radiance of his own divinity.
Nearer the gods no mortal may approach.

Edmund Halley

IN VIRI PRAESTANTISSIMI
D. ISAACI NEWTONI
OPVS HOCCE
MATHEMATICO-PHY SICVM
SAECYLI GENTISQVE NOSTRAE DECVS EGREGIVM

En tibi norma Poli, et divae libramina Molis
computus atque Iovis ; quas, dum primordia rerum
pangeret, omniparens Leges violare Creator
noluit, aeternique operis fundamina fixit.
Intima panduntur victi penetralia caeli,
nec latet extremos quae Vis circumrotat Orbes.
Sol solio residens ad se iubet omnia prono
tendere descensu, nec recto tramite currus
sidéreos patitur vastum per inane moveri ;
sed rapit immotis, se centro, singula Gyris.
Iam patet horrificis quae sit via flexa Cometis ;
iam non miramur barbati Phaenomena Astri.
Discimus hinc tandem qua causa argéntea Phoebe
passibus haud aequis graditur ; cur subdita nulli
hactenus Astrónomo numerorum fraena recuset :
cur remeant Nodi, curque Auges progrediuntur.
Discimus et quantis refluum vaga Cynthia Pontum
viribus impellit, dum fractis fluctibus Ulvam
deserit, ac Nautis suspectas nudat arenas;
alternis vicibus suprema ad littora pulsans.
Quae toties ánimos veterum torsere Sophorum,
quaeque Scholas frustra rauco certamine vexant
obvia conspicimus nubem pellente Mathesi.
Iam dubios nulla caligine praegravat error,
queis Superum penetrare domos atque ardua Caeli
scandere sublimis Genii concessit acumen.
Surgite Mortales, terrenas mittite curas;
atque hiñe caeligenae vires dignoscite Mentis,
a pecudum vita longe lateque remotae.
Qui scriptis iussit Tabulis compescere Caedes,
Furta et Adulteria, et periurae crimina Fraudis ;
quive vagis populis circumdare moenibus Urbes
autor erat ; Cererisve beavit muñere gentes ;
vel qui curarum lenimen pressit ab Uva;
vel qui Niliaca monstravit arundine pictos
consociare sonos, oculisque exponere Voces;
Humanam sortem minus extulit; utpote pauca
respiciens miserae solummodo commoda vitae.
Iam vero Superis convivae admittimur, alti
iura poli tractare licet, iamque abdita caecae
claustra patent Terrae, rerumque immobilis ordo,
et quae praeteriti latuerunt saecula mundi.
Taha monstrantem mecum celebrate Camoenis,
vos qui caelesti gaudetis nectare vesci,
Newtonum clausi reserantem scrinia Veri,
Newtonum Musis carum, cui pectore puro
Phoebus adest, totoque incessit Numine mentem :
nec fas est propius Mortali attingere Divos.

Edmund Halley. Versión original en latín.
Principios matemáticos de la filosofía natural, también conocido simplemente como Principia, publicado por Isaac Newton en la ciudad de Londres, el 5 de julio de 1687 a instancias de su amigo Edmond Halley, recoge sus descubrimientos en mecánica y cálculo matemático. Esta obra marcó un punto de inflexión en la historia de la ciencia y es considerada, por muchos, como la obra científica más importante de la Historia.
Halley tuvo un papel de crucial importancia en la publicación de los Principia, es posible que en la época de Newton no hubieran visto la luz de no haber sido por él. Halley no solo pagó la impresión sino que se encargó de corregir pruebas y de otras labores editoriales. Su admiración por el trabajo de Sir Isaac Newton se refleja en la oda que le dedicó.

Poema a Alan Turing

Turing_morfogenesis

Las rayas del tigre, de la cebra o del pez ángel, las manchas del guepardo o la jirafa… El capricho de los estampados nos fascina, pero ¿cómo se forman los patrones espaciales en la piel de algunos animales? ¿Qué fórmulas subyacen bajo la azarosa belleza de los pigmentos?
La generación de todos estos patrones cromáticos caprichosos ¿son fenómenos emergentes sensibles a las condiciones iniciales? ¿interactúan las células pigmentarias sin un control centralizado coordinado, autoorganizándose para crear estas maravillas estéticas?

A veces el álgebra fascina al ADN.

A Alan Mathison Turing

La tristeza,
singular como las rayas de la cebra,
arruga las fronteras en los mapas.
Embelesa la pupila,
la amolda a la curva suave de las dunas.
Arrastra hasta el pelaje
el trazado sinuoso de los deltas,
la línea de la costa.
El oro de los tigres,
la plata de los gatos,
el azabache del pez ángel
fluye en ecuaciones,
sedimenta en los genes,
se dispersa en desiertos felinos.
Todos los pigmentos de trazos singulares
en pieles del paisaje,
en paisajes de piel.
Tigres imitando los surcos de la arena,
archipiélagos copiando las escamas,
jirafas cartógrafas con mapas de las Cícladas,
Polinesia emergiendo en el lomo del guepardo.
A veces el álgebra fascina al ADN.

El matemático Alan Turing, conocido sobre todo por sus contribuciones a la ciencia de la computación y la inteligencia artificial, dedicó los últimos años de su vida a investigar la interacción entre la naturaleza y las matemáticas, buscando una teoría que explicara cómo los organismos adquieren sus formas complejas. Los resultados aparecen en el artículo «The Chemical Basis of Morphogenesis» (Las bases químicas de la morfogénesis) en el que proponía un modelo matemático para explicar cómo se forman los patrones en los organismos biológicos.
Este trabajo pionero fue el inicio de toda una línea de investigación que busca entender cómo funcionan los mecanismos de la naturaleza encontrando ecuaciones que los describan. No sólo revolucionó la comprensión en biología, sino que el modelo ha sido el germen para ayudar a descifrar la formación de patrones en sistemas vivos o en sistemas inertes, tan variados como las dunas de arena, los círculos de hadas.
El enfoque de Turing fue osado y durante décadas su estudio fue olvidado y pasó bastante desapercibido. Actualmente, desde un abordaje transversal e interdisciplinar, que involucra biología, química, física y matemáticas, la ciencia ha ampliado el marco abstracto de su teoría y el legado se ramifica con aplicaciones en infinidad de sistemas.

Morfogénesis

Al final de su vida Turing inició una nueva línea de estudio, todavía más rompedora que la de la computación , sintetizando las matemáticas con la biología. El científico buscó explicar cómo aparecen estructuras y formas de manera espontánea en distintos sistemas físicos, químicos y biológicos, centrándose en cuestiones como la formación de patrones en la piel de los vertebrados, por ejemplo las rayas de las cebras o las manchas de los tigres, introduciendo ecuaciones diferenciales de reacción-difusión.
Con este modelo matemático describía su formación a partir de una sustancia imaginada a la que denominaba morfógeno, aunque este tipo de sustancias no serían descubiertas en laboratorio hasta la década de los 60.
En la introducción al trabajo, Turing describía su propósito en pocas líneas: «En esta sección se describe un modelo matemático del embrión en crecimiento. Este modelo será una simplificación y una idealización, y por consiguiente una falsificación. Cabe esperar que las propiedades en las que se centra la discusión sean las más importantes en el estado actual del conocimiento».
La morfogénesis es, en cierta forma, el principio que activa los mecanismos celulares y biológicos que dan forma a un organismo y, en este trabajo, Turing mostraba que la vida también puede ser expresada en términos de un código, algo que se vería un año más tarde con el descubrimiento de la molécula de ADN, pero cuando él lo planteó todavía no se sabía que las células contenían información hereditaria en sus núcleos.
En 2013 un equipo de investigadores encontró la primera prueba experimental que validaba la teoría de Turing en estructuras similares a células «Testing Turing’s theory of morphogenesis in chemical cells». Los resultados de este estudio refuerzan el carácter de genio visionario de Turing, y llevan sus investigaciones a campos interdisciplinares, que van más allá de la computación.
Aunque todavía no se conocen con detalle todos los mecanismos genéticos implicados en estos procesos, hoy se sabe que la morfogénesis no es solo responsable de la formación de patrones en la pigmentación de los seres vivos, también es responsable de la asimetría izquierda-derecha en los vertebrados, el desarrollo de las extremidades, la ramificación de los pulmones o del sistema circulatorio, entre otros.
Esta entrada es mi aportación al tema Complejidades de #polivulgadores de @hypatiacafe.

Más información:
1. La influencia de Turing en la biología. David Jou
2. Nueva teoría profundiza sobre la creación de patrones de Turing en biología
3. Bridging ecology and physics: Australian fairy circles regenerate following model assumptions on ecohydrological feedbacks
4. Plant water stress, not termite herbivory, causes Namibia’s fairy circles

Desorientación, poema de Katie Mack

Katie Mack_desorientacion

Desorientación

Quiero marearte.

Quiero que mires al cielo y comprendas, quizá por primera vez, la oscuridad que hay más allá de la voluta evanescente de la atmósfera, las profundidades infinitas del cosmos, una desolación por grados.

Quiero que la Tierra gire debajo de ti y te haga perder el equilibrio, que te lleve hacia el este a mil millas por hora, hacia la luz, la oscuridad, y otra vez la luz. Quiero que veas cómo la Tierra te eleva al encuentro de los rayos del sol de la mañana.

Quiero que el cielo te detenga en seco en tu camino a casa esta noche, porque casualmente levantaste la vista y entre todos los puntitos brillantes reconociste uno como la luz de un mundo extraño.

Quiero que pruebes el hierro en tu sangre y veas su semejanza en las arenas rojizas de las largas y secas dunas de Marte, nacidas del mismo polvo nebular que se fusionó al azar con escombros estelares en rocas, océanos, tu propio corazón palpitante.

Quiero llegar a tu conciencia y lanzarla hacia afuera, más allá de la luz de otros soles, para expandirla como el universo, sin invadir la envoltura de vacío, haciéndola más grande, desplegándose dentro de sí misma.

Quiero que veas tu mundo a cuatro mil millones de millas de distancia, un diminuto destello azul en la nítida luz blanca de una estrella ordinaria en la oscuridad. Quiero que intentes distinguir los límites de tu nación desde ese punto de vista, y que fracases.

Quiero que lo sientas, en tus huesos, en tu aliento, cuando dos agujeros negros que chocan a mil millones de años luz de distancia envían un temblor a través del espacio-tiempo que hace que cada célula de tu cuerpo se estire, y se esfuerce.

Quiero que sientas nostalgia por las estrellas muertas hace mucho tiempo, de las que fusionaron tus núcleos de carbono y de aquellas cuya última agonía termonuclear eclipsó a toda la galaxia para enviar un solo fotón a tu ojo.

Quiero que vivas hacia delante pero mires hacia atrás, más lejos y más profundo en el pasado, porque en un universo relativista no tienes otra opción. Quiero que la antigua luz estelar de miles de millones de años de una galaxia lejana sea tu recompensa.

Quiero desorientarte por completo y dejarte navegar de regreso por las estrellas. Quiero que te pierdas y vuelvas a encontrarte, no sólo aquí, sino en todas partes, en todo.

Quiero que creas que el universo es un lugar vasto, aleatorio, indiferente, en el que nuestra especie, nuestro mundo, no tiene absolutamente ninguna importancia. Y quiero que creas que la única respuesta es crear nuestra propia belleza y significado y compartirlos mientras podamos.

Quiero que te preguntes qué hay ahí fuera. Qué sueños pueden llegar en oleadas de radiación a lo ancho de una extensión sin fin. Lo que podemos conocer, con el tiempo, y los esplendores que nunca jamás nos alcanzarán.
Quiero que signifique algo para ti. Que estás en el cosmos. Que eres del cosmos. Que has nacido del polvo de estrellas y al polvo de estrellas volverás. Que eres una forma de que el universo se asombre de sí mismo.

Katie Mack, profesora adjunta de Física, es una cosmóloga teórica que estudia las conexiones entre la astrofísica y la física de partículas. En este vídeo lee su poema «Desorientación», cuyo texto completo, en versión original, puede leerse en la web de NC State University.

La Dra. Katherine Mack es astrofísica. Actualmente ocupa la Cátedra Hawking de Cosmología y Comunicación Científica en el Instituto Perimeter de Física Teórica, donde investiga sobre la materia oscura y el universo primitivo y trabaja para hacer la física más accesible al gran público. Es autora del libro «The End of Everything (Astrophysically Speaking)» y ha escrito para diversas publicaciones, como Scientific American, Slate, BBC’s Science Focus, Sky & Telescope y Cosmos Magazine.

Un universo de átomos, un átomo en el universo, de Richard  Feynman 

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Un universo de átomos, un átomo en el universo

Me detengo en la orilla del mar, solo, y comienzo a pensar.
Ahí están las olas embravecidas
montañas de moléculas
cada una ocupándose estúpidamente solo de sus propios asuntos
trillones de fragmentos
formando al unísono un oleaje blanco.

Durante eras y eras
antes de que los ojos las pudieran ver
año tras año
batiendo atronadoramente la orilla como ahora.
¿Para quién? ¿Para qué?
En un planeta muerto
sin vida a la que entretener.

Nunca en reposo
azotadas por la energía
derrochada prodigiosamente por el sol
y vertida en el espacio
Una gota hace rugir el mar.

En la profundidad del océano
todas las moléculas repiten los patrones
hasta que se forman otras nuevas más complejas.
Creando otras a su semejanza
y comienza una nueva danza.

Crecen en tamaño y complejidad
seres vivos
masas de átomos
ADN, proteínas
danzando en un patrón cada vez más intrincado.

Fuera de la cuna
en tierra firme
aquí están de pie:
átomos con conciencia;
materia con curiosidad.

Detenidos frente al mar,
se maravillan ante el asombro: Yo
un universo de átomos
un átomo en el universo.
Richard Feynman, poema incluido en The Value of Science (1955)

A Universe of Atoms, An Atom In The Universe

I stand at the seashore, alone, and start to think.
There are the rushing waves
mountains of molecules
each stupidly minding its own business
trillions apart
yet forming white surf in unison.

Ages on ages
before any eyes could see
year after year
thunderously pounding the shore as now.
For whom, for what?
On a dead planet
with no life to entertain.

Never at rest
tortured by energy
wasted prodigiously by the sun
poured into space
A mite makes the sea roar.

Deep in the sea
all molecules repeat
the patterns of one another
till complex new ones are formed.
They make others like themselves
and a new dance starts.

Growing in size and complexity
living things
masses of atoms
DNA, protein
dancing a pattern ever more intricate.

Out of the cradle
onto dry land
here it is
standing:
atoms with consciousness;
matter with curiosity.

Stands at the sea,
wonders at wondering: I
a universe of atoms
an atom in the universe.

En 1952, un estudiante llamado Stanley Miller propuso a Harold Urey, su entonces director en la universidad de Chicago, la realización de un experimento que intentara simular las condiciones químicas y ambientales de la Tierra primitiva, para ver si estas podían dar lugar a moléculas orgánicas. Cuando analizaron los residuos producidos, detectaron un total de cinco aminoácidos. Posteriores exámenes permitieron identificar hasta 11 aminoácidos, todos importantes para la vida. Este poema, fue escrito por el físico estadounidense Richard Feynman, en 1955, después de la realización del experimento Miller-Urey.

Feynman_universo_copa_vino

El universo en un vaso de vino

Un poeta dijo una vez: «Todo el universo está en un vaso de vino». Probablemente nunca sabremos en qué sentido lo dijo, porque los poetas no escriben para que se les entienda. Pero lo cierto es que si miramos un vaso de vino con suficiente atención veremos el universo entero. Hay cosas de la física: el líquido que se agita y se evapora según el viento y el tiempo, los reflejos en el cristal, y nuestra imaginación añade los átomos. El cristal es una destilación de las rocas de la Tierra, y en su composición vemos los secretos de la edad del universo y la evolución de las estrellas. ¿Qué extraño conjunto de sustancias químicas hay en el vino? ¿Cómo se formaron? Están los fermentos, las enzimas, los sustratos y los productos. En el vino se encuentra la gran generalización: toda la vida es fermentación. Nadie puede descubrir la química del vino sin descubrir, como hizo Louis Pasteur, la causa de muchas enfermedades. ¡Qué brillante es el vino clarete, imprimiendo su presencia en la conciencia que lo observa! Si nuestras pequeñas mentes, por comodidad, dividen este vaso de vino, este universo, en partes -física, biología, geología, astronomía, psicología….-, ¡recuerden que la naturaleza no lo conoce! Unamos todo de nuevo, sin olvidar cuál es su propósito. Que nos proporcione un último placer: ¡beberlo y olvidarlo todo!

Richard  Feynman, The Relation of Physics to Other Sciences

The Universe in a Glass of Wine

A poet once said, “The whole universe is in a glass of wine.” We will probably never know in what sense he meant that, for poets do not write to be understood. But it is true that if we look at a glass of wine closely enough we see the entire universe. There are the things of physics: the twisting liquid which evaporates depending on the wind and weather, the reflections in the glass, and our imagination adds the atoms. The glass is a distillation of the earth’s rocks, and in its composition we see the secrets of the universe’s age, and the evolution of stars. What strange array of chemicals are in the wine? How did they come to be? There are the ferments, the enzymes, the substrates, and the products. There in wine is found the great generalization: all life is fermentation. Nobody can discover the chemistry of wine without discovering, as did Louis Pasteur, the cause of much disease. How vivid is the claret, pressing its existence into the consciousness that watches it! If our small minds, for some convenience, divide this glass of wine, this universe, into parts—physics, biology, geology, astronomy, psychology, and so on—remember that nature does not know it! So let us put it all back together, not forgetting ultimately what it is for. Let it give us one more final pleasure: drink it and forget it all!
Richard  Feynman, The Relation of Physics to Other Sciences

William Ospina

William Ospina

Oración de Albert Einstein

Advierto con profunda perplejidad
que el hermoso guijarro que abandono en el aire
se precipita recto hacia la tierra.
Tal vez para una hormiga que fuera en el guijarro
seria más bien la tierra lo que cae,
verde planeta que se precipita.
Para el soldado inmóvil
antes de halar la cuerda de su paracaídas
vertiginosamente asciende el mundo.
Y si al pasar el tren ante su cobertizo
el mendigo no viera los vagones
sino al niño que en ellos deja caer la manzana,
vería que la manzana toca el suelo
lejos del sitio donde el niño la suelta,
que la manzana cae oblicuamente.

Advierto que la firme realidad de este mundo
cambia de ser a ser, de conciencia a conciencia.
El gato observa las felinas estrellas.
Nunca verá el astrónomo
que mira el arco de la medialuna
el sobrehumano rostro que esa luna diadema
o esos pies de una virgen que la huellan.
Es tan sincero el mundo
que ni una piedra olvida tener sombra.
La memoria del prado
recuerda el rojo de las amapolas
y al primer soplo tibio lo despliega.

¿Cómo agradeceré que el agua no se incendie
aunque asile en su rostro sereno las hogueras?
¿Cómo agradeceré que las alondras canten
aunque Julieta las maldiga a todas?
Sé que esta luz de estrellas es más vieja que el mundo.
Que estas constelaciones son como un plano fósil
de lo que fue hace siglos el firmamento.
Sé que la masa enorme de los cuerpos celestes

altera el curso de la luz de la estrella
y que ese punto inmóvil que brilla en las alturas
innumerables veces se retorció en su curso,
trazó letras de luz en la piel de los siglos.
Todo rayo de luz porta antiguas imágenes,
y la energía es la terrible victoria
de la materia sobre el tiempo.
Las caprichosas nubes einstenianas
fulminan con sus rayos einstenianos los árboles
y rota la ecuación del vapor leve y del líquido peso
dulcemente se perlan las llanuras.
Me gusta el mundo dócil donde atrapo mis peces
con el anzuelo de un interrogante,
y pregunto en mi alma
cómo agrava la música la substancia del mundo,
qué es lo que escapa del violín y nos hiere.
Se marchita la música
en las elipses de la sinagoga
y Castor envejece más que Pólux.

Gracias, Señor, porque no tienes rostro,
porque eres rosa y dédalos de azufre
y muerte tras la herida y tras la muerte larvas
y previsibles astros tras los discos de eclipses.
Permíteme atrever mis inútiles fórmulas,
líricos mecanismos, serventesios de cuarzo,
trinos brotando de un vértigo de átomos.
¿Qué puedo hacer contra el ángel que altera?
¿Contra el que cambia todo azul en cianuro,
toda belleza en daño?

Algo mayor que el mal rige estos mundos.

Cada mañana pido a mi silencio
que el corazón gobierne al pensamiento,
y cada noche pido perdón a las estrellas.
Pero después olvido
y sé, mientras la luna danza en el pozo,
que Dios será sutil, pero no es malicioso.

William Ospina (Padua, Tolima, 1954)

El astronauta prepara el descenso

La enorme luna blanca está tan cerca
y aún no puedo creer que soy yo el elegido
para dejar mi huella en sus desiertos.

Todo es ya la blancura.
Miro entre olas de sombra a la ballena blanca del cielo.

Hijo de turbias razas que temieron la noche,
las ideas oscuras, los dioses, las pieles oscuras,
ahora soy el ápice del arpón antiquísimo
que codicia la carne de este planeta blanco.

Alguien sabe en lo alto que estoy girando en tomo de la luna.
No puedo recordar en este instante si
Él habló de la luna en sus parábolas.
No sé si aprobará que un hombre hecho de polvo,
de polvo y de pecado, pise los peldaños del cielo.

Para saber quién soy, sé que debo contar con la última estrella,
sentir que en mí se cruzan infinitas distancias,

que soy el ojo que titila de profundidades incandescentes,
la mano que moldea como cera las masas de hierro,
la que traza las ínfimas parábolas
y levanta en neblina la geometría de las aguas.

Nunca estuve tan lejos de mí mismo
(porque soy el planeta, porque el aire es mi sangre,
porque verdes criaturas silenciosas sin cesar se convierten en carne mía
porque sangrantes animales sacrificados se convierten sin fin en mi fuerza
y en mi pensamiento)
pero sé que no sueño, sé que estoy ascendiendo a otro tiempo.

Vengo aquí a visitar los reinos de mi infancia,
un país de espectrales cañones de polvo,
un país de nostálgicos cráteres como lagunas secas,
un país de opresivo y submarino silencio.
Sé que esta soledad tiene su precio,
pues todo explorador de jamás visitados abismos
algo profana con su carne mortal,
algo perturba con su mente atestada de recuerdos.

Qué pensará este ser de imposible blancura
cuando sienta en sus valles el peso de un ser vivo?
Nunca nadie tocó sus plateadas polvaredas inmóviles,
nunca el dolor humano ni la esperanza humana agitaron su atmósfera,
nunca sintió su piedra eterna la tremolación de la vida.

Si se soltara una paloma a volar
como flecha en este espacio dócil,
se soltara un tigre de duros y ágiles músculos
y piel de nocturnos incendios, si se soltara
un saltamontes nevado, a saltar de verdad
sobre los montes lunares, no sería tan extraño el instante.

Traigo los dones y las maldiciones que
fueron acuñados para el hombre,
la memoria y sus hijos asombrosos, el tiempo y la muerte,
y los tres están llenos de criaturas que ya no abandonarán este suelo.

Durará en una huella sobre la piel ceniza del mundo blanco
el peso de los siglos, la reverberación de los rostros
de las entretejidas generaciones que me hicieron posible,
y acaso en la memoria de las estrellas
no se hablará de un hombre, se cantará que
un mundo mágicamente tocó las mejillas de otro
y volvió lleno de un impalpable horror,
de una maravilla imperceptible,
una sola certeza que se adicionó en oro
al caudal de su sangre y sus sueños.
Alexandria Revista de Educação em Ciência e Tecnologia

William Ospina (Herveo, Tolima, Colombia, 2 de marzo de 1954),  escritor, periodista y traductor.

Seleccion de poemas del autor.

Calentamiento global

calentamiento_global_poema

Calentamiento global

Contra todo pronóstico
los almendros florecieron a finales de diciembre
y la nieve de pétalos cubrió la tierra.
Atravesamos felices el umbral
cambiamos el muérdago por el algarrobo loco
celebrando que las cigüeñas blancas
se hubieran hecho sedentarias
y que los vencejos adelantaran el viaje.
El deshielo del Ártico
fundió las rutas migratorias cotidianas,
ha vuelto impredecible el recorrido de la sangre
y el corazón flota a la deriva
cada grado Fahrenheit
el latido es más frágil.

Elena Soto

La gran Cinta Transportadora Oceánica (CTO), una corriente profunda recorre todos los océanos del planeta y regula su clima, interrumpió su marcha durante los períodos interglaciares, cuando el hielo ártico prácticamente desapareció. Esta circunstancia provocó que el agua no alcanzara la salinidad y la temperatura suficientes para hundirse y poner en marcha el gran mecanismo. Este es uno de los graves peligros del cambio climático.

Poema a Lise Meitner

Lise Meitner1

Una corazonada en el bosque blanco

A Lise Meitner

Lise tiene un cráter en la cara oculta de la Luna,
Otro, en la Planitia Labinia venusiana,
además de un asteroide entre las órbitas de Marte y Júpiter,
el 6999 Meitner.
Su nombre figura también en el columbario de la tabla periódica,
en el séptimo cielo de los elementos sintéticos,
con un epitafio en su memoria:
«meitnerio.
Símbolo atómico: Mt
Número atómico: 109
Peso atómico: 278».
La casilla, a modo de urna cineraria,
da cuatro pinceladas sobre su inestable habitante,
con una vida media tan breve
que apenas supera unos segundos.

Pero, más allá de cráteres, asteroides y elementos,
en la mirada melancólica de Lise, se intuye
el largo camino que va desde el sótano clandestino de Berlín,
donde realizaba sus experimentos,
hasta el paisaje nevado de Estocolmo,
donde alcanzó la iluminación atómica.
El resplandor encajaba con las ecuaciones.
Lise vio la escisión del núcleo de uranio como una gota líquida,
como una lágrima vacilante,
que, finalmente, resbala antes de que llegue el llanto,
en un mecanismo liberador de reacción en cadena.
Fue una corazonada en el bosque blanco.
Tras algunos cálculos, Lise vislumbra la fisión,
la vasta y terrible energía que desprende;
el suelo se tambalea, se estremecen los abedules plateados,
tiemblan los álamos en las montañas de Nuevo Méjico,
y su aliento suspendido en el frío forma un hongo de vaho
que se desvanece.
Oppenheimer dijo que, tras la prueba nuclear de Trinity,
recordó el verso del Bhagavad Gita
«Ahora me he convertido en la muerte, el destructor de mundos».
Aquella Navidad de 1938, al interpretar los resultados,
Lise vio el deslumbrante resplandor,
la danza atómica de los neutrones,
girando como derviches enajenados hacia la devastación.

Elena Soto

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A hunch in the white forest

To Lise Meitner

Lise has a crater The hidden face of the Moon,
Another, on the Venusian Planitia Labinia,
plus an asteroid between the orbits of Mars and Jupiter,
6999 Meitner.
Its name also appears in the columbarium of the periodic table,
in the seventh heaven of the synthetic elements,
with an epitaph in his memory:
«meitnerium.
Atomic symbol: Mt
Atomic number: 109
Atomic weight: 278».
The box, like a cinerary urn,
gives four glimpses of its unstable inhabitant,
with a half-life so short
that it barely exceeds a few seconds.

But, beyond craters, asteroids and elements,
in Lise’s melancholy gaze, you sense
the long way from the clandestine basement of Berlin,
where she performed her experiments,
to the snowy landscape of Stockholm,
where she attained atomic enlightenment.
The glow fit the equations.
Lise saw the uranium nucleus split as a liquid drop,
like a hesitant tear,
that finally slips before the crying comes,
in a liberating chain reaction mechanism.
It was a hunch in the white forest.
After some calculations, Lise glimpses fission,
the vast and terrible energy it gives off;
the ground shakes, the silver birches tremble,
the aspens tremble in the mountains of New Mexico,
and its breath suspended in the cold forms a mushroom of mist
that fades away.
Oppenheimer said that after the Trinity nuclear test,
he remembered the verse from the Bhagavad Gita.
«Now I have become death, the destroyer of worlds.»
That Christmas 1938, interpreting the results,
Lise saw the dazzling radiance,
the atomic dance of the neutrons,
whirling like alienated dervishes toward devastation.

Elena Soto

Sobre Lise Meitner

Lise Meitner (1878-1968) nació en Viena, donde recibió la educación tradicional que se daba a las niñas en esta época y que consistía en una instrucción básica que finalizaba a los 14 años. Pero esta mujer inteligente y con gran inclinación hacia la ciencia no se conformó, siguió estudiando y completó su formación con un tutor.
A pesar de las trabas, tuvo la suerte de que su maestro, Arthur Szarvassy, fuera un físico que la preparó en las ciencias puras y gracias a estos conocimientos aprobó los exámenes de ingreso en la Universidad de Viena, un logro inaudito para la época. En esta institución acudió a las clases del físico teórico Ludwig Boltzmann, al que admiraba profundamente y que sería el científico más influyente en el desarrollo de su vocación.
Meitner se muda a Berlín en 1907, pensando en una posible colaboración con Max Planck quien, por primera vez, admite a una mujer en sus clases, poniéndola en contacto con Otto Hahn, un joven químico de su misma edad que investigaba sobre isotopos radioactivos; juntos crearon un equipo de trabajo en el que la aportación de Meitner era fundamental porque su colega carecía de la formación en física para explicar teóricamente los experimentos.
En 1907, Hahn fue admitido en el Instituto de Química de la Universidad de Berlín, pero las mujeres tenían prohibida la entrada al centro y Meitner solo pudo conseguir una estancia en el sótano para continuar con sus investigaciones. Pasó cinco años en la sombra y sin salario hasta que, finalmente, sus méritos fueron reconocidos y obtuvo el permiso para acceder a los laboratorios, cobrando un pequeño sueldo.
En 1917 Meitner y Hahn lograron aislar el isotopo del protactinio, lo que les valió la medalla Leibniz de la Academia de Ciencias de Berlín, pero el tema que durante años centró sus investigaciones y por el que alcanzaron mayor reconocimiento fue el de los elementos radiactivos.
Cuando Hitler llegó al poder, en 1933, la situación comenzó a complicarse, Meitner, a pesar de ser judía, no fue despedida por su nacionalidad austríaca, pero todos los científicos de origen judío fueron obligados a dimitir de sus puestos en los centros de investigación. En 1938, cuando Alemania anexionó a Austria, fue expulsada de la Universidad de Berlín y viendo peligrar su vida, huyó del país trasladándose a Estocolmo, donde logró un puesto en el laboratorio del científico Manne Siegbahn.
Desde Suecia, Meitner continuó su correspondencia epistolar con Hahn, que por aquel entonces seguía trabajando en Berlín con el químico Fritz Strassman.
El 19 de diciembre de 1938 Lise recibe una carta de Hahn con un sorprendente resultado, tras bombardear uranio con neutrones obtenían bario, el núcleo de uranio se había dividido en dos, algo que, en principio, no encajaba con todos experimentos que se habían realizado hasta entonces y no eran capaces de interpretar los resultados.
Lise pasea por la nieve con su sobrino Otto Frisch, buscando una explicación que pudiera cuadrar con estas observaciones y
pensó que  el modelo de la gota líquida  podía describir el proceso de separación del núcleo de uranio, sentando las bases teóricas para la comprensión de este nuevo fenómeno. Además, para calcular la cantidad de energía desprendida recurre a la ecuación de Einstein (E=mc2). Meitner se dio cuenta de que en los experimentos llevados a cabo por sus colegas se había producido una fisión nuclear y realizó la explicación teórica del fenómeno. Con sus análisis descubrió el enorme potencial explosivo que podría generar una reacción en cadena y la bautizó como fisión nuclear, que es el nombre con el que se la conoce desde entonces. En este momento Eureka estaba acompañada por su sobrino, el físico Otto Frisch, que colaboró en el descubrimiento. De hecho, Frisch regresó a Copenhague, donde fue capaz de aislar los restos producidos por la reacciones de fisión.
La científica interesó al gobierno de los EEUU que, en 1943, intentó reclutarla sin éxito para trabajar en el desarrollo de la bomba atómica, basada precisamente en el principio de la fisión nuclear, pero rechazó la oferta.
La concesión en 1944 del premio Nobel al alemán Otto Hahn «por su descubrimiento de la fisión de los núcleos pesados», fue una gran injusticia muy criticada por la comunidad científica, que consideraba a Meitner como coautora del hallazgo. Se sabía que la física había liderado el grupo de investigación y que después de su partida había seguido en contacto por carta con Hahn y Strassmann y que, sin su interpretación, el puzle estaba incompleto. En la biografía Lise Meitner: A Life in Physics, de Ruth Lewin Sime, se dice que el comportamiento de Hahn fue «una simple supresión del pasado», y que ella formaba parte de ese pasado suprimido.
El de Meitner es uno de los casos más claros en los que el comité de los premios Nobel ha pasado por alto la contribución de una mujer en un descubrimiento científico que cambió la historia de la humanidad.

Meitnerio
El meitnerio de símbolo Mt y número atómico 109 debe su nombre a Lise Meitner. Fue descubierto accidentalmente en 1982 por los científicos alemanes Peter Ambruster y Gottfried Münzenberg en el Laboratorio de Iones Pesados del Gesellschaft für Schwerionenforschung (GSI), de Darmstadt, Alemania. Es altamente radiactivo, no existe en la naturaleza y ha sido sintetizado en cantidades muy pequeñas combinando núcleos de átomos más ligeros. Su vida media es muy corta, de hecho, para estudiar este elemento, y otros que presentan esta característica, se ha desarrollado la técnica “atom at a time”. En estos experimentos se trabaja literalmente con átomos individuales.

Más información sobre Lise Meitner

El blog de Laura Morrón Los Mundos de Brana

Lise Meitner, la científica que descubrió la fisión nuclear

Lise Meitner y la energía del uranio de Javier Castelo Torras

Poema a Lise Meitner en Mujeres con ciencia

Lise Meitner life in Physics

Lise Meitner: A Life in Physics de Ruth Lewin Sime

Versos de un Físico

Enrique Loedel Palumbo nació en Montevideo, Uruguay, en 1901, y estudió física en la Universidad de La Plata donde se doctoró en 1925. Es conocido por sus influyentes libros Enseñanza de la Física (1949) o Física Relativista (1955), así como por los denominados «Diagramas de Loedel» utilizados en relatividad especial.

A Niels Bohr

La música pitagórica
de las series espectrales,
como los ritmos fatales,
tu nos la muestras pletórica
de compases siderales.

Cabriolistas electrones,
habitantes solitarios *
de estados estacionarios,
son motivo de ecuaciones
de sistemas planetarios.

Más que simples mecanismos
tus átomos luminosos,
(clavicordios silenciosos)
son vivientes organismos
con estigios prodigiosos.

Y entre lo vivo y lo inerte,
la línea demarcatoria,
para borrón de tu gloria,
parece que se convierte
en una línea ilusoria.

* Lo de solitarios, va como traducción antropomórfica del principio de Pauli.
Versos de un Físico de Loedel Palumbo, versión PDF.  Edición original de 1934, este PDF pertenece a un ejemplar encontrado y escaneado por Jorge Pullin en el año 2015, el cual incluye una dedicatoria a Niels Bohr firmada por Loedel.

La sopa y la entropía

En su ignorar sin mancha de dos años,
ante un plato de sopa casi fría,
mi pequeño pretende que esperando
ha de irse la sopa calentando,
pues no le aflige en nada, todavía,
el que crezca sin tregua la entropía.

¡Y ojalá que por siempre lo ignorara!
¿Qué le importa saber que la energía
de tal y tal manera se degrada?
¿Para qué ha de saber que la entropía
no es más que un subrogado de la nada?

Preferible es vivir con alegría,
y esperar que la sopa, ingenuamente,
tan sólo con desearlo se caliente.

Geometría

La idea pitagórica hago mía,
de que todo se exprese por funciones,
pues del bien y del mal las ecuaciones,
es posible se integren algún día.

Un punto, nada más, es la alegría,
de los hiperespacios de emociones,
y el latir de los mismos corazones
es problema de abstrusa geometría.

En la vida la ruta que seguimos
es geodésica bien determinada,
desde el punto inicial en que surgimos,

hasta el postrer instante en que partimos,
retornando otra vez hacia la nada,
para de nuevo ser.,. lo que ya fuimos.
Gran parte de la información de esta entrada procede del blog Fisicamartin que dedica varios post a este físico.
Los poemas de Enrique Loedel Palumbo

Enrique Loedel: «el Einstein uruguayo».
Otro enlace de interés es la Base de datos de autores de Uruguay que incluye información sobre el autor y sus obras.

Miroslav Holub, poemas

Miroslav_Holub

En el microscopio

También aquí hay paisajes de ensueño,
lunares, abandonados.
También aquí están las masas
trabajadoras de la tierra.
Y las células, combatientes
que dan su vida
por una canción.
Aquí también hay cementerios,
la fama y la nieve.
Y oigo murmullos
la revuelta de grandes estados.

Miroslav Holub (Pilsen, República Checa, 1923- Praga, 1998)

In the Microscope

Here too are dreaming landscapes,
lunar, derelict.
Here too are the masses
tillers of the soil.
And cells, fighters
who lay down their lives
for a song.
Here too are cemeteries,
fame and snow.
And I hear murmuring,
the revolt of immense estates.

Miroslav Holub. Selected Poems, PENGUIN MODERN EUROPEAN POETS / Advisory Editor: A. Alvarez

El cabo que mató a Arquímedes

Con un solo golpe audaz
mató el círculo, la tangente
y el punto de intersección
en el infinito.

Bajo pena de
de descuartizamiento
prohibió los números
del tres en adelante.

Ahora en Siracusa
dirige una escuela de filósofos
durante otros mil años
se pone en cuclillas sobre su alabarda
y escribe:

uno dos
uno dos
uno dos
uno dos

The Corporal Who Killed Archimedes

With one bold stroke
he killed the circle, tangent
and point of intersection
in infinity.

On penalty
of quartering
he banned numbers
from three up.

Now in Syracuse
he leads a school of philosophers
for another thousand years
squats on his halberd
and writes:

one two
one two
one two
one two

Miroslav Holub, Poems Before & After: Collected English Translations

Alas

“Tenemos
la microscópica anatomía
de la ballena
esto
da
al hombre
seguridad”.
William Carlos Williams

Tenemos
un mapa del universo
para los microbios,
tenemos
un mapa de un microbio
para el universo.
Tenemos
un Gran Maestro de ajedrez
hecho de circuitos electrónicos.
Pero sobre todo
tenemos
la habilidad
de clasificar guisantes,
de tomar el agua en nuestras manos,
de buscar
el tornillo correcto
bajo el sofá
durante horas
Esto
nos da
alas.

Křídla

Máme
mikroskopickou
anatomii
velryby
to
člověku
dodává
jistoty
WILLIAM CARLOS WILLIAMS

Máme
mapu vesmíru
pro mikroby,
máme
mapu mikroba
pro vesmír.
Máme
velmistra šachu
z elektronek.
Ale hlavně
máme sílu
přebírat hrách,
přenášet vodu v dlaních,
hodiny hledat
ten pravý šroubek
pod otomanem —
To
dává
křídla.

Miroslav Holub, Slabikář, texto se basa en el Silabario publicado por la editorial Československý spisovatel de Praga en 1965.

El científico y poeta Miroslav Holub nació en Plzeň, ciudad de la actual República Checa. Se licenció en medicina en 1953 y se doctoró en el Instituto de Microbiología de la Academia Checa de Ciencias en 1958.

Patólogo clínico e inmunólogo, Holub dio prioridad a su profesión de científico. En una entrevista con Stephen Stepanchev, le dijo que la Unión de Escritores Checos le había ofrecido una paga equivalente a su salario como investigador científico para que pudiera dedicarse a la poesía durante dos años. «Pero me gusta la ciencia», dijo. «De todos modos, me temo que, si tuviera todo el tiempo del mundo para escribir  poemas, no escribiría nada». Holub comentó a Stepanchev que, para él, la ciencia y la poesía mantienen una «relación incómoda». «En los círculos científicos», dijo, «intento ocultar el hecho de que escribo versos. Los científicos tienden a desconfiar de los poetas; sienten que los poetas son, de alguna manera, irresponsables». Y admitió que su profesión también era considerada sospechosa por sus amigos literatos. Pero Holub no ve ningún conflicto real entre la ciencia y la poesía. Como científico, dice, cree en «una realidad objetiva» y odia la superstición. Pero, añade, «tengo la mente abierta a todos los fenómenos de la experiencia, incluido lo irracional».

Holub emplea a menudo metáforas científicas en sus poemas, una técnica que, aunque la considera «un riesgo», le permite «encontrar equivalentes poéticos para la nueva realidad del micromundo». Holub dijo a Stepanchev que una de las razones por las que utiliza metáforas es «para evitar las arideces del racionalismo». «La otra razón», añade, «es que me gusta el juego o la danza de las metáforas, igual que me gusta el juego de ideas en un poema. Mis poemas, por cierto, siempre comienzan con una idea, una idea obsesiva de algún tipo. … Intento conseguir efectos de suspense con mis líneas largas y tremendos énfasis con las cortas».

Holub murió en Praga en 1998.

Texto sobre Miroslav Holub tomado de la web Poetry Foundation