Un puñado de foraminíferos de Sarah Maguire

Sarah Maguire_foraminiferos_microfósiles

Un puñado de foraminíferos

La arena, a primera vista –
granular,
una rica molienda
de finos granos y pepitas,
abriéndose
en un enjambre de casas diminutas
pintadas de rosa u ocre, azafrán, tiza,
algunas fundidas sólidamente como el cristal
– hialino, diamantino,
la traslúcida cuna íntima de una lágrima.

****

La equilibrada simplicidad de una célula unicelular
ocupada en sus asuntos
en absoluto silencio.
Los pseudópodos
flotan claros a través de sus aberturas,
estandartes surcando las aguas
flecos volantes, bufandas, faldas harapientas;
breves redes de tacto,
tímidos gestos de contacto.
Sus mansiones de filigrana
están llenas de secretos
pasadizos auriculares
dan a galerías,
suaves arcadas,
surcadas de pérgolas, se abren
a balcones que se inclinan
sobre puertas entreabiertas.

****

Bentónicos,
sus galaxias alfombran las profundidades de los océanos,
un lento rezume calcáreo
que se acuesta suavemente en la oscuridad.
Crean sus casas
de restos flotantes y desechos,
ajustando los granos cuidadosamente
entre los alvéolos,
segregando un mortero calcáreo resistente;
las paredes de las conchas se pulen hasta que brillan
o con guijarros de un blanco azucarado –
la arquitectura de la casualidad y la gracia.

****

Centavos del cielo,
el amarillento lecho de roca
tallado en losas repleto de tesoros
Deslizándose desde sus casas
llegan cientos de monedas
grandes soberanos que tropiezan,
bolsillos llenos de calderilla,
ideales para Lanzarlos, ideales para atesorarlos
en cofres.
Nummulites gizahensis,
la riqueza de los faraones
se eleva hacia el cielo,
una escalera de piedra caliza a las estrellas.

****

Plantas rodantes, naves espaciales, semillas perla, calamares,
Luces de colores, alfileteros, biodomos, vainas,
coladores, estrellas de mar, vilanos, lentejas,
borlas, ammonites, pepinillos, dientes,
hongos de lobo, huesos largos, condones, bombillas,
termómetros, granadas, catapultas, granizo.

Abre los puños y
los restos mortales de un millón de criaturas
se escurrirán
de entre tus dedos.
Eoceno
polvo en el viento.
Sarah Maguire (Londres, 1957 – 2017) / The Pomegranates of Kandahar. / Traducción de Elena Soto

Firmeza

el corazón del everest
está adornado con incrustaciones
de corales,
pequeñas conchas y hepáticas,
criaturas marinas
petrificadas
Caliza quebradiza,
sus cristales
se erosionan
bajo la nieve, vienen a la deriva
en el aire azul y leudante.
El océano, mi amor,
es realmente muy poco profundo –
embarca montañas
hasta
desde sus flancos,
bosques, lagunas
Lo que es firme
se mueve –
el tiempo curtido en piedra
sales
depositadas en los sedimentos,
la caída de las hojas,
el duro empuje de los brotes
bajo la lluvia
golpeando el cristal.
Sarah Maguire, Almost the Equinox: Selected Poems.

Foraminíferos chivatos del pasado de nuestro planeta

Cuando paseamos por la arena de la playa, buceamos en el mar o contemplamos algunos monumentos construidos con roca caliza, quizás ignoremos que en todos estos lugares existe un mundo de caprichosos diseños, formado por pequeñas criaturas marinas. Los foraminíferos son joyas en miniatura que aparecieron en nuestro planeta hace unos 500 millones de años y sus descendientes han llegado hasta nosotros, poblando mares y océanos, desde los polos hasta el ecuador, y desde las zonas litorales hasta los fondos oceánicos.
En ocasiones estos organismos aparecen en los lugares más insospechados -sus fósiles forman parte de construcciones tan famosas como las pirámides de de Egipto-, y es que las conchas de estos habitantes del antiguo mar de Tethys, que se acumularon durante millones de años hasta formar rocas calizas, han sido empleadas desde tiempos inmemoriales como material de construcción; en la pirámide de Guiza, por ejemplo, puede verse uno de los ejemplares de mayor tamaño del denominado Nummulites gizehensis (del latín nummulus ‘pequeña moneda’), un género de foraminíferos extintos, que vivió durante el Mioceno medio, cuando toda aquella región era un gran arrecife coralino.
Los foraminíferos son protozoos, seres unicelulares eucariotas, que a pesar de tener una única célula pueden ser extremadamente complejos en funciones y estructura interna. Serían una especie de amebas con conchas. Su caparazón, normalmente de carbonato cálcico, está constituido por cámaras interconectadas por poros llamados forámenes (foramina), característica que les da su nombre. Pueden encontrarse en todos los ambientes marinos (litorales, neríticos y pelágicos) y son organismos fundamentales en la red trófica de todos los mares del planeta, pero, además, poseen un enorme interés científico, pues ayudan a los investigadores no solo a desentrañar cómo eran los océanos y sus ecosistemas en el pasado, sino también a inferir las condiciones ambientales actuales.

Deja un comentario