Muerte de un naturalista

Death of a Naturalist
Durante todo el año la laguna de lino supuraba en el corazón
del pueblo; verde y de flor pesada
el lino se pudrió allí, lastrado por enormes terrones.
se abrasaba cada día bajo un sol de justicia.
Gorjeo delicado de burbujas, moscardones azules
tejían una sólida gasa de sonido entorno al olor.
Había libélulas, mariposas moteadas,
pero lo mejor de todo era esa baba tibia y densa
de las huevas de rana que crecían como agua coagulada
a la sombra de las orillas. Aquí cada primavera
me gustaba llenar tarros de mermelada con los gelatinosos
granos y los alineaba en los alféizares de casa,
y en la escuela sobre las repisas, y esperaba y miraba
hasta que aquellos puntos crecían y estallaban en ágiles
renacuajos nadadores. La señorita Walls nos contaba
que a papá rana se le llamaba rana toro
cómo croaba, y como mamá rana
depositaba cientos de pequeños huevecillos que eran las
huevas de rana. También se podía predecir el tiempo por las ranas,
pues eran de color amarillo con el sol y marrones
con la lluvia.
Pero un día abrasador cuando los campos apestaban
por el estiércol de vaca en la hierba, las ranas enfadadas
invadieron la laguna del lino; atravesé agazapado entre los matorrales
y al son de un áspero croar que no había oído
antes.
El aire comenzó a espesarse con el coro de bajos.
Justo al pie de la charca las ranas panzudas estaban
alerta
sobre la hierba; sus cuellos flojos se hinchaban como velas.
Algunas saltaban; los chapoteos eran obscenas amenazas.
Otras estaban quietas
inmóviles como granadas de lodo, sus cabezas chatas pedorreaban.
Enfermo de asco, me di la vuelta y corrí. Los grandes reyes del limo
se habían reunido para vengarse y sabía
que si metía la mano las huevas la agarrarían.

Death of a Naturalist

All year the flax-dam festered in the heart
Of the townland; green and heavy headed
Flax had rotted there, weighted down by huge sods.
Daily it sweltered in the punishing sun.
Bubbles gargled delicately, bluebottles
Wove a strong gauze of sound around the smell.
There were dragon-flies, spotted butterflies,
But best of all was the warm thick slobber
Of frogspawn that grew like clotted water
In the shade of the banks. Here, every spring
I would fill jampotfuls of the jellied
Specks to range on window-sills at home,
On shelves at school, and wait and watch until
The fattening dots burst into nimble-
Swimming tadpoles. Miss Walls would tell us how
The daddy frog was called a bullfrog
And how he croaked and how the mammy frog
Laid hundreds of little eggs and this was
Frogspawn. You could tell the weather by frogs too
For they were yellow in the sun and brown
In rain.
Then one hot day when fields were rank
With cowdung in the grass the angry frogs
Invaded the flax-dam; I ducked through hedges
To a coarse croaking that I had not heard
Before. The air was thick with a bass chorus.
Right down the dam gross-bellied frogs were cocked
On sods; their loose necks pulsed like sails. Some hopped:
The slap and plop were obscene threats. Some sat
Poised like mud grenades, their blunt heads farting.
I sickened, turned, and ran. The great slime kings
Were gathered there for vengeance and I knew
That if I dipped my hand the spawn would clutch it.

Seamus

Personal helicón

Cuando era niño no podían apartarme de los pozos
y de las viejas bombas de agua con canjilones y poleas.
Amaba el vacío oscuro, el cielo atrapado, los olores
a maleza, a hongos, a musgo húmedo.

Había uno en una fábrica de ladrillos con un tablero de madera podrida.
Me gustaba el choque sonoro cuando un cubo
caía en picado hasta el final de la cuerda,
tan hondo que no se veía ningún reflejo.

Había otro, poco profundo, cubierto con una piedra,
que florecía como un acuario.
Si arrancabas las largas raíces del lodo blando,
Una cara blanca se movía sobre el fondo.

Otros tenían eco, te devolvían tu propia voz,
con una nueva música más clara. Y había uno
que me asustaba, porque allí, saliendo de los helechos
y las altas hierbas gigantescas, una rata abofeteó mi reflejo.

Ahora ya, escarbar en las raíces, manosear el lodo
y mirarse asombrado, como Narciso, en una fuente,
no es propio de un adulto. Escribo poesías
para verme a mí mismo, para que la oscuridad me responda con el eco.

Personal Helicon
As a child, they could not keep me from wells
And old pumps with buckets and windlasses.
I loved the dark drop, the trapped sky, the smells
Of waterweed, fungus and dank moss.

One, in a brickyard, with a rotted board top.
I savoured the rich crash when a bucket
Plummeted down at the end of a rope.
So deep you saw no reflection in it.

A shallow one under a dry stone ditch
Fructified like any aquarium.
When you dragged out long roots from the soft mulch
A white face hovered over the bottom.

Others had echoes, gave back your own call
With a clean new music in it. And one
Was scaresome, for there, out of ferns and tall
Foxgloves, a rat slapped across my reflection.

Now, to pry into roots, to finger slime,
To stare, big-eyed Narcissus, into some spring
Is beneath all adult dignity. I rhyme
To see myself, to set the darkness echoing.

«Personal Helicon» de Seamus Heaney, de Death of a Naturalist, 1966.

Métrica del cero y el vacío

El número cero es el “no-número”. Representa el poder del vacío y su no-existencia hace posible el espacio. No expresa nada pero es el recipiente que todo lo contiene. El cero, como la locura, es el armazón que sustenta la idea de infinito, es el umbral entre la totalidad y la nulidad.

 

rosetón de Notre Dame

rosetón de Notre Dame

 

Busco el centro

Todos los Templos del mundo

visibles e invisibles

ya estaban construidos en mi alma.

Desde la humedad lenta de los siglos

creo figuras con todas las visiones

soy una vidriera orientada a poniente

levantada por la luz coagulada de deseo de miles de pupilas.

Mis brazos de cruz latina esperan extendidos

el abrazo supremo de la piedra.

Teñida de líquenes que sostienen columnas y retazos de memoria;

los cuatro evangelistas recogiendo espigas junto al pórtico,

María Madre acunando en su regazo el Árbol de la Vida,

los Bienaventurados ofrendando a los elegidos semillas de granada.

Mi sombra hiberna en la memoria dormida de las gárgolas,

y fluye tibia cuando acaba la estación de los hielos,

filtrándose en las grietas, brotando en filamentos de musgo en las entrañas.

De mi cuerpo a tus muros,

de mi corazón al ara

donde se elevan las voces de los hombres gritando el Aleluya.

Mi sombra acecha oculta mezclada con reliquias de santos y profetas

de guerreros y nobles que creyeron alcanzar el Paraíso

porque sus huesos y su carne se unieron a la piedra,

reposo eterno en matrices benditas de suelos consagrados.

Mi luz se alza en bóvedas de nervaduras imposibles,

abrevando su sed de transparencia en el Santo Grial,

floreciendo en la estación de la Rosa Mística,

ascendiendo al vacío,

al no-lugar donde el universo se congela en cristales.

 

Trazo el cero

Los pilares del alma

enigmáticos y grises como troncos de higuera

desprenden un aroma sutil que me transporta a moradas inciertas,

me mece en aguas del Jordán, a la diestra del Bautista,

me fascina como el basilisco, dejándome inmóvil a lomos de un centauro,

prisionera en símbolos que no sé descifrar.

Siento el desasosiego de la marca ignorada del cantero

condenada a que el tiempo la invada con la calma de lo que va a ser visible.

Cicatriz en el ábside, materia inmóvil de umbral que no conozco.

Sensaciones y recuerdos se estremecen cubriéndome de hiedra.

La nostalgia, hija de la tierra, repta sigilosa por espacios invisibles

reviviendo la dicha de los días que fueron y no fueron,

si la acaricio y dejo que se enrosque entre mis brazos

arrastrará en sus huellas el dolor de lo que ya no me pertenece.

Trazo el cero, piedra angular inexistente,

Trazo el cero, parteluz que divide en dos el vacío,

y el desasosiego me transporta hasta el pilar de no-materia que todo lo sustenta.

 

Todo converge

Entre catacumbas y cúpulas planea mi espíritu como una mariposa,

larva abriéndose a la luz,

extendiendo sus alas en nervaduras de piedra,

marcando venas de plomo en los vitrales.

Liba con la serpiente y picotea con el águila las ofrendas del Templo,

clava junto al Arcángel Miguel la espada en el ojo de la bestia,

celebrando con los justos el sacrificio del cordero.

Todo converge.

Espacio y no espacio.

Templos visibles de la Tierra,

y Templos invisibles que habitan en mi alma.

Peregrino en mi cuerpo y en la Nada,

y descubro el lugar donde los sentidos sólo son un pretexto.

Me interno en los espacios donde puedo abrazar el no-sonido

donde cimientos, bóvedas, pilares y vitrales apenas son volutas de materia invisible.

Deambulo en la Geometría por mi ansia de dar forma a la Nada,

de cercar el punto tal vez inexistente

a partir del cual puedo comenzar a imaginar el infinito.

Elena Soto del libro Métricas del alma

Catedral de León

Catedral de León

Página de escritura de Jacques Prevert

POEMES JACQUES PREVERT

Página de escritura

Dos y dos cuatro
cuatro y cuatro ocho
ocho y ocho son dieciséis…
¡Repitan! dice el maestro
Dos y dos cuatro
cuatro y cuatro ocho
ocho y ocho son dieciséis.
Pero ahí está el ave lira
que pasa por el cielo
el niño la ve
el niño la oye
el niño la llama:
¡Sálvame
Juega
conmigo pájaro!
Y el pájaro baja
juega con el niño
Dos y dos cuatro…
¡Repitan! dice el maestro
y el niño juega
y el pájaro con él…
Cuatro y cuatro ocho
ocho y ocho son dieciséis
¿Y dieciséis y dieciséis cuántas son?
No son nada dieciséis y dieciséis
y mucho menos treinta y dos
de ningún modo
y se marchan.
Y el niño ha escondido el pájaro
en su pupitre
y todos los niños
oyen la música
y ocho y ocho a su vez marchan
y cuatro y cuatro y dos y dos
a su vez se largan
y uno y uno no son ni uno ni dos
uno a uno marchan igualmente.
Y el ave lira toca
y el niño canta
y el profesor grita:
¡Cuándo dejaréis de hacer el tonto!
Pero los demás niños
escuchan la música
y las paredes de clase
se desploman tranquilamente.

Y los cristales vuelven a ser arena
la tinta vuelve a ser agua
los pupitres vuelven a ser árboles
la tiza vuelve a ser acantilado
el portaplumas vuelve a ser pájaro.


Page d’Escriture, poema de Jacques Prévert, interpretado por Yves Montand

Page d’Escriture
Deux et deux quatre
quatre et quatre huit
huit et huit font seize…
Répétez! dit le maître
Deux et deux quatre
quatre et quatre huit
huit et huit font seize.
Mais voilà l’oiseau-lyre qui passe dans le ciel
l’enfant le voit
l’enfant l’entend
l’enfant l’appelle:
Sauve-moi joue avec moi oiseau!
Alors l’oiseau descend
et joue avec l’enfant
Deux et deux quatre…
Répétez! dit le maître
et l’enfant joue
l’oiseau joue avec lui…
Quatre et quatre huit
huit et huit font seize
et seize et seize qu’est-ce qu’ils font?
Ils ne font rien seize et seize
et surtout pas trente-deux de toute façon
et ils s’en vont.
Et l’enfant a caché l’oiseau dans son pupitre
et tous les enfants entendent sa chanson
et tous les enfants entendent la musique
et huit et huit à leur tour s’en vont
et quatre et quatre et deux et deux
à leur tour fichent le camp
et un et un ne font ni une ni deux
un à un s’en vont également.
Et l’oiseau-lyre joue
et l’enfant chante
et le professeur crie:
Quand vous aurez fini de faire le pitre!
Mais tous les autres enfants écoutent la musique
et les murs de la classe s’écroulent tranquillement
Et les vitres redeviennent sable
l’encre redevient eau
les pupitres redeviennent arbres
la craie redevient falaise
le porte-plume redevient oiseau.

Jacques Prévert (Neuilly-sur-Seine, 1900 – París, 1977)

Modelo para una teoría del conocimiento de Magnus Enzensberger

Hans Magnus Enzensberger recita el poema Caja en el Festival Internacional de Poesía de Medellín.

Caja

Aquí tienes una caja, una caja grande
con una etiqueta que dice: caja
ábrela y dentro encontrarás una caja con una
etiqueta que dice: caja dentro de una
caja cuya etiqueta dice: caja.
Mira adentro de esta caja
no de la otra y encontrarás una caja con
una etiqueta que dice:
y así sucesivamente
Y si sigues encontrarás
tras esfuerzos infinitos una caja infinititesimal
con una etiqueta tan diminuta que lo que
dice se disuelve ante tus ojos,
es una caja que solo existe en tu imaginación
Una caja perfectamente vacía.

 

Astrolabium

Tímpano, matriz y limbo:
palabras de latón pasadas.
¿Quién sabía ya con alidada,
araña y regla determinar la altura del sol,
horas bohemias y babilónicas
y la posición de las estrellas
con las simples manos?
En el planisferio la imagen punzada
de la esfera celeste. Acimutes,
almicantarates y horizonte
y sobre ella girando una red delicada
de finos hilos en cuyas puntas
se pueden ver Aldebarán, Rigel,
Antares y Vega. Interpretados
el zodíaco y el cuadrado de sombra
permiten calcular horóscopos y reconocer
la altura de las torres y las cimas.
Un calendario, un reloj estelar ingenioso,
un oráculo, un ordenador análogo,
que duerme en el museo – chatarra
para astrónomos que ya no ven nada.
Sólo los fallidos fantasmas de la pantalla
e interminables columnas de números.
Cada vez más profundo, en cada vez más lejanas
Galaxias mira la ciega ciencia.

«No hay ciencia sin capricho ni arte sin corroboraciones.» Esta cita de Nabokov  abre  el libro Los elixires de la ciencia, de Hans Magnus Enzensberger, un autor que siempre ha conectado la ciencia con lo poético.

Cántico Cósmico de Ernesto Cardenal

El Big Bang

canto_cósmico
Cantiga I

En el principio no había nada
ni espacio
ni tiempo
El Universo entero concentrado
en el espacio del núcleo de un átomo,
y antes aun menos, mucho menor que un protón,
y aun menos todavía, un infinitamente denso punto matemático.
Y fue el Big Bang.
La Gran Explosión.
El universo sometido a relaciones de incertidumbre,
su radio de curvatura indeterminado,
su geometría imprecisa
con el principio de incertidumbre de la Mecánica Cuántica,
geometría esférica en su conjunto pero no en su detalle,
como cualquier patata o papa indecisamente redonda,
imprecisa y cambiando además constantemente de imprecisión
todo en una loca agitación,
era la era cuántica del universo,
período en el que nada era seguro:
aun las «constantes» de la naturaleza fluctuantes indeterminadas,
esto es
verdaderas conjeturas del dominio de lo posible.
Protones, neutrones y electrones eran
completamente banales.
Estaba justificado decir que en el principio
la materia se encontraba completamente desintegrada.
Todo oscuro en el cosmos,
Buscando,
(según el misterioso canto de la Polinesia)
ansiosamente buscando en las tinieblas,
buscando
allí en la costa que divide la noche del día,
buscando en la noche,
la noche concibió la semilla de la noche,
el corazón de la noche existía allí desde siempre
aun en las tinieblas,
crece en las tinieblas
la pulpa palpitante de la vida,
de las sombras sale aun el más tenue rayo de luz,
el poder procreador,
el primer éxtasis conocido de la vida,
con el gozo de pasar del silencio al sonido,
y así la progenie del Gran Expandidor
llenó la expansión de los cielos,
el coro de la vida se alzó y brotó en éxtasis
y después reposó en una delicia de calma.
(El poema llegado a Nueva Zelanda de la Polinesia).
Todo era oscuro en el cosmos,
El espacio lleno de electrones
que no dejaban pasar la luz.
Hasta que los electrones se unieron con los protones
y el espacio se volvió transparente
y corrió la luz.
Y el universo se inició
como en el oratorio de Haydn.

Antes de la gran explosión
no había ni siquiera espacio vacío,
pues espacio y tiempo, y materia y energía, salieron de la explosión,
ni había ningún «afuera» adonde el universo explotara
pues el universo lo contenía todo, aun todo espacio vacío.
Antes del comienzo sólo Awonawilona existía,
nadie más con él en el vasto espacio del tiempo
sino la negra oscuridad por dondequiera
y la desolación vacía dondequiera
en el espacio del tiempo.
Y sacó su pensamiento afuera en el espacio…
No existía nada, ni existía la nada.
Entre día y noche no había límite.
Todo al principio estaba velado…
O como lo cuentan en las Islas Gilbert:
Na Arean sentado en el espacio
como una nube flotando sobre la nada…
La expansión del universo es
las velocidades provenientes de la gran explosión.
Y un difuso trasfondo de estática de radio
ha quedado flotando,
un vago rumor de radio disperso en el universo
como un eco lejano del Big Bang,
no obstante el «efecto dialéctrico»
de unas cagadas de palomas en la antena
(una pareja de palomas)
esa estática
es la más antigua señal captada por los astrónomos
(antes de la luz de las galaxias más distantes).

Canto cósmico en PDF

Estrellas y luciérnagas

Cantiga 5

 

Memoria Audiovisual del Festival Internacional de Poesía de Medellín.

Aquel viejo reloj de La Merced a medias iluminado
que señalaba las 8, la hora de la visita a ella
-y hora en que la vieja María Cabezas al fondo de la casa en su vieja butaca empezaba su primer rosario-
ahora que escribo estos versos, tantos años después,
¿estará marcando esta hora de ahora, o estará descompuesto
parado en cualquier hora, tal vez las 8 de la noche
de muchos años atrás
inútilmente?

Mirando este cielo estrellado tán callado
y sin embargo poblado de millones de civilizaciones.
250.000 millones de soles sólo en nuestra galaxia
en un radio de cien mil años luz.
Millones allí de civilizaciones, planetas compañeros.
Los cielos.
Estrellas mucho más antiguas que el sol,
sociedades muchísimo más avanzadas que nosotros.
¿O acaso como los monstruos extraterrestres de Hollywood?
Los astrónomos han mirado hasta muy lejos en el espacio,
y muy lejos en el tiempo,
15.000 millones de años luz.
Haciendo ahora nuestra tierra un cuerpo celeste.
Un conjunto de galaxias, la metagalaxia.
Acaso la metagalaxia tenga forma de disco
y gire en torno a su eje,
y haya agrupaciones de metagalaxias…
Tras el mundo más lejano otro más lejano todavía,
el pasado más remoto aún tiene otro pasado,
y todo futuro otro futuro.
La luz de una estrella visible pueden ser 1.000 años luz
pero aquella espera frente a la casa iluminada
era un tiempo demasiado largo.
El reloj redondo de La Merced llenando toda la noche
y no dando nunca las 8.

Nosotros, seres vivos todavía, con la habilidad de exportar
entropía.
Palabra que no es de nuestro hablar cotidiano:
Entropía.
Todavía está ese vago rumor en el cosmos
que viene desde la creación.
La Segunda Ley: que lo frío no pasa a ser caliente.
El sol poniente de Soientiname bañaba de luz un pelo castaño
y el viento del bote lo revolvía. Ensortijado pelo castaño
que será castaño sólo por unos años,
que será castaño sólo por unos años.
El mío era negro.
Sobre nosotros esos agujeros negros de los que no se vuelve.
Y donde el espacio y tiempo se acaban. ¿Es que es inevitable
el colapso gravitatorio total del universo
hacia el olvido?
Sea como sea:
el gran disco cóncavo,
la gigantesca antena, enfoquemos
en dirección al Amor.

Canto Cósmico (1989). Fragmento de Estrellas y luciérnagas

La esfera

«¿Para qué perder el tiempo con la palabra?
La geometría ya existía antes de la creación»
(Kepler)

Poema de Maurice Riordan

Eratóstenes circunferencia de la Tierra

En una época en que —imaginar el mundo
como una esfera suspendida del cielo— significaba
pertenecer a una secta, Eratóstenes calculó
la circunferencia de la Tierra: una cifra que sobreviviría
incendios y destrucciones, recesiones de varios
siglos, y que llegaría a Colón como un rumor
(si no lo hubiese creído nunca habría zarpado).

De algo debió servir que Eratóstenes fuese el Bibliotecario
de Alejandría, que Alejandría estuviese
en el delta del Nilo, que el Nilo fuese en línea recta
hacia el sur por la arena hasta llegar a Siena
donde —había leído el bibliotecario— a mitad del verano
el sol de mediodía no proyecta sombra alguna, sino que hunde su brillo
en el fondo del pozo, incendiándolo como una antorcha
—como si la naturaleza y la historia hubiesen creado
una vasta figura euclidiana, el Museion
(él mismo) en uno de sus puntos: la base
de un cálculo que extendió el mapa más allá
de lo que cualquier emperador pudiera imaginar, y que casi
fue verdad cuando se vio a la Tierra lentamente
girar en el espacio como una esfera de agua.

¿Adoraba Eratóstenes al sol y al río?
¿Temía al duende del pantano, al etéreo genio?
Cuando mirando desde el puerto veía al otro lado
la curvatura del agua, la inclinación del faro, cuando año tras año
al estirar y aceitar sus pergaminos, desdoblaba
sus desgastados teoremas, ¿solamente se preguntaba?
¿O veía en ellos la sombra de una firma?

Maurice Riordan (Cork, 1953) del libro Floods

medidas

Eratóstenes nació en Cirene, una antigua ciudad griega en la actual Libia, probablemente en torno al año 276 a.C.  En el año 245 a.C. viajó a Alejandría y cinco años después se convertía en el tercer bibliotecario en la historia de la legendaria biblioteca de esta ciudad.
Supuestamente fue aquí, donde Eratóstenes leyó acerca de un lugar llamado Siena (hoy la actual Asuán, Egipto). En esta ciudad, justo al mediodía del solsticio de verano, el Sol se reflejaba totalmente en las aguas de un profundo pozo y ninguna vara, ni objeto alguno, daba sombra. Es decir, ese día y a esa hora, los rayos del Sol caían completamente perpendiculares al suelo, o lo que es lo mismo, el Sol se encontraba en el cenit. Eratóstenes observó que esto no ocurría en Alejandría, es decir, que al mediodía del solsticio de verano, una vara clavada en la tierra proyectaba una sombra, que las torres y los árboles también la proyectaban, y que en ningún pozo se reflejaba totalmente el Sol. En definitiva, al contrario que en Siena, en ese mismo instante, el Sol no se encontraba en el cenit.

Esta diferencia solo podía ser explicada si la Tierra no era plana, y asumiendo que Siena y Alejandría se encuentran en el mismo meridiano, es decir tienen la misma longitud geográfica (lo cual no es del todo cierto, pues distan unos 3º), Eratóstenes realizó una hipótesis genial: considerar que el Sol está lo suficientemente lejos como para que sus rayos lleguen a la Tierra completamente paralelos.

Eratóstenes y la medición de la circunferencia de la Tierra

circunferenciatierra

Inger Christensen

Alfabeto

Inger Christensen_alfabeto_ Alphabet_Fibonacci

Poemario basado en el alfabeto y la sucesión de Fibonacci.

1-A (1 verso)
apricot trees exist, apricot trees exist

(el albaricoquero existe, el albaricoquero existe)

2-B (2 versos)
bracken exists; and blackberries, blackberries;
bromine exists; and hydrogen, hydrogen

(el helecho existe; y las moras, las moras;
el bromo existe; y el hidrógeno, el hidrógeno)

3-C (3 versos)
cicadas exist; chicory, chromium,
citrus trees; cicadas exist;
cicadas, cedars, cypresses, the cerebellum

(las cigarras existen; la achicoria, el cromo
los limoneros, las cigarras existen;
cigarras, cedros, cipreses, el cerebelo)

4-D (5 versos)
doves exist, dreamers, and dolls;
killers exist, and doves, and doves;
haze, dioxin, and days; days
exist, days and death; and poems
exist; poems, days, death

(las palomas existen, los soñadores, y las muñecas;
existen asesinos, y palomas, y las palomas;
niebla, la dioxina, y días, días
existen, los días y la muerte, y poemas
existen, poemas, los días, la muerte)

5-E (8 versos)
early fall exists; aftertaste, afterthought;
seclusion and angels exist;
widows and elk exist; every
detail exists; memory, memory’s light;
afterglow exists; oaks, elms,
junipers, sameness, loneliness exist;
eider ducks, spiders, and vinegar
exist, and the future, the future

(el comienzo del otoño existe; evocación, idea de último momento;
reclusión y los ángeles existen;
las viudas y los alces existen, cada
detalle existe, la luz de la memoria, la memoria es;
resplandor existe, robles, olmos,
enebros, la igualdad, la soledad existe;
ocaso, arañas, y el vinagre
existen, y el futuro, el futuro)

6-F (13 versos)
fisherbird herons exist, with their grey-blue arching
backs, with their black-feathered crests and their
bright-feathered tails they exist; in colonies
they exist, in the so-called Old World;
fish, too, exist, and ospreys, ptarmigans,
falcons, sweetgrass, and the fleeces of sheep;
fig trees and the products of fission exist;
errors exist, instrumental, systemic,
random; remote control exists, and birds;
and fruit trees exist, fruittherein the orchard where
apricot trees exist, apricot trees exist
in countries whose warmth will call forth the exact
colour of apricots in the flesh

7-G (21 versos)
given limits exist, streets, oblivion
and grass and gourds and goats and gorse,
eagerness exists, given limits
branches exist, wind lifting them exists,
and the lone drawing made by the branches
of the tree called an oak tree exists,
of the tree called an ash tree, a birch tree,
a cedar tree, the drawing repeated
in the gravel garden path; weeping
exists as well, fireweed and mugwort,
hostages, greylag geese, greylags and their young;
and guns exist, an enigmatic back yard;
overgrown, sere, gemmed just with red currants,
guns exist; in the midst of the lit-up
chemical ghetto guns exist
with their old-fashioned, peaceable precision
guns and wailing women, full as
greedy owls exist; the scene of the crime exists;
the scene of the crime, drowsy, normal, abstract,
bathed in a whitewashed, godforsaken light,
this poisonous, white, crumbling poem…

 INGER CHRSTENSEN
9 Edades de hielo

las edades de hielo existen, las edades de hielo existen,
el hielo de los árticos y el hielo del martín pescador;
las cigarras existen, la achicoria, el cromo
y el lirio amarillo cromo, el lirio azul; el oxígeno
de verdad; también existen los témpanos de hielo en el océano ártico,
los osos polares existen, así como su pelaje inscrito
con un número individual que también existe, condenado a su existencia;
y el ligero salto del martín pescador en el azul hielo de los rios.

Alfabeto

la lluvia de los alfabetos
la lluvia que cae con fuerza
la gracia la luz
los intersticios y las formas
de las estrellas de las piedras
el curso de los ríos
y los movimientos del alma
el rastro de los animales
sus calles y sus caminos
la construcción de los nidos
consuelo del hombre…

Inger Christensen, Dinamarca (1935-2009). Poemas de Alphabet (1981) Traducción al inglés de Susana Nied.